Vínculos eternos | Marth & Caeda

01 | Suaves mejillas

Suaves mejillas / Drabble.

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Después de mucho buscar por fin había encontrado a Caeda. La princesa estaba cepillando el cabello de su pegaso mientras tarareaba una melodía, de vez en cuando se detenía para sonreírle a su compañero equino. Marth sonrió cuando la vió quitar el el cabello que quedaba atorado en el cepillo.

—Aquí estás.

Caeda le vió sorprendida para luego mostrar una sonrisa.

—¿Me buscaba príncipe Marth?

—Puedes ser menos formal conmigo Caeda —le informó, ella asintió convencida a las palabras de su querido– Mañana seguiremos moviéndonos hacia el norte.

—Entendido, terminaré de arreglar aquí y luego veré en que puedo ayudar.

Caeda siguió cepillando es su pegaso suavemente mientras el viento seguía viajando junto a las nubes del cielo.

—Los demás se están encargando de ello, Jagen lo está supervisando todo así que no me preocuparía mucho si fuera tú. —respondió Marth, estaba agradecido con sus compañeros y aunque él también había querido ayudarlos le habían asegurado que todo estaría bien. Por lo tanto había decidido buscar a Caeda ya que no la había visto desde la mañana en el desayuno.

—Pero seguramente terminarán cansados después de eso... ¡ya sé! Haré algo de comer para todos —Caeda mostró una dulce sonrisa mientras terminaba de cepillar a su pegaso— Ellos han trabajado tanto al igual que tú. Estoy segura que un descanso les caería más que bien.

Aquella chica poseía un corazón de lo más cálido y noble. Marth amaba eso.

—Seguramente a todos les gustará lo que cocines —Marth asiente y con una amorosa mirada sostiene el rostro de Caeda entre sus manos. Puede ver como algunas hebras azules del cabello de la chica están entre sus dedos— Tu cabello es tan suave.

—¿Es así? —sonríe juguetona, ante la mirada de Marth.— Bueno, no puedo decir que le preste mucha atención al cuidado de mi cabello, así que me sorprende que esté suave.

Las manos de Marth se deslizan, desde el cabello azul y largo de la princesa hasta sus mejillas. Caeda siente cómo su ritmo cardíaco incrementa a medida que el rostro de Marth se acerca, sólo puede cerrar sus ojos y con mejillas pintadas en carmín esperar al suave beso de Marth en ellas.

—Tu cabello, tus mejillas, tus manos... todo en ti es tan cálido y suave Caeda  —asegura el lord con una sonrisa discreta, Caeda está más que encantada por la manera tan romántica en la que Marth puede decir tales cosas cuando están solos.

—Oh, Marth. —ella le devuelve el gesto en la mejilla del contrario— Eres tan dulce.

Tomados de las manos, ambos regresan al campamento mientras siguen conversando. Caeda prepararía un festín de lo más celestial y todo el mundo descansaría bien después de tanto trabajo.