Capítulo diecisiete

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Mew se quedó mirando los restos de la que había sido su casa. Había sido su casa. Este era un sueño, ¿verdad? Un sueño enfermo, triste.

Gulf tenía su mano apretada, recordándole que tenía a alguien allí, brindándole su apoyo.

El agente de seguros siguió hablando, diciendo palabras que no tenían sentido. Joo estaba tomando notas, haciéndole preguntas. Pero todo lo que podía ver era las ruinas de la que fuera su casa soñada. Podía ver los restos arruinados de los muebles, de su vida. Había estado tan orgulloso.

―Hola.― Gulf lo abrazó por detrás―. Sólo son cosas.
―Sí. ―No, no, era su vida. Su vida entera. Sus recuerdos.
―Así es. Las cosas importantes están a salvo. Tú, los niños, yo. Apartó la vista de los restos. ―Sí, lo sé. Estoy... impactado.

―Es una cosa terrible. No dejes que te venza, Mew. La mejor venganza es seguir adelante con tu vida y convertir esto en algo positivo.

―Para. Por favor. En este momento tengo que estar cabreado, ¿de acuerdo? ―Gulf necesitaba detener ese eterno optimismo hacia él. Esta era su jodida casa.

―¿Y qué obtendrás con eso?

―Nada. No voy a obtener nada en absoluto. ―Sus dedos se cerraron en puños―. Pero lo necesito ahora mismo. Tengo que estar cabreado.

Los labios de Gulf se apretaron, pero no dijo nada.

Mew negó, se apartó sin decir una palabra, caminó más cerca de la casa. Aún se sentía el calor proveniente de esta y el olor era horrible. Al igual que Gigie. Su teléfono sonó y comprobó el número. El restaurante.

Respondió. ―Hola.
―Hola, Mew. Soy Kwong. Dios, lo siento. ―Sí, yo también.
―¿Necesitan algo?

¿Una casa nueva? ¿Ropa? ¿DVD? ¿Ollas y sartenes? ―Tiempo. Voy a necesitar algo de tiempo. ―Aunque sabía que era una petición casi imposible. Infiernos, acababa de tomar un mes de vacaciones, cuando recibió a los niños.

―Mew... no puedo darte más de un día o dos. Tienes ese niñero, ¿no?

―Lo tengo, sí, pero...

―Tío, estoy siendo frío. Realmente lo soy, pero, mira. Hay un montón de chicos que buscan ascender y...

Miró su teléfono, luego lo apagó. Suficiente. Estaba acabado. Iba a conseguir un billete de avión a Phuket y se quedaría allí para siempre.

―Mew, el tipo del seguro tiene que hablar contigo. ―Joo le hizo una seña.

―Está bien. ―Se enderezó, respirando hondo―. Está bien.

Podía ver la cara de Rain, la dulce sonrisa de Pearl. Nunca sería capaz de abandonarlos. Nunca.

―Llevará una semana o diez días para que se le otorgue el seguro, pero puedo darle un cheque por 145 mil ahora para que consiga un lugar donde vivir, mientras tanto, compre ropa nueva y esas cosas.

―Está bien. ―Asintió y suspiró.

El agente le entregó un cheque. ―Realmente siento que esté pasando por esto. Voy a colocar en la parte superior este caso, voy a asegurarme que el cheque sea expedido lo más rápidamente posible.

―Así será. Gracias. ―Puso el cheque en su bolsillo trasero, y luego empezó a caminar de nuevo.

Gulf lo alcanzó mientras caminaba. ―¿A dónde vamos?

―No lo sé. ―Sonrió otra vez.

―Debemos ir a comer, pensar en cómo se lo vamos a decir a Rain.

Mew, Gulf y yo - MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora