Sangre de Mendigo

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Hace mucho, mucho tiempo, en las calles de cierto pueblo, deambulaba un joven mendigo. Todos los días, a la misma hora, él estaba en una esquina del mercado suplicando a las personas una moneda, pero todos lo ignoraban, muchos incluso lo pateaban y lo insultaban.
Un día al pueblo se mudó una muchacha, ella era hermosa y atractiva, pero sobre todo tenía un corazón que parecía hecho de oro. Un día pasó por el mercado y el joven harapiento la vió.
- Que hermosa es, - se dijo el chico - me gustaría conocerla.
Pero al instante recordó que solo era un sucio mendigo, y sin más volvió a bajar la cabeza, ocultándose el rostro con una capucha andrajosa.
- Hola - le dijo una voz con un dulce acento - ¿Te encuentras bien?
Él alzó la vista, revelando su rostro lleno de lágrimas, y se llevó una gran sorpresa al ver que la hermosa voz que le hablaba era nada menos que la de la chica nueva del pueblo.
- Perdona, creo que te has equivocado de persona, nadie habla conmigo - le dijo él.
- Yo sí lo hago, que seas pobre no significa que no merezcas atención, levántate, demos una vuelta.
Él secó sus lágrimas y de un tirón se puso de pie alzando la capucha que le cubría el rostro. El joven mendigo y la hermosa muchacha pasaron ese día juntos, él le mostró a ella todo el pueblo y le contó los sucesos divertidos que ocurrían a menudo en las calles. Ella sonreía al escuchar sus historias, y él sonreía al ver aquella sonrisa.
Pero había un problema, cuando el mendigo le pidió a la chica que le hablara sobre ella, la muchacha no hizo más que despedirse. Y se fue corriendo, llorando por motivos que él no conocía, dejándolo solo...
Al otro día se volvieron a encontrar y volvieron a pasear como si nada. El joven no le volvió a preguntar, no importaba, ella era su amiga y eso era lo que contaba para él, y ese mismo día ella le regaló un collar con un corazón que había hecho a mano la noche anterior.
-Por si algún día de repente desaparezco - dijo ella en tono de broma, pero tras su sus palabras se ocultaba una gran verdad.
Así pasaron los meses y poco a poco los dos muchachos acabaron por enamorarse, pero ninguno de los dos se atrevía a confesarlo al otro.
Un día la chica llegó corriendo al mercado, deseperada, a punto de llorar, suplicando al mendigo que la ayudara, pues había un hombre persiguiéndola para matarla.
El chico sin dudarlo la tomó de la mano y corrieron a un callejón donde él la puso a salvo y le pidió que le explicara lo que ocurría. Ella le contó que ese hombre había matado a toda su familia, y que la próxima era ella, él solía ser su esposo, pero ella descubrió que en realidad no lo amaba y lo habló con él de buena fe, pero eso sólo lo hizo perder el control y nadamás pensaba en matarla para vengarse, era un enfermo mental.
El mendigo le dijo que no se moviera de ahí, y sin más se dispuso a buscar al asesino, pero antes de irse miró a la chica a los ojos y le dijo:
- Si algo pasara, tienes que saber que te amo - y se marchó.
Las horas pasaban y el muchacho no regresaba, a lo lejos se escuchó durante un rato el sonido de dos hombres peleando y unos gritos de dolor, pero la chica tenía tanto miedo que no era capaz ni de pestañear. Al día siguiente decidió ser valiente y buscar a su amado, pero a los minutos se arrepintió de haberlo hecho. 
Lo encontró tirado en el suelo, con el pecho abierto, la mirada seca y su sangre encharcada en el suelo. En su mano derecha tenía el cuchillo con el que se había enfrentado al asesino, y en la izquierda sostenía el collar que ella le había dado.
Ella salió llorando desconsolada, no sabía qué hacer, sólo deseaba morir ella también. Al cabo de un rato fue al mercado, el lugar donde se conocieron, miró a la esquina donde él estaba habitualmente, pero no había nadie, solo estaban los trapos sobre los que él dormía, ella se acercó y lloró sobre ellos, y en medio de su llanto descubrió algo, el diario del mendigo, lo abrió y lo leyó, y su corazón se detenía a cada palabra que pasaba bajo sus ojos, pues todo era sobre ella, sobre que la amaba, y al final decía "sé que soy un asqueroso mendigo que no es querido por nadie, y sé que será en vano, pero mañana le pediré que se case conmigo".
En ese momento detrás de ella apareció una figura alta y musculosa que acabó por rajarle el cuello. Era su esposo, el asesino de su familia, y ahora asesino también de dos jóvenes enamorados.
Pero esta historia no acaba, ya que a ese mercado nadie se ha atrevido a ir desde ese día, pues se dice que, noche tras noche, en ese lugar se ven luces muy brillantes, y se escuchan dos voces que se dicen: "Sí, acepto".


_espero que os guste, es la primera historia que subo a wattpad ya que recién hice mi cuenta ^^

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