│• Sufrimiento •│

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●•La canción es lo suficientemente larga para acompañar la lectura•●

Me quedé quieta dejando que las lágrimas afligidas empaparan con mayor intensidad mi rostro, mientras sus labios no se separaban de los míos, las yemas de sus dedos se resbalaron por mi cuello lentamente degustando la suavidad de mi piel

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Me quedé quieta dejando que las lágrimas afligidas empaparan con mayor intensidad mi rostro, mientras sus labios no se separaban de los míos, las yemas de sus dedos se resbalaron por mi cuello lentamente degustando la suavidad de mi piel.

La incertidumbre era plena ante sus acciones. Ni si quiera podía sentirme asqueada de tanto terror que le tenía, el miedo me mantenía quieta sin llegar a apartarme por el pánico de una mala reacción suya.

Se separó de mí y no me atreví a mirarlo. Decir que me sorprendería que quisiera abusar de mí, sería tonto, porque si con mamá no se detuvieron ¿Por qué él lo haría conmigo? Después de este beso todo me era claro en muchos sentidos.

— Eres incluso más hermosa que tu madre — cerré los ojos y tragué saliva. No tenía derecho a nombrarla.

Me tomó del brazo y arrastró hacia el sofá tirándome en ella. Fue hacia su escritorio y cargó lo que parecía licor en un vaso y regresó a mí dejándola enfrente, sobre una mesita.

— Tómalo — negué y recosté mi espalda por el sillón mirando hacia otro lado — Estás dispuesta a morir, pero la vida de Grace no me importa más que la tuya — tomó mi barbilla y lo giró hacia él.

— No la toques — susurré.

— Dime como lo hicieron, dime como lograron que solo tú tuvieras la ubicación real — se puso de cuclillas frente a mí.

— Es estrategia de espionaje — no le voy a decir nada — Mátame Daven, hazlo, porque no te diré nada — su mano bajó a mi herida y lo presionó. Grité intentando apartarlo, me presionó con mayor fuerza al respaldar y me miró dispuesto a no soltarme.

Empecé a toser mientras el llanto salía con su tortura. Solté sollozos y clavé mis uñas en su brazo, sin embargo, ejercía presión en mi vientre.

Aguanta... una voz me susurraba en mi mente.

Posó su otra mano en el segundo impacto y lo presionó tensando su mandíbula con la fuerza que estaba ejercieron contra mi cuerpo.

Grité, lloré, me removí, sollocé y él se negó a soltarme. Me miraba con esos ojos inexpresivos, que no me dejaban saber qué es lo que pensaba. Se fuerte, me repetía, pero no podía. Liberó una herida y rodeó mi cuello, presionándola.

— Dímelo — habló rozando sus labios con los míos. La desesperación me cubría cada segundo largo que pasaba, cada mínimo tiempo en donde mis pulmones pedían a gritos aire.

Resiste... todo se acabará pronto.

— ¡Tráiganlo! — gritó soltándome, perdiendo la paciencia. Me alejé lo más posible de él y caí en el suelo tosiendo, las lágrimas gruesas no me permitieron ver que es lo había pasado por la puerta, pero el desespero de recuperar aire me hizo olvidar el dolor físico que cubría todo mi cuerpo y reparar asustada en su objetivo.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora