—¡Cariño, mira!—el azabache le dio un pequeñito empujón a su primogénito, logrando que el pequeño clavara sus ojos chocolates con los esmeralda del mayor
—¿Qué, papi?—el chiquillo ladeó un poco su cabecita, un tono emocionado adornada su voz, enterneciendo al papá.
—¡En esa casa están dando dulces, amor!—al terminar de exclamar, el niño salió corriendo enredándose un poco con el disfraz de fantasma, logrando que el azabache riera.
—¿Qué es tan divertido?—una tercera voz se hizo presente en el lugar, el ojiverde observó anonado como su esposa se encontraba cubierta en un estupendo traje de "Cat-Woman".
—Bueno, es divertido como un simple disfraz puede hacerme imaginar diferentes escenarios, señorita. Nosotros dos somos los protagonistas, por si no estaba totalmente claro—dijo coqueto, abrazándote por la cintura de forma posesiva.
—Eso suena bien—una sonrisa que prometía las más obscuras intenciones adornaba tus labios carmesí—Pero hay un problema
—¿Qué—exclamó—¿De qué hablas, bebé?
—¿En qué mundo alterno "Cat-Woman" se acuesta con el Luke Skywalker?—dijo sonriendo, divisando como su pequeño hijo caminaba de regreso con ustedes.
—Bueno, no es tan difícil—se acercó a tu oído, mordiendo un poco el lóbulo de tu oreja, logrando que tu cuerpo se tensara—Porque me aseguraré de que veas las estrellas y vayas el cielo toda la noche.
Tu respuesta quedó atorada en tu garganta cuando tu pequeño te abrazó con fuerza. Sus pequeños bracitos intentaban rodearte por la cadera, te inclinaste para sostenerlo por los brazos y elevarlo.
—¡Mi pequeño fantasma!—besaste repetidamente su rostro cómicamente cuando se levantó el disfraz.
—¡Mami!—te llamó entre risas—¡Mira, mami! ¡Tengo muchos dulces!—casi te aventó su pequeña calabaza, la cual tenía un peso considerable debido a la cantidad de golosinas que tu bebé había obtenido.
—No puedes comer todos, amor—le recordaste mientras hacías una ligera mueca.
—Sí, mami—asintió con su cabecita, logrando que casi tirara su disfraz—En la primera casa me dieron tu chocolate favorito. ¡Te lo guardé!
—Que niño tan considerado y guapo. Igual que tu padre— besaste de nuevo el cachete regordete de tu hijo, siendo correspondida por los dos hombres que amabas. Cada uno dejó un beso al costado de tus mejillas.
El azabache mayor te tomó de la mano para empezar a caminar en busca de más dulces. No sin antes darte una mirada que daba a entender que su conversación anterior no había terminado.
Dentro de tu mente pusiste tus ojos en blanco con diversión. Es decir...
