⚠️CANCELADA⚠️
Gustabo García, sin saber por dónde ir, que camino escoger, cansado de su consciencia y de su vida decide acabar con ella, pero un pequeño rayo de luz, lo impidió.
Maullidos sonaban sin parar, haciendo que el rubio se despertara, perdido y cegado por el sol que tanto brillaba esa mañana. García, apoyó su mano en su frente, quedándose así por varios segundos.
—Joder...— susurró, percatándose de los gatos que tanto se restregaban en su pierna, empezándolos a acariciar con dulzura, soltando una pequeña sonrisa por las cosquillas que le transmitían los gatos.
Una vez se cansó de restregar sus manos por el pelaje de gato, se levantó con dificultad, agarrándose a la barandilla del puente para no caerse, se restregó los ojos e intentó encender el móvil, cual marcaba que se había quedado sin batería. Fastidiado, se dirigió hacia el piso, junto a los felinos, que lo seguían muy alegremente.
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Abrió la puerta con suavidad, intentando no hacer mucho ruido, por si aún era muy temprano, y, efectivamente, eran las 6 de la mañana. Después de mirar el reloj, se dispuso a caminar a su cuarto, pero notó que Horacio estaba tumbado en el suelo, abrazando un peluche que este le regaló hace mucho para cuando tuviera pesadillas, junto a babas que se le caían lentamente de su boca, cosa que al de ojos azules, le provocó una suave risa.
—¿Qué hago yo ahora contigo?— rechistó en silencio, entrando en su habitación y cogiendo la primera manta que vio, volviendo así junto a Horacio y dejarle la manta por encima de él. Observándolo, se acercó a su frente, implantando un beso en dicha parte.
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Llegó a su habitación, cerrando los ojos una vez más.
¿Por qué estaba cariñoso? Te puedes preguntar...Verás...Últimamente sentía la necesidad de estarlo, no hay por qué ni explicación, simplemente lo estaba, ya que, si moría, debería aprovechar sus últimos momentos de su vida y mostrar a la gente el aprecio que les tiene, como por ejemplo al de cresta, que lo acompañó toda su vida y simplemente le dedicó pocas palabras bonitas.
Pero... había una persona que no podía parar de cruzarse en su mente.
