Capitulo: 1 la llegada

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La brisa del mar acariciaba con su frescura su rostro y toda la piel que su vestido dejaba descubierta mientras sus grandes ojos castaños estaban fijos en el muelle que cada vez se hacia más grande a su vista mientras el barco acortaba la distancia entre ella y su destino. Apoyo sus manos en la baranda de madera del barco donde hace más de 2 horas no podía irse de la cubierta. El atardecer estaba llegando por lo que la cristalina agua estaba tomando un tono anaranjado y provocando que la tripulación del barco saliera a encender las lámparas al rededor de la cubierta para no quedar plenamente a oscuras.

El barco que la llevaba era de madera pintada de azul zafiro con adornos de oro por todo el casco y cubierta. Las grandes velas blancas que lo impulsaban tenían en el medio el rostro de una leona dorada con una expresión intimidante. Se suponía que ese dibujo la representaba a ella pero realmente era para recordar que tan poderosa era quien se transportaba en ese bote.

Raina, señora de los Lionear y Leona Sobre la Montaña de las tierras del pacto, estaba obligada a hacer este viaje por cuestiones meramente diplomáticas pero sabía que las tensiones de su gente con la de las tierras orientales sumadas a sus problemas personales esta visita sería infernal. Cerro los ojos un momento y apretó un poco la baranda de madera pero no con toda su fuerza o de contrario la haría pedazos. Raina abrió lo ojos y reviso que su vestido siguiera perfecto. Le gustaba su vestido aunque el mismo fuera obligatorio para sus actos de estado. El vestido era del mismo azul zafiro que el barco largo hasta sus pies, de mangas largas, con una capa cocida al mismo, un cuello en v de dónde dónde se mostraba su suave y blanca piel con un collar plateado que simbolizaba su fe en su Dios redentor. El vestido poseía un cinturón de cuero con una hebilla dorada dónde colgaba una delgada espada con funda negra, adicionalmente poseía pequeños leones bordados en sus mangas, dobladillo y por toda su capa.

Discretamente saco de entre sus ropas un pequeño espejo y reviso su maquillaje. Su rostro tenía forma de corazón, su piel era blanca como el mármol más puro, sus labios eran pequeños ligeramente rosados pero ahora pintados de rojo, tenía unos grandes ojos castaños encima de los cuales se hallaban una delgadas cejas marrones y un pequeño lunar encima de boca del lado derecho. Reviso su cabello ondulado, rebelde, castaño y amarrado en una coleta alta para evitar el calor que este le producía al menos mientras iban de viaje.

Guardo el espejo, se miro de arriba abajo y se tocó todo el vestido buscando alguna imperfección. Desde joven tuvo problemas con aceptar su cuerpo pues no era de esa mujeres de cuerpo de bailarina que su madre tanto admiraba sino que siempre fue una chica curvilínea con los músculos de su entrenamiento. Aun ahora después de dejar la batalla poseía una buenas piernas torneadas, caderas, una buena cintura, mas un espalda femenina pero fuerte y brazos tonificados. A pesar de su inseguridad su cuerpo siempre le hizo ganar muchas miradas toda su vida.

"Eres una estatua de mármol viviente esculpida por los dioses, cada parte, cada curva, tu rostro de ángel, tu espalda suave, tus nalgas redondas, tus piernas musculosas y tus senos preciosos. Creo firmemente que no habrá una mujer mas hermosa que tu leona"

Como una apuñalada fría a su corazón el recuerdo de Takashi diciendo esas palabras cuando eran solo unos adolescentes la hizo acelerar su corazón y sonrojarse. Cuando lo conoció el siempre decía y hacia cosas que pensó que nadie haría por ella. El la tomaba en sus brazos cuando necesitaba llorar, el la besaba haciéndola sentir que era la única en el mundo, el la toco con la pasión que se toca al primer amor, nunca se alejo de ella, la amo viendo lo peor de ella, la amo aun cuando se lastimaron mutuamente, la amo cuando ya ni podían hablar, la amo al mismo tiempo que la odio. ¿Qué clase de hombre ama así? ¿O que clase de pareja se rompe en pedazos pero busca estar ahí? Lo de ellos no fue normal, nació con la fuerza de e inocencia de la juventud. Nació con pureza nadie logra. ¿Qué clase de hombre aun ama así?

Mientras la poderosa leona se perdía en sus pensamientos un hombre de alto, fornido, de ojos oscuros, barba de unos pocos días, su cabello era oscuro al igual que su barba, la miraba con suma atención y con las manos en la espalada . Su nombre era Alaric, la garra de leona, su apoyo, confidente, su mano derecha y desde hace muchos años ya su pareja. Poseía un rostro severo y llevaba el cabello muy corto además de aventajar en edad a la leona por unos 8 años.

-My lady-la voz profunda de Alaric saco de sus pensamientos a Raina que lentamente se giro hacia el-El capitán me indica en 10 minutos tocaremos puerto por lo que debemos dirigirnos a la rampla de salida-le indico calmadamente.

-Gracias, en un momento bajare-respondió la castaña mientras jugaba con uno de los mechones de su cabello que salían de su coleta y caían su espalda, Alaric solo asintió ante la respuesta dio media vuelva y comenzó a caminar lejos de ella.

Un pensamiento hizo que Alaric parara en seco y después de meditarlo un momento suspiro para regresar por sus pasos hacia ella.

No se si va estar ahí-dijo a Alaric a Raina que lo miro confundida- pero si yo estuviera esperando verla estaría deseando que tuviera el cabello suelto cuando lo haga-agrego y al terminar hizo una pequeña reverencia para volver a alejarse esta vez sin detener su marcha.

Raina lo observo desparecer y con algo de rubor en sus mejillas deshizo la coleta que tenia en su cabello luego se dirigió a la parte inferior de su barco para el desembarco. En pocos minutos de estar abajo el barco se detuvo y escucharon los ruidos de marineros trabajando arduamente para anclar el bote. La leona sitio como el ritmo de su corazón se aceleraba, Alaric se puso un par de pasos detrás de ella cumpliendo el protocolo mientras el resto de su escolta quitaba los seguros de la puerta que tenia en frente causando una pequeña ansiedad en ella en la cual no sabia si quería que abrieran la puerta mas rápido o mas lento. Una vez todos los seguros fueron retirados su escolta abrió la puerta y dejo caer la rampla.

Raina miro el muelle, respiro profundamente y exhalo luego cruzo directamente el umbral de la puerta recién abierta.

La Reunión del Lobo y el LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora