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15 - Interrupciones -

El día de hoy en el colegio fue bastante raro.

Empecé mi día igual que siempre, levantándome a la fuerza, tomando una ducha y preparándome para mi primer clase. En los pasillos, Jasmin me reconoció, se acercó a mi con otro grupo de chicas y empezamos a discutir sobre los vestidos de la fiesta, a la cual, no había sido invitada porque Tomás pensaba que no era mi tipo de escena. Bueno, tenía razón, pero no voy a negar que al final del descanso empecé a sentirme emocionada por todo esto.

Me senté a lado de Mia en mi clase de inglés, pero Paula llegó y le dijo que buscara otro asiento. En cuanto se sentó a mi lado, comenzó a preguntarme sobre mi relación con Tomás. Después, empezó a contarme sobre como había teñido su pelo de rosa el fin de semana, y que por eso usaba una gorra de baseball, la cual, aparentemente, desentonaba con su vestido. También me dijo que como era la gorra de Guido, todos había empezado a decir que la usaba porque estaban saliendo, no por su pelo y eso la aliviaba.

Y como si todo eso fuera poco, durante el almuerzo, cuando estaba sentada en mi usual mesa, sola, vino Tomás con algunos de sus amigos y se sentaron a mi lado. Era bastante raro el hecho de que sólo por qué Tomás había tenido sus manos bajo mis pantalones, ahora todos sabían mi nombre. Me pasaba todos los días imaginando ser popular, pero para ser sincera, jamás me imaginé que sucedería de esta manera.

Todos sabían todo de todos, y si alguno de los chicos populares odiaba a alguien, era como una ley que vos lo odiaras también. Si, esa era la presión de pertenecer a un grupo.

Me sentí realmente aliviada cuando la campana sonó, anunciando el final de la jornada estudiantil, deseando que el día de mañana fuera menos raro. Pero tuve que recordarme a mi misma que la vida ya no era tan fácil como stalkear "stydia" en tumblr y eso empezaba hoy, yendo a la casa de Tomás.

- Estuviste actuando un poco raro, bebé. - comentó Tomás mientras me sentaba en el asiento de copiloto de su carro.

- Me siento rara. - confesé mientras me recargaba en la ventana y procesaba todo lo que había pasado el día de hoy.

- ¿Es el aromatizante del auto? - preguntó rápidamente Tomás mientras descolgaba la figurita de pino que colgaba del espejo retrovisor. - Le dije a mi mamá que comprara brisa tropical, no entiendo por qué compró frescura de montaña, juro que...

- Tomás, cálmate. - solté una risita mientras agarraba su temblorosa mano de la figurita de pino y la ponía abajo. Él me miró, dándome una preciosa sonrisa y no puse evitar devolverle el gesto. Él era tan malditamente adorable, había algo en la manera en que siempre lucía tan nervioso cuando estábamos juntos que me daban ganas de abrazarlo fuertemente.

- Perdón. - suspiró mientras entrelazaba nuestros dedos juntos. - Todo el mundo estaba raro hoy, pero me alegro de saber que ahora sólo estamos tú y yo.

Sonreí, sonrojandome ante sus palabras. - Yo igual.

Tomás separó nuestras manos y quitó la llave del carro mientras mi miraba como avergonzado. - De verdad siento arruinar el momento, pero necesito hacer del baño.

(...)

Tomás vivía en la misma calle que Pablo. Su casa era casi tan grande como la del rubio. Tomás se quitó sus zapatos antes de entrar y yo hice lo mismo.

Un pequeño perro negro corrió en nuestra dirección y se paró justo a lado de la puerta, Tomás se tiró al piso para saludar a su mascota. Sonreí mientras observaba como tomaba su cabeza en sus manos y besaba su nariz mientras el perro lamía un poco la cara de Tomás. No era mucho una persona de mascotas, pero ver a Tomás siendo adorable hacia que mi corazón se acelerara. El me miró mientras se ponía de pie y volvía a mirar al perro.