Capítulo 9.

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[Advertencia: contenido
delicado (solo nombrado)
y no me hago cargo de las
lágrimas, porque yo he
soltado muchas.]

¿Había querido besarla?

¿Realmente lo hubiera hecho?

¡No, por Dios ____! ¿En qué demonios estás pensado? Ella es una estrella famosa internacional, y tú una pobre cría que no puede ni vivir en su casa. Suspiré frustrada y me dispuse a levantarme, no había pegado ojo en toda la noche.

Hice la cama y me dirigí al baño con unos shorts y una camiseta de manga corta, pero bastante ancha, de Lisa. Era de color gris. No recordaba si quiera cómo había acabado yo con ella. Como pude, arrastré mis pies hasta el baño de Jisoo, y al entrar en su habitación, habiendo tocado antes, me percaté de que no había nadie más que Dalgom, por lo que me acerqué a él para saludarlo. Después me dirigí al baño, dónde me cambié de ropa y me hice un moño bastante desordenado, permitiendo que varios mechones cayeran a los lados de mi rostro. Me miré al espejo y suspiré pensando de nuevo en lo que me había quitado el sueño, y culpable de las grandes ojeras que cargaba ahora mismo.

No me apetecía maquillarme, nunca me ha gustado hacerlo, solo en casos importantes. Negué con la cabeza y recogí mis cosas para llevarlas a la habitación. Lo dejé todo bien plegado a los pies de la cama, y me coloqué unas zapatillas de ir por casa para bajar a desayunar.

Estaban todas sentadas en sus respectivos sitios, menos una silla vacía, al lado de Lisa. Todas sin excepción dejaron de comer para mirarme. Sus caras eran un poema. Fruncí el ceño por eso.

—Buenos días... —dije con la voz ronca, pues había estado sin usarla durante mucho tiempo.

No pude decir mucho más porque Lisa se había atragantado con el cruasán que se estaba comiendo. Iba a preocuparme, pero la ver cómo Rosé se estaba riendo a su lado, pensé que no sería nada importante.

—Te ves muy... —Jisoo frenó un momento para pensar lo que quería decir.

—Sexy. —terminó Jennie la oración, sin dejar de mirarme.

Una suave carcajada no tardó en brotar de mí, negando con la cabeza, mientras me sentaba en el sitio que ellas habían dejado libre.

—¿Has dormido mal? —bueno, ahora la de la voz ronca era ella, supuse que porque se acababa de atragantar, pero era demasiado sexy. Tuve que respirar hondo para poder contestarle.

—Algo...

Su mirada irradió preocupación, por lo que tuve que sonreírle. No era la primera vez que me quedaba tan absorta en mis pensamientos que el sueño se me iba por completo.

Jisoo colocó en frente de mí un zumo de naranja y una tostada con mermelada. Le agradecí mientras le pegaba un bocado con desesperación. Jennie rió por eso.

—Nadie te va a quitar la comida, ____ —alegó Rosé sonriente—, o tal vez sí.

No supe a qué se refería hasta que me encontré con la mirada de la de cabellos negros mirado mi tostada mordida. Tragué saliva para mentalizarme de lo que iba a hacer.

—¿Q-quieres? —gruñí en mi interior por lo patética que acababa de sonar.

Ella tomó mi muñeca con tranquilidad, para llevarse mi tostada, todavía cogida por mí, y morderla. Sus labios rozaron mis dedos, arrancándome un breve suspiro. No pareció molestarle porque noté sus ojos brillar extrañamente.

—Os recordamos que estamos aquí, gracias. —advirtió la mayor del grupo.

Ambas nos sobresaltamos y rápidamente dejamos de hacer contacto visual, mirando nuestros platos y separándonos ¿Qué había sido eso? Notaba un cosquilleo justo donde sus labios habían rozado hace unos instantes. Un cosquilleo para nada molesto debía añadir.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora