5. Normas que cumplir

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Narra Samuel:

Después de dejar a mi nueva mascota en su nueva habitación, fui hacia el comedor, donde cuatro de mis más hermosas empleadas me esperaban con una deliciosa cena... Que digo cena, eso era un banquete, y sólo para mí. 

Me senté en la enorme mesa, sólo como siempre, y es que disfrutaba el comer así. 

Al principio ordenaba a algunos empleados que comiesen conmigo, para sentirme algo acompañado. Pero con el tiempo decidí que ellos no debían comer en la misma mesa que yo, son demasiado inferiores para compartir con ellos la misma comida.

—Señor, ¿gusta hoy de algún vino en especial? —preguntó la más joven, y nueva, de mis sirvientas.

—Un Gran Reserva, Syrah 2012, rápido. —respondí con indiferencia. Hoy, especialmente, no tenía demasiada hambre, ya que había tenido la cena junto a mi padre.

La joven salió velozmente en busca de lo que le ordené. 

En casa tengo una reserva de vinos, la cual renuevo mensualmente. 

Volvió en menos de cinco minutos con lo que le pedí, me sirvió el vino en la copa y se quedó parada a un lado de la mesa, seguramente esperando a que le dijera que se retirase.

Comencé a comer tranquilamente, era totalmente indiferente a la presencia de esa chica. 

Una de las trabajadoras más antiguas de aquí, se acercó a la joven, le susurró algo y se la llevó consigo.

Después de comer me dirigí a una habitación habilitada como oficina en casa.

Guillermo era una de las tantas mascotas que había tenido a lo largo del tiempo, para ser más exactos, era el quinto, aunque las primeras cuatro no tuvieron un buen final. Algunos no aguantaron los tratos que les propinaba y morían o escapaban. Sólo las primeras dos mascotas lograron huir, ya que después mandé a reforzar la seguridad y castigar a los responsables de que aquello sucediese.

—Hora de escribir las normas. —dije para mí mismo, esbozando una sonrisa. Siempre había sido mi parte favorita el momento de escuchar a mis mascotas leer las normas en voz alta, con el temor corriendo por sus venas. Sus caras de terror, tiritando completamente... Verlos así me encantaba.

Luego de escribir unas cuantas normas me di cuenta de que se me había hecho tarde, ya eran las dos de la mañana, y aunque no trabajé en nada, yo siempre estaba acostumbrado a madrugar para ir al gimnasio. 

Me levanté de mi asiento y me dirigí a mi habitación, no sin antes pasar por el "calabozo", donde se encontraba mi nueva víctima. 

Guillermo se encontraba durmiendo en la cama, acurrucado y con expresión de preocupación en la cara, una de mis favoritas. 

—Señor de Luque, ¿necesita algo? ¿Se encuentra bien? No es normal verlo a estas horas —dijo uno de mis empleados, al verme entrar a mi habitación.

—Estoy perfectamente. —respondí sin siquiera mirarlo. Cerré la puerta, me desvestí y luego me tendí en mi cama, logrando dormir inmediatamente.

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora