Sentimiento

27 0 0
                                    


Me encuentro preguntándome si me importa o me da igual, si debería esperarlo o dejarlo ir, mi filosofía me dice una cosa pero mi corazón hace antítesis de ella, podría parecer fácil, lo sé, pero hay que tener en cuenta a el tercer término de la ecuación, ella, nuevo peón de esta nuestra partida de ajedrez, tratando de conquistar al otro lado, mi mente, mi tiempo, y en definitiva, mi vida.

No ha pasado más que un segundo, es impresionante la cantidad de información a procesar en el interior de un cerebro humano, pues por cada flash de la cámara los recuerdos y pensamientos saltan al ritmo de mi triángulo entre mis deseos, mis posibilidades y mi suerte, haciéndome recelosa acerca de mi futuro lejano, ya que sé lo que pasará mañana, nada nuevo, mis ojos revolotarán al rededor de mis dos mayores tentaciones, él y ella, pero con la diferencia de que los otros once terceros poseen el conocimiento de lo que pienso de él, pero sin embargo, con el desconocimiento de que mi mente tiene dos tronos, uno para un rey y otro para una reina. Luego de todo ello no me quedará más que convertirme en en mi propio mártir y tratar de averiguar el significado de mis legítimas
palabras, si en verdad son reales o si simplemente son pagarés los cuales nunca serán abonados.

Mi turno, supongo que no me tomará mucho tiempo.

Me quito la mascarilla y se hace silencio, cuando entre risas era como el resto se fotografiaban, no acabo de comprender el porqué pero si el motivo, difícil y larga explicación me llevaría la historia de mi vida cómo para poder dar respuesta a las preguntas de mi público, así que me limito a confirmar que lo sé pero no el porqué a mí.

Me aparto un poco el pelo de la cara con una tímida sonrisa aún cubriendo mis dientes e igualmente dejándome el pelo a mi lado diestro del rostro y ocultando la mitad exterior de mi ojo situado en ese mismo emisferio. Lo único visible a la perfección es al fotógrafo haciéndome montones de fotos, ni las llego a contar porque tampoco es que esté demasiado atenta, pero lo que sé es que los flashes de la cámara hacían mi timidez desaparecer, al contrario que al resto, haciéndosela relucir, algo así como si no me importara la cámara, no me intimida, es más, me siento especialmente cómoda frente a ella.

Me coloco la mascarilla de nuevo nada más acabar esta pasarela imaginaria y pasar a lo de siempre, todo y nada, limitándome a dejar volar mi imaginación por mis ansias de mínimamente conocer algo de ellos.

SilenciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora