Capítulo 4 - ¡¡No de nuevo!!

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Despierto, veo la hora en el celular que marca las ocho de la mañana, en la parte inferior hay un mensaje de mi secretaria e imagino que es la agenda del día; verifico y gracias a Dios tengo mi primera reunión a las 2 p.m.

No sé qué haría sin Paola

Siempre me pone las citas los lunes después del mediodía y agradezco eso porque por lo general, no sirvo para mucho los lunes. Me levanto, demoro hora y media en el gym del apartamento luego me baño.

Solo espero que esta semana sea mejor que la anterior

Cuando me visto, recuerdo que Isa había quedado en llamarme y no lo hizo, ¿qué habrá hecho ayer que no me llamó?; agarro mi celular, marco su número y lo agarra después del tres timbrazos.

—Hola cariño ¿Qué tal tu día? —pregunta en el instante que abre la llamada

—Me quedé esperando tu llamada ¿Dónde estás? —pregunto

—En casa y ¿tú? —Es raro que no esté en la oficina, aunque puedo aprovechar para hablar.

—Saliendo de mi casa —digo mientras bajo el ascensor

—¡Caramba! ¿No trabajaste hoy? —pregunta y pareciera que no me conoce, ya que nunca trabajo a esta hora un lunes.

—Hoy trabajo a la 2 p.m. ¿Qué hiciste ayer que no me llamaste? —Lanzo la pregunta motivo de mi llamada.

—¿Puedes llegar a mi casa? —Me pregunta, pero igual eso iba hacer

—Ok, llego en cinco minutos, pero no puedo demorarme —Tengo pendiente ir al restaurante de ayer.

¿Mi razón?

El trasero de esa chica

—Perfecto, te espero —dice y cuelgo, al bajar tomo mi deportivo y veo a Richard esperando en la camioneta.

Después de veinte minutos de trayecto llego a donde Isa, me estaciono enfrente y Richard un poco más atrás, siempre guardando su distancia; luego de tocar el timbre aparece Isa algo destruida, una pinta típica de ella cuando está en casa, además de su cara de trasnocho le da un toque adicional a su pinta.

Al parecer hoy cambiamos de papeles

—Hola cariño —habla con esa sonrisa característica de una disculpa.

—Tienes una cara de trasnocho ¿qué hiciste ayer? —pregunto de una.

Da un paso de lado para que yo pueda entrar a su casa y sigo hasta la sala —Pues salí con Alexa y regresé tipo 7 a.m. —dice, volteo y la miro con cara de sorpresa hacia ella, ¿Qué le hicieron?, ella no es de amanecer en la calle pues ama dormir más que comer.

—¡Ajo! —pronuncio sin ocultar mi impresión—, ¿y eso? ¿Por qué no me invitaron? —pregunto con indignación mientras termino de entrar a su habitación y me arrojo a su cama.

No puedo creer que amaneció en la calle sin invitarme

Se acuesta a mi lado mirando el techo de la misma manera que yo.

—Hacía días que no hablábamos y decidimos tomar algo para ponernos al día —dice.

Hablo sin mirarla —¡Caramba! Y eso que vive en la misma casa

—Si, pero entre que trabajamos, yo estudio súmale que últimamente nunca está en casa —comenta—, mira que se supone que hoy era su día de descanso y desperté estando sola en casa; no sé a dónde se ha ido o si se demora, si es que vuelve. Igual ella siempre ha sido impredecible.

Frenesí en la Perla IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora