Siete

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El taxi les llevó al otro lado de la cuidad, deteniéndose delante de un edificio sin nada destacable como números o letras.

A continuación se bajaron del coche y entonces el alfa abrió un gran portón de metal, metió al omega y finalmente tras comprobar que nadie los había seguido, entró también.

-Tranquilo, no temas no te haré nada-dijo el alfa sonriendo y tendiéndole una mano para que dejase de temer y entrase en el montacargas.

A pesar de todo, el omega estaba intranquilo pues tenía miedo de que esa amabilidad del alfa solo fuese una pantalla a una horripilante vida de esclavitud pues en todo el recorrido, este no le había dicho ni una palabra de a dónde iban o quién era.

Subieron a la tercera planta y allí Troy abrió una puerta de madera, la cual se encontraron justo al salir del elevador.

El omega castaño se quedó con la boca abierta cuando este la abrió, ya que el lugar era hermoso y muy lujoso, estaba lleno de finas antigüedades que daba miedo tocar para no estropearlas, además era muy luminoso y olía muy bien.

-¿Te gusta?— preguntó el alfa tras él.

-Oh claro, ¿y a quién no?...esto es maravilloso... Yo jamás había visto, ni estado en un lugar así- habló este con sus ojos brillantes por la emoción.

De repente una omega de unos treinta años y una joven beta de unos veinte se acercaron a la sala e hicieron una reverencia al alfa y al omega, el cual las miró extrañado.

-Bienvenidos señores, ¿desean algo para tomar antes de la cena?.

-Hola Greta y hola Sofía...miren, les presento a Saint -dijo Troy muy sonriente.

-Encantadas señor Saint-dijeron estas al unísono.

El omega las miró atónito pues le estaban llamando señor a él, no entendía nada de aquello e incluso pensó que se había transportado a otra dimensión.

-Tráenos unos refrescos Greta, gracias—ordenó entonces el joven alfa.

Cuando las empleadas se fueron, éste agarró al castaño por los hombros y lo llevó al sofá para que se sentase mientras esperaban.

-¿É-Esta es t-tu ca-sa?-preguntó el omega temeroso.

El joven alfa rió.

-No, mi querido Saint...Yo no podría permitirme estos lujos ni en sueños, todo esto es de un benefactor.

-¿Un be-benefactor?.

-Bueno ya lo entenderás... De momento hazte a la idea de que vivirás aquí...este será tu nuevo hogar a partir de ahora, aunque deberás respetar unas reglas, por supuesto.

-¿Mi hogar?...pero yo soy un omega sencillo... Debería ir a ayudarles a Greta y a Sofía- habló este levantándose del cómodo sofá.

-No, nada de eso, tú no trabajarás aquí... tú serás el dueño y señor.

El castaño omega lo miró aún más confuso.

-No lo entiendo, esto es una broma ¿verdad?, Dímelo ya, ¿seré tu prostituto de lujo o algo así?.

El alfa rió de nuevo.

-Mañana cuando el jefe venga, te dirá tú función, mientras tanto te recomiendo que disfrutes de todo esto, eso sí, no intentes escaparte o ya no seré tan benevolente.

Saint asintió pero se quedó muy preocupado pues no entendía nada de aquello y al parecer el tal Troy no iba a aclararle nada.

Tras una cena exquisita, este fue conducido a la que sería su habitación, la cual era tan hermosa como la sala, todo era delicado y muy brillante, parecía una de esas habitaciones que Saint había visto en las revistas o en los escaparates de las mueblerías.

...-Bien, buenas noches... que descanses-dijo entonces el alfa cerrando la puerta, después de haberle indicado donde estaba todo lo necesario, como el baño y su ropa nueva.

Este se acostó en la mullida cama y pensó en lo extraño que resultaba todo aquello, seguía teniendo miedo del día siguiente pues no quería que se acabase lo bueno, además no tenía ni idea del que clase de alfa lo habría comprado, ya que por lo visto Troy solo había sido un mero mensajero.

El omega se acomodó y suspiró sonriente, hacía mucho tiempo que no dormía en una cama tan cómoda y calentita y en la que tras unos minutos, se quedó dormido profundamente.

3. «Era un omega destrozado»-Zaintsee-Mewgulf -Omegaverse-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora