𝐁𝐍𝐆 + 𝐉𝐆𝐍 ⌇ Donde Jeongin estaba enamorado del entrenador de fútbol americano. Y también, estaba jodidamente excitado.
‒ Entrenador Bang, tengo un calambre ¿podría ayudarme con un masaje?
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El entrenador Bang estaba sentado en los bancos del vestidor del equipo, con su celular en mano.
Era hora de mi plan.
― ¡Entrenador Bang! ― él alzó su vista y yo hice un leve puchero. ― Tengo un calambre, ¿podría darme un masaje?. Es la primera persona que encuentro, disculpe.
― No se preocupe Yang ― me sonrió y vino hacia mi lado para ayudarme a caminar a los bancos. ― Estire su pierna hasta mi muslo y trate de que esté bien estirado ¿okey? ― se arrodilló dejando su pierna izquierda flexionada.
― Uh-huh ― asentí y estiré mi pierna, dejando mi pie un poco cerca de su entrepierna. Él desató los cordones de mis coverse y retiró mi calzado, dejando sólo mis medias de deporte largas ― ¿El dolor es muscular, Yang? ― su voz era tan ronca y seria, que dejaba mis huesos calados y mis hormonas alborotadas.
― Si, entrenador Bang.
― Entonces daré un masaje leve, puede quejarse libremente, tranquilo ― me sonrió de una forma tan cálida que me estaba dando ganas de tirar mi plan.
Empezó con mi talón para ir subiendo, solté leves quejidos, queriendo que sean como gemidos sofisticados.
― D-Duele un poco ahí, ahg, entrenador Bang ― roce con mi pie el bulto que se estaba formando, tiré mi cabeza hacia atrás.
― No esté tan tenso, eso significa que sólo fue una mala pisada ― escuché como tragó duro y bajó mi pierna levemente, podía notar que no quería sacar mi pie de donde estaba.
― Gracias entrenador. ¿Quiere que le ayude yo ahora? ― sonreí mientras atrapaba mi labio inferior, él se notaba nervioso y eso estaba dándome un paso a un lugar que él sin darse cuenta me lo concedía.
― ¿Ayuda? no necesito ayuda, joven Yang.
― Yo creo que si ― volví a colocar mi pie en su entrepierna, la cual estaba más notoria que antes, una descarga en mi propia entre pierna llegó a mi, al verlo mirar mis ojos con profundidad.
― Váyase, Yang Jeongin ― cuando trato de levantarse, empujé un poco su hombro con mi pie, dejándolo sentado esta vez.
― No creo que quiera eso, entrenador Bang ― me senté arriba de su regazo y él dejó sus manos en mi cintura, las cuales ardían y encajaban como el infierno.
Dios, soy yo de nuevo. Gracias por dejarme pecar esta vez.
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