Cena de Navidad

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Charles volvió al interior de su casa totalmente triste, quería acostarse y dormir hasta que ya no le quedaran energías ni para eso pero dos personitas lo estaban esperando ya sentados a la mesa, desayunando ajenos a la situación que acababa de presentarse. Como era ya su costumbre, tuvo que poner una sonrisa en su rostro para no preocupar a sus mellizos, tomó asiento y comenzó a ingerir los alimentos sin apetito alguno.

_ Papi ¿A qué hora iremos a hacer las compras para la cena de mañana?

_ Más al rato Wanda, ahora desayunemos en silencio por favor.

_¿Estás triste papi?

_ ¿Porqué el profesor se fue?

_ No, sólo estoy algo cansado... ¿Que tal si vemos una película y hacemos muchas palomitas y nos acurrucamos en el sillón?

_ ¡Siii! ¿Podemos ver Frozen?

_ No mejor vemos Gotzila.

_ Veremos ambas, anda a terminar su desayuno.

Ver la alegría en las caritas de sus niños era la recompensa más grande para él. Los amaba más que a él mismo, temía perderlos, pero también amaba a Erik, de verdad que nunca esperó enamorarse de un hombre, pero dicen que el amor es así, llega cuando menos te lo esperas y no tiene una explicación lógica, además sólo amas una vez en la vida y Charles estaba seguro que Erik era su única vez. Pero lo había arruinado en grande, aunque nadie podía culparlo, él aprendió de muy mala manera que no todas las personas son buenas.

Cuando estaba por terminar la película de Frozen por quinta vez, él teléfono de Charles sonó, al ver el número de su hermana, se puso de pie y se dirigió a contestar a la cocina, sabía que ella se daría cuenta de su tristeza y era imposible no contarle la verdad.

_ ¿Cómo va todo hermano? Sé que no te gusta la navidad pero también sé que debes celebrarla porque a los niños les encanta, aunque también es difícil porque es la primera navidad sin Moira. Pero Erik cenará con ustedes está vez así que debes tener todo listo.

Charles sabía que Raven se preocupaba mucho por él, ella pese a no ser hija de su madre lo amaba, sin importar cuán cruel a veces solía ser su madre con ella.

_ Erik no vendrá Raven, lo arruiné.

_ ¿Qué pasó Charles?

_ Fui muy grosero con él. Yo aún no puedo confiar en las personas, le dije que nunca seríamos familia.

_ Charles necesitas ayuda, déjate ayudar.

_ Yo... No necesito estar con nadie, sólo necesito a mis hijos.

Colgó con un nudo en la garganta, claro que necesitaba sentir el apoyo de alguien, saber que no estaba solo para afrontar sus problemas, quería sentirse acompañado, amado. En su matrimonio con Moira, si bien ella era su compañera de vida, nunca tuvo la confianza para contarle a ella sus preocupaciones o parte de su pasado, en cambio con Erik, no era necesario tanta palabrería para saber que él lo entendía.

Erik llegó a su departamento y se tiró a la cama, se durmió pensando en lo sucedido con Charles. Unas horas después su móvil sonó.

_ ¿Si?

_ Erik, soy William, mi hijo nació ya, vamos a celebrar. Paso por ti a las seis de la tarde.

_ No puedo... ¿William?

Ni siquiera tuvo tiempo de contestar así que cuando faltaba poco para las seis, se metió a bañar para estar listo.

Charles se dirigió al centro junto a los mellizos para comprar lo necesario para la cena. Como cada año, pasó a comprar los adornos navideños para que esa misma tarde, decoraran su casa. Luces, papeles coloridos, esferas y hasta un pino enorme fueron las compras que realizaron esa tarde. Estaban ya por regresar a casa, cuando pasaron por un puesto de joyería, Pietro se quedó observando un guardapelo de plata.

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