6. Chico malo

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Narra Guillermo:

El bastardo hijo de puta se largó y me dejó de nuevo encerrado en este horrible lugar.

¿Quién me manda a mí, aceptar la ayuda de nadie? No debería fiarme de la gente tan rápido, y menos aún de las que tienen dinero.

De nuevo dos de sus perros falderos se acercaron a mí, pero esta vez los dos sobrepasaban en musculatura hasta al cabrón De Luque. Abrieron la puerta, dejaron una bandeja con alimentos en el suelo y volvieron a irse, sin olvidarse de cerrar con llave.

¡Mierda!

Miré al suelo, observando la bandeja de comida que yacía en él, y fruncí el ceño exageradamente.

¡¿Dónde estaba ese hijo de puta?!

Me acordé de que en el papel de las normas, había escrito que dispondría de un botón para llamarlo. Lo busqué con la mirada, y no dudé en pulsarlo.

En menos de un minuto, se encontraba frente a la puerta mirándome con indiferencia.

—¿Qué quieres? —Me miró intimidante. —¿Sabes que acabas de incumplir una norma?

—¡Cállate con eso! —le grité. —¡¿Se puede saber qué es eso?! —dije señalando las tostadas quemadas y la mantequilla mal untada. 

—Mal comportamiento, mala comida. —me contestó, cruzándose de brazos.

—Pero, ¿tú qué te crees? —Me acerqué un poco a las rejas que nos separaba y continué hablando. —No quiero esta mierda.

—Dos. —articuló, sonriendo con maldad.

—¿De qué estás hablando, tío? —le hablé de malas maneras. Obviamente es la única forma que había de hablar de este energúmeno.

—Dos normas acabas de infringir. —Sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta para entrar. —¿Sabes lo que eso significa? —me preguntó acercándose peligrosamente a mí.

—N-no te acerques. —A medida que sus pasos avanzaban, los míos retrocedían.

En un ágil movimiento, su mano estaba tirándome del pelo, dejando mi cabeza levemente hacia atrás.

—¡Ah! ¡Me duele! —me quejé.

—De eso se trata, gatito. No creas que nada de esto va en serio, porque no tienes ni idea de qué soy capaz. ¿Te enteras?

Fui a escupirle, pero él se apartó a tiempo.

—Veo que no te has enterado de nada. —Y de vuelta su sonrisa de pirado. —Ven aquí, tú y yo tenemos que hablar...

Tiró de mi pelo por todo el camino, hasta que llegamos a una enorme habitación lujosa y bien decorada, en la cual me arrojó al suelo.

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora