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El sol acariciaba su piel blanquecina y bien cuidada; temiendo que manchas rojas tinten su piel, cubría esta con la camiseta holgada de cuadros rojos y blancos, algo tan bello a su parecer. Observaba con serenidad el agua caer y correr por la tierra mojada, dándole vida a las margaritas de su madre quien se encontraba preparando una tarta de manzana en la cocina.
La madera de roble claro era parte de su rutina mañanera, siempre la contemplaba mientas sentía el agua fluir en el jardín soleado de su patio trasero. Una larga valla pintada de blanco rodeaba su hogareña casa que siempre olía a canela y a dulce; un gran árbol castaño daba sombra, donde usualmente se encontraba durmiendo su gato Cheese. Donde leía con avidez libros sobre la historia de la música o recetas de cocina, también dibujaba algunos garabatos o observaba el patio de su vecino.
Pintura descolorida, césped seco, algunos fragmentos de metal y chatarra, y lo peor para ella:
Plantas descuidadas, a medio morir. En eso consistía el patio de su vecino.
El sauce llorón que se escondía en la esquina de aquella casa siempre era protagonista de su distracción. También pudo notar una maceta con un pequeño cactus en el alféizar de su ventana, y esta sí se encontraba en buenas condiciones. No conocía bien a su vecino, de vez de cuando de soslayo veía una rebelde y brillante cabellera rubia caminar por allí; sus hebras danzaban en el aire tan apuradas y nerviosas y podía oir los balbuceos de su vecino ya que este no controlaba bien del todo su tono de voz.
Algunas veces sentía explosiones o humos salir de aquella inusual casa, junto con los chillidos del vecino. Había preguntado a su madre sobre aquel peculiar chico y le había dicho "Se llama Miles Prower, un chico muy listo para su edad, le gustan mis brownies de chocolate más que nada", había explicado también que era un año mayor que ella. Observador y amable, eso lo caracterizaba.
Pequeños ruidos toscos y pausados llegaban a sus oídos, arruinando su lectura con algo de fanfarroneo. Observó a su costado derecho más en concreto a la casa de Miles, y sorpresivamente este se encontraba arreglando una máquina que no logró ver tan específicamente.
Sólo conocía su nombre y edad, y también que tenía una bonita cabellera rubia y un gran corazón, por lo que contó su madre. Nunca fue poseedora de la atención de su vecino pero ahora que la tenía pudo percatarse de dos grandes e iluminados ojos color celeste, casi igualando el mismísimo cielo con el que soñaba cada noche estrellada.
Calló al enterarse que estaba divagando mientras jugaba con la melena de Cheese, y también al ver que su tarea de historia aún se encontraba medio vacía y muy abandonada.
━Tradiciones arquitectónicas... ━murmuró Cream algo perdida, varias veces.
━Cualquier cultura o civilización humana tiene su propia tradición arquitectónica que implica diferentes maneras de pensar, ordenar y crear estructuras o espacios físicos derivadas de las peculiaridades del ambiente físico en el que se desarrollaron. ━explicó el rubio.
