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Capítulo 2.

Hero.

Esto ya es una rutina.

Una rutina que no me quejo.

La chica de cabello moreno y ojos negros da pequeños saltos encima mío y disfruto del goce que me da.

Aún recuerdo la forma en que la conocí, y viendo en qué forma está ahora, y no hablo de la forma física.

Hablo de la forma de vida que ella misma toma, libre de todo dolor y pena.

Libre de la tristeza que antes era su fiel compañera.

Simplemente libre.

Esa forma que lleva ahora, solo me hace sentir feliz por ella.

Se que no somos nada, nada romántico.

Solo amigos y compañeros de trabajo que en ocasiones, bastantes para ser normal, disfrutan de la compañía un poco más íntima que el otro nos da.

Mi mano sube por su espalda y tiró suavemente de su cabello, ella jadea en respuesta y me siento satisfecho por ello.

Recuerdo cuando la vi acostada y profundamente dormida, en un banco de un parque hace dos años.

Estaba con la ropa un poco sucia y rota, su rostro perfecto estaba sucio y lucía cansado, agotado, derrotado. Claro estaba que no iba a dejarla así, sola, en medio de un parque de noche y totalmente inofensiva.

Me agaché hasta la altura del banco y la moví suavemente, ella se despertó, un poco asustada al verme.

Se quitó levantar e irse rápido, lejos de mí. Casi parecía que quería estar lejos de ella. Cómo si quisiera abandonar su alma y cuerpo.

—Oye, oye tranquila. Está bien, soy Hero.— inicie la conversación. —¿Qué haces aquí?. — ella no contestó a la primera. Entonces seguí hablando yo. —Soy Hero, tengo 19 años pero estoy por cumplir 20. Emm tengo una hermana menor, Mercy, mí mamá se llama Martha y mi papá George. —recuerdo sacar mi teléfono y buscar una foto donde estamos todos. Se la mostré y ella sonrió al tocar la pantalla con su mano. Le había dicho esa pequeña información para que pueda sentirse en confianza conmigo, y funcionó.

—Soy Alexia, no tengo donde ir.— su voz rota todavía la puedo oír.

Fue después de eso que me contó su historia.

Su padre fue y es un alcohólico que abusó de su madre durante bastantes años, hasta que se canso de luchar contra lo imposible, y se quitó la vida. Se prendió fuego y ella, con 16 años, vio todo. Pero eso no fue lo peor, lo que vino después sí.

Su padre abusó de ella, tanto físicamente como mentalmente, le comió la cabeza hasta el punto de hacerle creer que no vale nada, qué va a terminar igual o peor que su madre.

Fue entonces a los 18 años que abandonó su casa, en estos dos años que la conozco, jamás me contó que pasó esa noche, lo que la motivó a huir después de tantos años. Y nunca la presione en hacerlo.

La noche que la encontré, se vino a casa conmigo y mis padres la recibieron con los brazos abiertos, mí hermana la hizo su hermana, mis padres una hija más.

La cuidamos, le dimos el amor y cariño que un hogar y familia debería brindar.

Hoy en día toda persona que la conoce, puede decir que ella es una mujer fuerte y valiente, paso y vivió por tanto, que no puedo imaginarme todo lo que ella vivió en carne propia. Y cuando lo hago, la impotencia crece y las ganas de salir a buscar aquel mal parido culpable de sus penas, crecen.

• 911 LOVE. •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora