01/11/2020

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En mi sueño de esta noche tenía planeado realizar un viaje a Japón.

Era un viaje por mar: Lo sé porque yo arribaba a un muelle pequeño en apariencia, pero que sin embargo parecía contar con varios niveles inferiores, por donde transitaban personas cuyo aspecto oscilaba entre lo real y caricaturesco.

Curiosamente, en ningún momento llegué a ver la nave que habría de llevarme a mi destino: Era como si una niebla cubriese los barcos, impidiéndome darme siquiera una más mínima idea de su aspecto.

Uno de los niveles inferiores de aquel muelle era tan lujoso como un hotel y contaba con su propia tienda de libros, sitio en donde yo adquiría un extravagante tomo de tapas azules, el cual era de hecho una novelización de una caricatura de Bugs Bunny.

Yo estaba muy satisfecho con el libro, a pesar de que luego decía a través de mi teléfono celular a una persona las siguientes palabras: "Primero que nada, no es tan bueno."

Luego el libro cambiaba, o yo lo habría cambiado, pero su tapa lucía distinta en mis brazos, todavía siendo una novelización de las aventuras de Bugs Bunny, aunque ahora dicho personaje aparecía retratado en la portada viajando en un submarino.

De un momento a otro yo me hallaba experimentando un terrible malestar en mi ojo derecho, como si hubiese adquirido conjuntivitis de repente, viéndome obligado a pedir ayuda a las personas de aquel muelle-hotel: Acudió en mi ayuda una buena mujer, una señora de mediana edad, cuya amabilidad y gentileza fueron sanándome de a pocos, aunque la inminencia de mi partida me llenaba de ansiedad, dando ya completamente perdido la posibilidad de viajar.

Con amabilidad, la mujer me ayudó a conservar la calma, poniéndome su gentileza de muy buen humor.

Llame entonces a través de teléfono celular a mi madre, quien se apresuró a llegar a donde estaba yo: Sin saber cómo, luego yo viajaba junto a ella, no a bordo de un vehículo, sino de un edificio, que se movía, interconectándose con otros edificios.

Quien nos conducía a través de los edificios era otra mujer, muy parecida a una profesora que yo tuve en la secundaria, quien llevaba lentes y el cabello teñido de rojo, llevándonos hasta lo que parecía ser una tienda de ropa, repleta de maniquíes.

Yo estaba seguro de estar en el sitio correcto, y lleno de agradecimiento, le dije a la mujer de cabello rojo:

— ¡Mil millones de gracias!

— ¡Qué huachafo! —comentaba en tono de mofa uno de los maniquíes, el cual repentinamente había cobrado vida, volviéndose una persona viva, de rasgos andróginos y una voz que no correspondía a su aspecto.

Resignado y con vergüenza (Aunque conservando una sonrisa en mi rostro) yo le daba razón al maniquí, el cual descendió a través de una escalera eléctrica, seguido por nosotros tres: Mi madre, yo y la señora pelirroja.

Bajamos hasta otro nivel, un piso oscuro y derruido, semejante a un edificio abandonado desde hace muchos años, pero pese a lo tenebroso de aquel lugar yo me mostraba animoso, convencido de que todavía sería capaz de realizar mi viaje.

Lo siguiente fue que yo hablaba a través de mi teléfono celular con el capitán del barco (Al menos, eso es lo que yo supongo) quien me hacía preguntas en inglés, a las que yo respondía con un inglés por demás lamentable, bastante mal pronunciado, mientras trataba de explicarle mi situación: "I had health complications!" le decía, mientras mi madre, la mujer pelirroja e inclusive la gata que tenemos en casa circulaban por los alrededores.

En un momento dado, el capitán quedó en silencio, y yo me quedé en espera de una respuesta de parte suya antes de despertar: "Sir, are you there?" fue lo último que alcanzaba a preguntar antes de que el sueño terminase, dándome cuenta recién entonces de la irrealidad de toda aquella situación, que hasta ese momento exacto me había parecido una vivencia enteramente verdadera.

Diario de Sueños y PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora