Quisiera que nadie pudiera saberlo, que no me tuvieran pena, pero cada día veo que es mas imposible.
Algunos creen que tener una enfermedad terminal es solo algo que opaca el ego, que destruye el alma, pero no es asi, el alma muchas veces se fortalece sabiendo que nada puede hacerse, que solo resta vivir cada día, literalmente, como el último; y agradecer cada mañana por ese rayo de sol que ilumina el rostro al despertar...tener por siempre amarrada la vida a tus pies es imposible, eso lo aprendi, o mejor dicho, eso me lo enseñaron...
Era primavera, lluviosa y a la vez soleada, tan ambigüa como la misma vida, tenia solo 13 años, cuando el doctor Michell, Sergio, como le gustaba que lo llamara, lo dijo acongojado, mis desmayos no eran por anemia o cansancio, o falta de vitaminas, etc., etc., padecía una enfermedad de "celulas x", y eso no me hacía una X-Men, me hacía frágil, cada día sería un milagro. Ya ocupaba mi médula, mis células no funcionaban bien, y las que se formarían posteriormente, nacerían con deformidades, no se mucho de medicina, solo se que los dolores aumentan, no llega oxígeno a mi cerebro como debería...y asi, poco a poco, me pierdo de la Universidad, de los bailes...y solo Dios sabría de que más, yo por mi parte, no tenía deseos de conocer el final antes de tiempo: un paso a la vez, me dije, y asi estoy viviendo, sobreviviendo, desde entonces.
Ya estoy cerca de cumplir mis "¡Quince Bellos Años!" , como dice mi madre, siempre positiva, con su cabello castaño hoy, mañana rubio...no decide que color tener en su cabeza, yo particularmente, creo que no sabe que sentimientos albergar en ella y en su corazón, después de todo, luchar con mi humor cuando los dolores me superan y no soporto a nadie a mi lado, no debe ser fácil, como tampoco verme sin ganas de simpatizar con nadie de la familia o extraños.
Solo veo de lejos ese piano de cola que no toca mi padre hace años, alto, rubio, de ojos saltones negros, imponentes, creo que si pudiera tener posibilidades de presentarle un pretendiente, lo espantaría con solo verlo en la sala leyendo, sin embargo, es dulce y comprensivo, mas aún que mi madre, mas aún que yo misma...
Asi, mi único deseo para mis bellos quince años, es poseer la habilidad básica, de poder conocer las notas y tocar ese bello piano, que parece llamarme cada vez que paso por su lado, asi me anime y esa mañana se los dije.
-Estas loca, no, ¡no lo permitire!- chilló mi madre. Cristina siempre pensando que podía fatigarme mas de la cuenta y la exigencia de memorizar las notas para ella era demasiado para mi, yo creo que soy ya una carga, y que si me desmayo, llevarme a la planta alta, para recostarme, una vez mas, eso es demasiado para cualquiera.
-Hija, no puedes retener un mínimo párrafo de la poesía mas corta, que te trata cada día de enseñar tu tutor en casa, ¿como crees que puedes retener una nota? , ya somo los tres adultos, bueno, Miranda, casi cumplís quince, te puedo tratar como una adulta, y nadie jamás te ocultó nada, no voy a hacerlo ahora.- sostuvo mi padre, Luis no comprendía que extrañaba el que él lo hiciera, así que quería intentarlo yo, quería oír nuevamente la melodía dulce de ese instrumento, en casa ya no había música, ni "vida", eso me enoja, me velan antes de tiempo.
-MIren, no tengo muchas expectativas en lo que me queda de vida, estoy cada vez mas débil, y se que muchas tardes no se que pasó conmigo en la mañana, pero...han gastado tanto en mi tratamiento inutilmente, que no veo la razón para que me nieguen este humilde regalo. Tampoco les pido escalar el Everest, ni nada semejante, solo tratar de tocar algunas notas...solo eso por favor...siiii?- mis ojos verdes , los que mas de una vez, a solas, se empañan de lágrimas, esta vez solo tenían un brillo de deseo intenso de que me permitieran intentar...ya había adelgazado mas de tres kilogramos estas dos semanas y me costaba sostener una bolsa en las manos, era como si me estuviera habandonando poco a poco mi propio yo.
Solo obtuve una humilde respuesta: "lo pensaremos" y al unísono.