Capítulo 5.

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Akadenne veía tranquilamente televisión en su casa, con los pies arriba del mueble y la cabeza guindando. Era un día aburrido, la verdad.

Sabía que la sangre podría salir por su nariz en cualquier momento, pero por lo menos eso sería distinto.

—Mi niña, ¿necesitas algo? —preguntó Izuku antes de salir. Japón era muy tranquilo gracias a los Héroes, así que Deku no tendría que salvar a nadie.

—Nop.

—Pronto te vendrá tu celo, ¿no? Creo que voy a comprarte pastillas, se acabaron.

—Gracias —Akadenne odiaba cuando le pasaba eso.

Midoriya abrió la puerta, chocándose con alguien.

—¿K-Kirishima-kun?

—¡¡Hermano!! —Eijiro lo abrazó muy fuertemente— Perdona si te interrumpo, vine de visita junto con los chicos.

—¡Ah! ¡No, para nada! —se hizo a un lado para no interrumpirlos— Pasen.

—Hola, tío —saludó amablemente una chica pelirroja, que detrás de ella estaba otro rubio con mechas rojas.

—¡¡Yuna!! Akadenne está en la sala, deberías verla. Estoy seguro de que se emocionará mucho de verte.

—¿En serio? —sonrió un poco y se adentró.

—Kano, igual a Kacchan —el mencionado acarició su nuca.

—Es... bueno verle —susurró y entró rápido antes de que Izuku respondiera.

Yuna caminó hacia dicho lugar, encontrándose con la Alfa en una posición extraña. Akadenne, al verla, se sonrojó demasiado y cayó de cabeza contra el piso al intentar levantarse.

Se quería morir ahí mismo por la vergüenza.

—¡¿Estás bien?! —se agachó hacia ella. Akadenne se giró como pudo, casi sin alma.

—Sí, he sentido peores golpes.

La pelirroja tomó las mejillas y le revisó toda la cara, sonrojando aún más a la Alfa. Kano veía todo desde lejos. Los dos adultos iban a entrar, pero Midoriya fue más rápido y se llevó a Kirishima lejos para que no les interrumpiera.

—¿Segura?

—S-sí.

—¡Wow! ¡Jamás había visto un moño así tan perfecto! —acarició un poco sus cabellos bicolores, intentando no desacomodar la perfecta cebolla que traía.

—Práctica —intentaba no ser tan seca, pero los nervios no la dejaban. La Omega rio.

—Soy Yuna Kirishima, pero dime Yuna, me gusta que me llamen por mi nombre.

—Akadenne Midoriya —quería que su padre le golpeara.

—Él es Kano, es mi hermano —ella volteó para señalar al de mechas, solamente gruñó. Akadenne no se inmutó, no podía dejar de ver a la chica.

—Un gusto.

Yuna hablaba de lo primero que se le venía a la cabeza, mientras que Akadenne era lo más cortante posible; Kano ni hablaba.

Luego de un rato, la más joven vio una caja con CDs, y su curiosidad hizo que se dirigiera a ella.

—Son... unas viejas escenas de All Might en acción... Y alguna que otra de Deku —Midoriya amaba a su padre, y a su difunto "abuelo". Los admiraba demasiado, siempre veía esos vídeos, incluso a veces con su madre.

—¡¡A mi también me gustan!! Amo a los Héroes, sobre todo ellos —sonrió tímida, siendo una hermosa imagen para la Alfa—. Siempre están dispuestos a dejar sus vidas por los demás, en las buenas y en las malas... Nadie tiene un corazón tan bueno como ellos, y eso es genial. ¡M-mis padres son geniales también, cl-claro!

Aún Te Amo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora