IX Capítulo: Narrador omnisciente.

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"Podríamos definir al psicópata como la persona que carece de sentimientos importantes en el ámbito social, como la empatía o el cuidado de los demás. Para él, los otros son un medio para llegar a su fin”, Abel Domínguez Llort.



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—¿Me estas insinuando que mi nieto está loco? Maldito italiano... No servis—, refunfuñó el hombre levantándose de la silla.

¡Su alteza! ¡Que le digo la verdad!—El hombre estaba atemorizado, no durmió toda la noche teniendo por el dibujo detallado que el pequeño príncipe le había dado. Era él, era él en el suelo lleno de sangre con un cuchillo clavado en la yugular, una escena terrorífica—. ¡Debe tratarlo antes de que sea demasiado tarde! Hadid Abaji es un psicópata...

Esas fueron las últimas palabras de ese hombre como doctor, el gran Abaji había hecho destituirlo por "negligente". No podía creer que llamara a su adorado nieto psicópata, que si... Que el nene tenía problemas, pero no estaba loco o al menos así creía el hombre. Hadid era un santo, solo un niño, nada más. Regreso a la oficina molesto con aquella noticia, debía irse mañana al oriente, su hogar natal, pero temía por su niño. Sabía que no se portaría mal, pero temía porque algo malo le pasase. Así que preparo todo para llevarlo consigo y se dedicó a llamar a Didi, su secrearía.

Ven—, hablo tosco cortando luego, la chica de no más 21 años entró pasando seguro camino despacio sabiendo que lo peor vendría y que de esto no se salvaría. Necesitaba el trabajo así que no podía irse, no aún, menos denunciar al gran Abaji. Quedaría como una cualquiera que por un aumento se dejaba follar la boca, casi violarla violentamente. Porque si, el gran Rey del medio oriente le gustaban jovencitas, de piernas largas y grandes atributos.

S

in muchos rodeos la hizo meterse bajo la mesa, sumisa obedeció sin chistar, bajo la bragueta del hombre y un jugoso pene salto de ahí ansioso por tener esa falación, una mamada que necesitaba para quitar el estrés. La boca pequeña sintió la invasión del gran pollón entrando violentamente, como siempre comenzó a llorar, mucho... Tanto que se culpaba internamente por gustarle el trato, por gustarle ser mandada con brusquedad y aquello ponerle las braguitas muy mojadas, el coño sediento y su clítoris palpitar queriendo ser tocado de una vez por todas.


¿Que podía criar una persona así?  El monstruo ya quiere salir.



Ll.

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