El pacto

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Me llamo Iñigo Rodríguez Estrella y estudio en Detroit. Siempre he querido casarme y formar una familia desde que era pequeño, pero cada vez que me relacionaba con una chica que me gustaba siempre había un contratiempo.

A veces ella ya tenía novio, en unas resultaba ser homo o trans, en otras se marchaba a otro país, y en ocasiones lo arruinaba tanto con mi nerviosismo, al punto de que me demandaba con una orden de alejamiento. Mis padres siempre me decían que no apresure las cosas, y que es mejor esperarlas ya que uno nunca se sabe. Les hice caso, y esperé hasta que cumplí los 16 años, hasta que me desesperé.

Intenté buscar novia en páginas de citas, pero no eran de pago y no tenía tarjeta de crédito. Intenté rezar a dioses de varias religiones para que me ayudasen a conseguir una relación, pero no ocurría nada. Con tantas decepciones y fracasos, entré una depresión profunda. Tenía la presencia de que iba a morir solo... Hasta ahora.

El día 31 de agosto, a los 17 años, mis padres estaban de escapada y me quedé solo en casa, no hice mucho la verdad, me pasé hasta el anochecer viendo películas románticas, me puse al ver que seguía estando solo, y estando sollozando, dije en voz baja.

-Ojalá pudiera ser feliz como ellos.

-Eso se puede arreglar.- Dijo una voz.

Me asusté al enterarme de que un extraño entró a la casa. De pronto comenzó a haber una tormenta brusca, y el cielo se tornó sepia, provocando que me preocupe más.

-¡¿Quién está ahí?!- Pregunté asustado.

-¿Por qué no lo averiguas tú mismo?

Seguí el ruido que se dirigía hasta mi habitación en el segundo piso, al abrir la puerta me topé con el sujeto que estaba sentado en mi silla. Vestía de una túnica negra con capucha, tenía puesta una máscara de doctor de la plaga de bronce con cristales rojos, llevaba un sombrero sepia, y guantes y botas medievales grises.

-¡¿Quién eres tú?!

-Ya deberías saberlo a juzgar por mi apariencia Iñigo Rodríguez Estrella.- Me contestó calmado.

No supe cómo reaccionar ante eso, entonces el sujeto se levantó.

-Hoy he escuchado tus lamentos, solo quería decirte lo mucho que lamento el que no puedas encontrar pareja.

-Bueno... Gracias por tu consentimiento.- Dije extraño.

-Quizá pueda ayudarte en tu búsqueda por tu media naranja.

-Agradezco tu apoyo, pero me temo no puedo aceptarlo.- Dije asustado sabiendo las consecuencias que conllevaría aceptarle.

De pronto cayó un rayo cerca de la casa.

-No rechaces tan pronto mi oferta señor Estrella. ¿Qué te pasa? ¿A caso no te preocupa de que tus padres no puedan tener nietos? ¿No quieres encontrar el verdadero amor que tanto ansías?- Preguntó tenebroso.

-¿Cómo sabes eso?

-Hasta un ciego ve que pasas por una depresión en soledad. Lo malo de estar solo es que te aferras en la apatía y el nihilismo, el efecto en los familiares, cómo se muere un linaje, cómo te cambia la vida, cómo afecta tu estado social.

Cae otro rayo mientras continúa conversando, mostrando la silueta del Diablo.

-Señor Estrella, ¿y si yo pudiera regalarte una novia?

-¿Una novia?- Pregunté ingenuo.

-Una novia que estará a tu lado incluso después de la muerte.

-¿Cómo?

-La manera no importa, lo importante es que puedas estar feliz en una relación, y alegrar a tus familiares. ¿Estarías dispuesto a hacer un trato?

Un alma por una esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora