Capítulo 1 (Parte III)

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–Puedes preparar café para la reunión. Serán alrededor de veinte personas –dijo Park Jihyo con una sonrisa acerada–. Porque sabes preparar café, ¿verdad?

Chaeyoung asintió con vigor y se dirigió a la pequeña cocina de la empresa. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por agradar, aunque ya había notado que la señorita Harper era una mujer dura y que no le iba a facilitar las cosas.

A las once menos cuarto, Chaeyoung empujó el carrito de los cafés hasta la sala de juntas, donde una dama se estaba dirigiendo a los ejecutivos de la empresa. El ambiente estaba cargado de tensión. Hablaba sobre los cambios que pensaba hacer en AeroFancy, pero Chaeyoung no se fijó tanto en su discurso como en su acento japónes, que le resultó inmediata y terriblemente familiar.

Con manos temblorosas, le sirvió el café solo y con dos cucharillas de azúcar que Jihyo le había indicado. No podía creer que fuera Mina.  No podía ser Mina. Le parecía imposible que el destino se estuviera burlando de ella hasta el punto de ofrecerle un empleo en una empresa dirigida por el hombre que más había sufrido por su culpa. Pero era ella. No había olvidado esa voz profunda que siempre le había causado vértigo.

Se puso tan nerviosa que, mientras le llevaba el café, se le salieron los zapatos y llegó a la mesa descalza. Mina se giró y admiró su cabello rubio, recogido en un moño; su perfil delicado, la elegancia de sus manos y la extensión de sus piernas, embutidas en unos pantalones estrechos. Tuvo la sensación de que la había visto antes, pero no la reconoció hasta que la miró a los ojos, que eran de color café pensamiento.

No lo podía creer. No podía ser ella. La última vez que la había visto llevaba el pelo corto y tenía la mirada perdida, como si no viera nada de lo que ocurría a su alrededor.

La tensión de Myoui Mina fue tan obvia que despejó cualquier duda que Chaeyoung pudiera albergar sobre su identidad. Pero, a pesar de ello, sus ojos dorados se mantuvieron perfectamente inexpresivos cuando le dejó el café en la mesa.

–Gracias –dijo.

Park Jihyo decidió aprovechar la ocasión para presentar a Chaeyoung.

–Señorita Myoui, le presento a Son Chaeyoung. Hoy empieza a trabajar con nosotros.

–Sí, ya nos conocemos –declaró Mina con frialdad–. Vuelve cuando termine la reunión, Chaeyoung. Me gustaría hablar contigo.

Chaeyoung consiguió volver sobre sus pasos, ponerse los zapatos sin que se dieran cuenta y alcanzar el carrito. Le sudaban las manos y casi no podía respirar, pero gracias a la disciplina que había adquirido en la cárcel, pudo preparar y servir el resto de los cafés sin derramar ninguno.

Myoui Mina. ¿Cómo era posible que estuviera en AeroFancy? Cheyoung había estudiado a fondo el sitio web de la empresa y le constaba que su nombre no aparecía en ninguna parte, pero era evidente que la dirigía; tan evidente como que sus días allí estaban contados. Cuando terminara la reunión y volviera a la sala de juntas, la despediría. ¿Qué otra cosa podía hacer? A fin de cuentas, era culpable de la muerte de Minho.

Myoui Mina. La misma persona de la que se había encaprichado a los dieciséis años; la mujer por la que se había hecho un tatuaje en la cadera, que ahora le quemaba como un hierro al rojo. Por entonces, ella era una adolescente impulsiva que no salía con ninguna chica porque ninguna de las que conocía le parecían interesantes. Sin embargo, eso cambió durante un fin de semana en el castillo de Minho.

Segura, carismática y 4 mayor que ella, Mina no pareció reparar en su presencia ni mucho menos en que estaba loca por llamar su atención, y Chaeyoung, que jamás se había alojado en un castillo, tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para mostrarse natural en su presencia y en un lugar tan impresionante.

–¿Chaeyoung?

Chaeyoung se dio la vuelta y vio que Park Jihyo la observaba con interés.

–¿Sí?

–No habías mencionado que conocieras a la señorita Myoui.

–Mi padre trabajaba para él. Vivíamos cerca de su casa.

Jihyo apretó los labios.

–Bueno, no esperes que eso te sea de ayuda –le advirtió–. La señorita Myoui te está esperando en la sala de juntas. Retira las tazas mientras hablas con él.

Chaeyoung asintió.

–Yo... ni siquiera sabía que trabajara aquí.

–No me extraña. La señorita Myoui adquirió AeroFancy la semana pasada –le explicó–. Ahora es tu jefa.

–Sí, claro.

Chaeyoung sonrió con debilidad y se dirigió a la sala de juntas, intentando acostumbrarse a la perspectiva de enfrentarse con una mujer que probablemente habría hecho cualquier cosa con tal de que siguiera en la cárcel.

Mina se había levantado y estaba apoyada en el borde de la mesa, hablando por teléfono. Nerviosa como un gato delante de un león, Chaeyoung aprovechó la oportunidad para retirar las tazas de café y llevarlas al carrito, pero su imagen se le había quedado grabada en la mente: un poco más alta que ella, perfectas curvas, con un traje que le quedaba como un guante y una camisa blanca que enfatizaba el tono claro de su piel. Todo en ella era bello; desde sus pómulos hasta su nariz recta, pasando por una boca sorprendentemente sensual.

No había cambiado. Aún rezumaba una energía y un aire de autoridad abrumadores. Era la hermana mayor de Minho. Y, si hubiera hecho caso a las advertencias de Minho, él habría seguido con vida.

–¡Deja de coquetear con Mina! –le aconsejó vehementemente durante la fiesta de aquella noche fatal–. Eres demasiado joven y demasiado inexperta para ella. Y aunque no lo fueras, Mina te comería para desayunar... es una depredadora con las mujeres.

En aquella época, Mina era rubia, elegante y refinada; todo lo que Chaeyoung no era. Y le pareció tan fuera de su alcance, tan por encima de ella, que le partió el corazón.

Obsesionada con ella, atesoró hasta los detalles más pequeños de su vida. Sabía que tomaba el café con azúcar y que le gustaba la catsup. Sabía que apoyaba causas solidarias en los países en vías de desarrollo. Sabía que su infancia había sido difícil, que su madre los había abandonado y que su padre bebía en exceso. Sabía que coleccionaba coches y que adoraba la velocidad. Incluso sabía que odiaba ir al dentista.

–¿Chaeyoung?

Chaeyoung se giró hacia Mina, que acababa de colgar el teléfono.

–¿Sí?

–Hablaremos en mi despacho. –Mina se apartó de la mesa y abrió una puerta–. ¡Y deja el maldito carrito en paz!

Ella se ruborizó, incómoda, y apartó la mano del carrito. Mina entrecerró los ojos y la observó, descendiendo desde sus ojos marrones hasta su boca, que le pareció tan sensual como en los viejos tiempos.

Tuvo que respirar hondo para refrenarse y no dejarse llevar por unas emociones que creía haber superado.

Chaeyoung siempre había sido la tentación personificada, pero también la fruta prohibida que no debía probar en ningún caso. Y ella, que se preciaba de saber controlarse y de respetar las normas, las rompió y la probó.

Solo fue un beso. En principio, nada importante. Salvo por el hecho de que terminó destruyendo a su familia.

Chaeyoung pasó ante ella con inseguridad, aunque mantuvo la cabeza bien alta, negándose a mostrarse débil o preocupada. Además, conocía bien a Mina. Era una mujer dura e implacable en los negocios, capaz de asumir riesgos y de plantar cara a la adversidad, pero jamás había sido la mujer brutal y conservadora que parecía.

No había olvidado del apoyo incondicional que le dio a Minho.

Chaeyoung entró en el despacho, angustiada. Habría dado cualquier cosa por volver a oír la risa de su difunto amigo.

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2020 ⏰

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Inocencia Probada [MICHAENG] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora