Cartas

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Fue a su encuentro esa noche. Y la siguiente, y así consecutivamente. A pesar de buscarlo con gran determinación no lo encontró hasta tres semanas después.

—Te importa—lo abrazó por la cintura, lagrimas rebalsando sus ojos inmediatamente ante el recuerdo.

Él no correspondió a su abrazo, solo se quedo ahí por un rato, y luego la hizo a un lado, ofreciéndole su pañuelo para que secará sus lagrimas. Su rostro era neutral, y solo asintió levemente, con el único propósito de dar a entender que le había oído, cuando Eliza le agradeció por el pañuelo.

—¿Puedo acompañarte en tu vuelta hoy?—preguntó suavemente, tímidamente.

Pensó en responderle que no, quizo responderle que no, pero no pudo, realmente se vio incapaz de hacerlo, así que debió hacer a un lado lo que planeaba hacer realmente, lo que hacía casi todas las noches en vez de su trabajo como prefecto, y le ofreció su brazo.

Mientras terminaba de secarse las lagrimas un brillo distinto se apodero de sus ojos al ver que Draco le ofrecía su brazo, y se aferro a el como un niño se aferra a su peluche a la hora de dormir.

El rostro de Draco se mantuvo inexpresivo todo el tiempo, sin embargo eso no afectaba en lo absoluto lo emocionada que estaba Eliza. Toda la caminata fue en silencio, él era inmutable, pero Eliza estaba feliz solo de que le hubiera permitido acompañarle.

Cuando hubo acabado su vuelta de prefecto la acompañó hasta la entrada de la sala común de Hufflepuff.

Le sonrió, mirándolo hacia arriba. Él miro hacia al lado, evitando contacto visual y manteniendo su rostro neutral, eso, sin embargo, no logró disminuir la felicidad de Eliza en lo absoluto, porque ya sabía, a él le importaba.

—Ten—puso el pañuelo que por primera vez le había prestado hace tanto tiempo en su mano, devolviéndoselo tras haberse aferrado a el todo lo que pudo—, buenas noches Draco.

Entró a su sala común sin esperar respuesta.

Era una situación compleja, porque él era un chico complejo, y mientras la inhabilidad de dormir se apoderaba de ella, su mente solo perseguía los peores pensamientos. Todo partió cuando se preguntó si debería invitarlo a salir una vez más. La vez anterior no había aparecido, la había dejado plantada. Quizás habra estado imprevistamente ocupado. Probablemente no. A pesar de que racionalmente creía que no la había llamado puta porque realmente pensara eso de ella, su cabeza insistía en que era verdad, en que la razón por la que la había dejado plantada era porque le daba vergüenza estar con la puta del colegio, era porque le daba asco estar con la chica que todos usaban. Eso pensaba el colegio de ella, seguramente Draco no debía ser la excepción. Si su reputación no era suficiente para querer evitar involucrarse de cualquier modo con ella, seguro le producía repulsión tan solo verla, porque no le gustaba, tan simple como eso, no se sentía atraído de ningún modo a ella, solo era una acosadora obsesiva, la única razón por la que era bueno con ella seguramente era pena.

Pero anhelaba tener una cita con él. A la vez que el miedo la congelaba, no podía soportar no hacer nada al respecto, su quietud le quemaba las venas. Ardía, su cabeza constantemente creaba imágenes de él, o de ellos juntos, abrazados, besándose, lo que fuera.

La verdad es que por momentos consideraba dejarlo usarla, todo por tener la oportunidad de estar con él, por lo menos fisicamente, una vez.

Él la ignoraba, pero Eliza era una persona perseverante, por no mencionar que estaba obsesionada con él.

Durante horas había consultado con amigas y la almohada si debería escribirle una carta. No había pasado nada que lo améritara, la situación no había cambiado, en lo absoluto. Se preguntaba de nuevo si debería invitarlo una vez mas en una cita, debatiendo si el diría que si y luego la dejaría plantada o simplemente diría que no esta vez. La situación, la existencia de Draco Malfoy, la posibilidad de convivir con el pero no hacerlo, la existencia de posibles interacciones que no se daban porque él no iba a empezarlas y ella solo dudaba de todo por días, su presencia tan cerca pero tan lejana a la vez, todo contribuía a su desesperación. Se movía en espirales, el espiral no solo iba en círculos, uno mas chico que el otro, ademas tenía un final. ¿Que representaría ese final en acciones? Nada bueno. O tal vez si, tal vez el espiral acababa cuando tomaba las riendas y daba otro rumbo a toda la situación.

Acabó decidiéndose por hacerlo. Le escribió una carta.

"Se que estas ocupado y probablemente tienes mejores cosas que hacer, pero realmente me gustaría poder conocerte.
Eliza MacMillan"

Esa noche, cuando se encontró con ella, otra vez más, no tuvo ni la paciencia ni gentileza usual.

—Necesito que dejes de molestarme todas las noches, tengo cosas que hacer—esa fue la manera mas amable que encontró, tono inexpresivo, acompañado por una cara totalmente neutral.

Quizás todavía no había visto su carta, intento consolarse a si misma Eliza. Pero probablemente no era eso. Incluso si no la había visto, su carta no cambiaría nada, porque el no estaba interesado en lo mas mínimo, y no tenía problemas con herir o ser malo con nadie. Ella no era la excepción a esta situación.

Flores para ti [Draco Malfoy's fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora