1. Comienzos

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   La verdad sea dicha, tenía las expectativas muy altas para ese verano y no se habían cumplido ni la mitad. Aún así nadie había podido quitarle a Alba el campamento de la primera quincena de agosto en Vilanova de Arousa. Era un campamento musical, pero también con muchas actividades de náutica y multiaventura y que admitía adolescentes de entre 15 y 20 años. Pero a ella lo que más ilusión le hacía era que allí podría aprender más sobre canto y hasta conseguir terminar de componer esa canción que le encantaba pero no sabía cómo continuar. 

   Preparó la maleta con ropa suficiente para esos 15 días que le esperaban, cogió su libreta y su guitarra y se subió al coche. Hacía un día espléndido cuando llegaron al recinto. Se veían varias cabañas de madera, bastante grandes, distribuidas alrededor de una explanada, en el centro de la cual se encontraban unos sofás debajo de un toldo, con una mesita de café en el centro. Más hacia el fondo se veía un pequeño edificio que tenía pinta de ser una recepción, por lo que se dirigieron hacia allí. Las recibió una mujer bastante joven, de unos 24 años y que de primeras parecía súper dulce:

 -Hola, bienvenida al campamento. Soy Aine, una de las monitoras. ¿Tu nombre? 

 -Alba González Méndez- respondió con una sonrisa. Se moría de ganas de ver dónde iba a dormir y de conocer a sus compañeras. 

 -Perfecto, espera aquí mientras tu madre firma unos papeles. Te daremos el móvil cada dos días para que puedas hablar con tus padres y puedes dejar dinero en el banco para el día que subamos a Vilanova o cuando te haga falta. Ahora mismo vuelvo y te acompaño a tu cabaña. 

   Se sentó en unas sillas que había cerca y se dedicó a pensar en lo bien que lo iba a pasar allí. Estaba tan emocionada. En medio de esos pensamientos volvió Aine:

 -Vamos para allá.- salieron del edificio y empezaron a andar hacia las cabañas- Por   cierto, cada monitor tenemos asignada una cabaña. La mía es la tuya y la de chicos que está justo al lado, la 8, es la del otro monitor que viste en recepción, Jorge. ¿Tocas algún instrumento? 

   -Sí, la guitarra y un poco el piano- estaban ya llegando a la cabaña 7 y se pararon en la puerta. 

  -Bueno, esta es. -dijo la monitora al llegar- Hay un baño dentro y 4 camas en litera, creo que una de tus compañeras ya ha llegado. Aquí te dejo, avísame si necesitas cualquier cosa. 

   Entré en la cabaña e inmediatamente la chica me saludó:

   -Hola, soy Samantha pero puedes llamarme Sam.

 -Yo soy Alba, encantada. -Su nueva compañera era una adolescente bastante alta, rubia y con unos ojos azules en los que cualquiera podría perderse. -¿Aún no ha llegado nadie más? 

   -De nuestra cabaña no, de hecho, menos mal que has llegado porque estaba empezando a aburrirme muchísimo. Los que sí han llegado son dos chicos de la 8, te enseño un poco el baño y eso y si quieres vamos a socializar un poco. 

   -Vale, me encantaría. -Estaba sorprendida con lo mucho que hablaba y con la energía de la rubia, pero le encantaba pues ella aunque era tímida al principio, luego cuando se soltaba era así también. 

   Samantha había escogido la cama de abajo de una de las literas, pues decía que tenía miedo a caerse de la de arriba por la noche, así que Alba decidió quedarse con la que estaba justo encima. Salieron de la cabaña y petaron en la puerta de la de al lado. Después de insistir un poco ya que nadie les abría, un chico rubio y de piel clara decidió hacerlo:

  -¿Qué desean, señoritas? -dijo con una sonrisa pícara. 

   -Veníamos a socializar un poquito. A mí ya me conoces y ella es Alba, estamos en la cabaña 7.

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