ZWEI

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Decir que no había tenido intenciones de repetir, habría sido una mentira, sin embargo, pese a mis ganas por hacer otro clon de sombras no había tenido oportunidad. La primera vez, hace una semana, luego de que salí de la ducha, me encontré con Kisame quien había vuelto recién de su misión en solitario y horas más tarde, la guarida de la organización estuvo nuevamente llena de gente. Los gritos, las peleas y las carreras por los pasillos me embotaron la cabeza y preferí pasar la mayor parte en solitario, saliendo solamente para ir a comer y a entrenar.

Una semana después me encontraba cerca de Suna, con Kisame, en una misión, debíamos escoltar a un hombre rico, camino a la Tierra del Fuego, una misión menor, pero con las que nos hacíamos de dinero para poder financiar nuestras necesidades y acciones criminales.

Llegamos rápidamente al lugar donde debíamos dejar al hombre, había sido una misión sencilla, tan sólo nos habíamos encontrado con unos ladrones de caminos, pero los redujimos sin mayor problema. 

De vuelta nos quedamos en una posada y allí Kisame no dudó en cortejar a algunas damas y llevarlas hasta su habitación, pensé en decirle algo, por querer disfrutar con tres chicas, pero guardé silencio y lo miré con una sonrisa divertida, no tenía mucha moral después de todo.

Luego de que me quité los brazos de algunas chicas que me prometían disfrutar del mejor sexo de mi vida, lo cual dudaba completamente, porque siendo sincero y sin pecar de egocéntrico, el mejor sexo de la vida, hasta ahora, lo había tenido conmigo mismo hace una semana atrás. 

Cuando por fin estuve solo, me interné en la habitación que compartiría conmigo mismo, durante esta noche y cerré el pestillo. No quería que nadie me interrumpiera.

Sin demoras, me desvestí y me tendí sobre la cama e hice un clon de sombras, uno muy especial de hecho. 

Un yo, de trece años estaba frente a mí, con una mirada lujuriosa, recorriendo mi cuerpo y vestido de AMBU. Debía reconocer que era un pervertido, pero el cuerpo pequeño y frágil de aquel igual, con la banda de Konoha aún intacta sobre su frente y la katana en la espalda logró encenderme.

Gateé sobre la cama, y en un rápido movimiento desprendí sus pantalones dejándolos a la altura de sus rodillas. Su miembro yacía duro entre mis manos, al igual que el mío y sin demoras, me lo llevé a la boca. Los gemidos de gusto de mi igual, mientras jalaba mis cabellos me estaban encendiendo aún más, y no sabía si sería capaz de seguir sin correrme en las sábanas, necesitaba penetrarlo, saber que se sentía penetrar un cuerpo pequeño, porque desde que tenía memoria había sido esa mi fantasía más retorcida, y no precisamente con un clon de sombra, sino con una persona de carne y hueso, aquel que había jurado matarme.

Retiré el miembro rojo e hinchado de mi boca y lo miré hacia arriba. El AMBU tenía una mirada cargada de prepotencia, tan similar a la de mi hermanito y de sólo imaginármelo a él en vez de mi yo pequeño ahí, una corriente de placer atacó mi pene, haciéndolo chorrear un poco. 

Su mano bajó hasta mi virilidad y la tomó con fuerza, un gemido a un volumen bastante alto salií de mis labios abiertos y él aprovechó para besarme, fuerte, áspero y demandante. Gemí dentro del beso, mientras me bombeaba, pronto me correría si seguía así. Estaba a punto de llegar cuando un golpe en la puerta detuvo mi actuar. El clon de sombras se disolvió en el instante. ¡Mierda!

-Itachi, debemos irnos - informó Kisame desde el otro lado.

-Enseguida voy - respondí intentando calmar mis respiraciones. Las sensaciones de mi clon llegaron a mi de golpe. No alcancé a acallar el gemido cuando me corrí hincado en la cama con las piernas abiertas. El cobertor había quedado hecho un desastre. Bueno, ya no era mi problema.

Me vestí rápidamente y salí de la habitación. Allí, frente a mí, recargado en la pared estaba Kisame, una sonrisa socarrona estaba en su rostro. Se acercó a mí y palmeó mi espalda.

-¿Qué hacías Itachi? - me atraganté con mi saliva y disimulé la tos.

-¿Qué dices? - miré hacia el otro lado, rehuyendo de él, no quería que me descubriera o si no no dejaría de molestar.

-Vamos, te oí, estabas gimiendo y bastante fuerte, debo decir, ¿te estabas divirtiendo con alguien? - No dije nada, pero él retrocedió un par de pasos y abrió la puerta mirando hacia dentro, específicamente sobre la cama.

-Vamos, dijiste que debíamos irnos - Le dije mientras caminaba hacia las escaleras.

-Te estabas masturbando - Me empujó divertido - Aunque tus gemidos eran demasiado altos como para que así fuera... - me miró fijamente por algunos segundos y su sonrisa poco a poco fue aumentando - ¿no me digas.... no me digas que hiciste un clon de sombra? - Abrí los ojos desmesuradamente sin poder evitarlo y sentí como mis mejillas se ruborizaban, giré la cara hacia el otro lado. - ¡Oh por Dios, Itachi! ¡Eso si que es tener amor propio! - Rió con ganas.

¡Excelente! ahora tendría material para molestarme por un año entero.


                                                                             🍡🍅🍡


El sol ya había caído y el sofocante calor, menos mal había pasado. Odiaba el calor, sentir el cuerpo sudoroso y los calzoncillos aplastando mis bolas. Necesitaba una ducha urgentemente y quizás una manito por allí abajo. ¿Hace cuánto que ni siquiera me masturbaba? Mucho tiempo. Había olvidado hace cuanto no estaba solo, siempre con Kabuto pisándome los talones y aquella asquerosa voz, ya me tenía cabreado, además de sus lascivas miradas e insinuaciones que sólo me daban ganas de matarlo. Prefería a Orochimaru, por lo menos no era tan cargante, claro que su actitud cariñosa y la manía de querer siempre tocarme, me mareaban. Ese era otro al que asesinaría cuando tuviera oportunidad.

Algunos kilómetros más adelante lo vi y me sentí dichoso. Si hubiese sido pequeño y feliz quizás habría corrido y me habría sumergido en sus aguas, pero ya no era ese niño estúpido, así que con parsimonia me acerqué y de a poco me fui desvistiendo.

El agua estaba helada, pero mi sudoroso cuerpo lo agradeció. Un suspiro de gusto dejó mis labios y me permití sonreír mientras me zambullía de un saltó. Salí del agua, abrí los ojos y peiné mi cabello hacia atrás, ¡Qué gusto! Me acerqué hasta la orilla y tomé mis cosas, comencé con mi cabello, haciendo espuma y limpiándolo, luego de que lo aclaré en el agua del río, tomé la barra de jabón y comencé a frotarme el cuerpo. Cerré los ojos imaginando que eran las manos de alguien más las que me tocaban. No sé en que momento empecé a gemir, pero cuando llegué a mi pene, este ya se encontraba duro y erguido en toda su longitud. Dejé caer la barra en la orilla y afirmé la espalda en una roca, alerta de que no hubiera nadie vigilando y comencé a tocarme. 

Apreté la carne, mientras jadeaba, subí y bajé mis manos a un ritmo constante. Mis ojos se cerraron y mi boca se abrió permitiendo escapar aquellos gemidos de gusto. Los movimientos de mi mano aumentaron la velocidad, oía mi mano golpear mi carne, mientras eran acallados por los berridos que ya salían de mí. En un último movimiento y mientras acariciaba con mi pulgar el glande, me corrí sobre mi mano y el agua, viendo como la corriente se llevaba el vestigio de mi placentera actividad.

Sonreí, mientras me vestía. Había pasado un buen tiempo, pero definitivamente lo repetiría.



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Yyyyyyyyy.... ¡Aquí está! Sé que lo esperaban, pervertidas.

Disfruten leerlo, como yo disfruté escribirlo.

No olviden votar y comentar, que me hacen muy feliz


Besos sin COVID

Silbermond.



CLON DE SOMBRA [ITASASUITA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora