Veintisiete (Pasado de Saint 3/4)

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De la noche a la mañana, el jovencísimo omega castaño se quedó sin padres y con lo puesto pues como la casa estaba hipotecada y debido a las múltiples deudas que tenían, el banco no tardó en reclamarla.

El entierro de sus padres fue pagado por el Estado y fue el momento más triste que puede existir pues aparte de que muy poca gente asistió, Saint no tenía ni para comprarle un ramo de flores y ponerlas en sus sencillas tumbas.

Para colmo, una asistente social apareció en su puerta para llevárselo a un orfanato pues tenía solo dieciséis años y no tenía más familia.

Este solo pudo cogerse una mochila con ropa, antes de salir y que un cerrajero llamado por el banco, cambiase la cerradura de la puerta.

La vida en el orfanato al que lo llevaron era horrible, este era un lugar viejo, sucio, la comida era vomitiva y además, las monjas eran muy estrictas.

Aunque sin duda lo peor de aquello, fue cuando tras una semana allí, el alfa guardián que se quedaba en las noches vigilando se puso enfermo y entonces lo sustituyó otro.

Saint y los demás niños y niñas dormían en camitas en una gran sala y en la primera noche, este se despertó en la madrugada y entonces se dio cuenta de que había alguien merodeando cama por cama.

Al principio pensó que era normal que comprobaba que todos dormían para que descansaran, aunque el otro guardián nunca lo había hecho.

A medida que Saint se fue desvelando más a menudo, comprobó que lo que hacía éste no era comprobar si los niños dormían, sino que lo que hacía era observar a los más hermosos que resultaban ser los más pequeños y inocentes.

Pero pronto el guardián pasó de observarlos a tocarse mientras los miraba y jadeaba como un cerdo, hasta que luego de eso, pasó a acariciarlos mientras se tocaba.

A veces, Saint les oía quejarse por lo que empezó a hacer ruidos y este entonces se asustaba y huía a su garita por miedo a que lo descubriesen las monjas.

Este dudaba si decírselo a estas pues él sabía que no lo crearían, ya que a los niños más mayores siempre los castigaban por cualquier cosa y mucho más si ellas creían que les estaban mintiendo, así que finalmente no lo hizo.

Otra razón del porqué no lo dijo, fue que él pensaba que no duraría mucho más allí dentro, ya que tenía muchas esperanzas de que le concedieran la beca por fin y entonces se iría a la escuela interna de música en breve y dejaría todo aquello.

Tras todo un mes allí dentro, un día la directora del orfanato lo llamó al despacho y le entregó una carta del Departamento de concesiones de becas estudiantiles.

Este muy ilusionado la abrió pero su sonrisa se desvaneció cuando comprobó que no era uno de los afortunados que se la había llevado

Tras haberse derrumbado como un castillo de naipes su sueño de un futuro mejor, a Saint ya le dio igual todo, así que hizo todo lo posible para que lo echasen de allí pero no lo logró, lo único que consiguió fue que la directora le ordenase al guardián vigilarlo muy de cerca.

Entonces, el asqueroso alfa empezó a observarlo a él, muchas noches se durmió y se despertó sintiendo ojos sobre él, lo oía relamerse y jadear, entonces se hacía el dormido hasta que este se desahogaba y se iba.

Como había sucedido con los más pequeños, el alfa pasó de observar a los tocamientos y aunque el omega finalmente se lo dijo a la directora está no le creyó nada.

El guardián le tapaba la boca mientras lo manoseaba, hasta que esto no le fue suficiente y una noche quiso violarlo.

Saint fue sacado de su cama y llevado a los baños, allí luchó y luchó con todas sus fuerzas para quitarse al alfa de encima y al fin consiguió zafarse, entonces corrió todo lo que pudo por los largos y oscuros pasillos hasta que llegó a la cocina.

A tientas cogió lo primero que pilló, así que rodillo de madera en mano esperó que el alfa llegase y le dio un fuerte golpe en la rodilla por lo que éste tropezó y cayó al suelo.

El guardián intentaba levantarse, así que Saint sin pensárselo dos veces y con todas sus fuerzas le dio otro golpe en la cabeza y éste cayó inconsciente de nuevo al suelo.

Muerto de miedo pensando que lo había matado y temiendo que llamasen a la policía y lo llevasen a aquella horrible cárcel donde le habían robado y golpeado, este decidió escaparse del orfanato.

Cogió las llaves del alfa y corrió por los pasillos hasta la puerta principal y tras conseguir salir, este siguió corriendo hasta salir de la propiedad donde descalzo y en pijama, siguió corriendo calke abajo, hasta que ya no vio el horrible edificio tras él.

Muerto de miedo y frío, este se acurrucó en la esquina de un portal de un edificio que tenía la puerta entreabierta y en el que al entrar se sintió más protegido, entonces se quedó dormido.

Por la mañana, un beta que parecía un vecino lo despertó.

...-Muchacho, ¿qué haces durmiendo aquí?, ¡anda muévete!, ¡esto no es un hotel para vagabundos!, ¡largo de aquí!-le gritó cogiéndolo del brazo y echándole a la calle.

El joven omega se fue y empezó a caminar, sus tripas rugían, tenía hambre pero no tenía dinero, sus ojos se caían y su boca se hacía agua al pasar por los locales de comida en la que se paraba a mirar pero de todos los sitios lo echaban, hasta que por fin una dulce señora se compadeció de él y le dio un trozo de pan con fiambre y un refresco.

Se sentó en un banco a comérselo y cuando lo terminó siguió andando hasta que llegó un parque y entonces se sentó en uno de los columpios, no sabía a dónde iría, ni donde dormiría, estaba completamente perdido.

Empezó a columpiarse, mientras veía como la gente pasaba a ante sus ojos a pie y en sus coches, yendo de aquí para allá sin reparar en él, haciéndolo sentir insignificante, cómo si para el mundo fuese completamente invisible.

3. «Era un omega destrozado»-Zaintsee-Mewgulf -Omegaverse-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora