Capítulo 26: Esperar lo Inesperado.

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Un escandaloso chirrido es producido por una reja al ser empujada por James, ingresando al polvoroso pasillo de ese almacén abandonado. Apunta el arma a su alrededor, esperando no tener que encontrar a nadie ahí.

Con precaución, el detective se desplaza por el sitio, llegando hasta una puerta a su derecha. Coloca la mano sobre la perilla, y jalándola hacia él, logra abrir la puerta, dando paso a una desolada habitación.

Al bajar la mirada, observa un muy delgado cable cruzando el marco de la puerta en la parte más baja, casi que llegando a los pies. James pasa con cuidado por encima del fino objeto, el cual conduce hacia el techo, amarrando de los ganchos de seguridad dos granadas aturdidoras. Solo bastaría un simple jalón de ese cable para sorprender a cualquier descuidado.

Continuando con su inspección, delante suyo se encuentran tres sillas mirándose en círculo: dos de ellas son simples asientos de madera nada fuera de lo común; sin embargo, hay una que resalta de las otras, siendo una silla metálica con dispositivos sujetadores de manos y pies, pareciendo una silla eléctrica, pero más avanzada y sin ese casco que te tuesta la cabeza.

Cabe mencionar que sobre el asiento yace una grabadora del enigmático asesino; pero en lo que el detective contempla el objeto, un chirrido lo toma por sorpresa, reaccionando al instante al girarse a apuntar hacia la puerta. Sabe sin ninguna duda que ese ruido provino de la reja del pasillo, lo que le avisa de la llegada de alguien.

«¿Será quien creo que es?» se cuestiona, yendo enseguida a apoyarse a un lado de la puerta.

Los pasos resuenan como un eco por el pasillo, poco a poco aproximándose a la misma habitación en la que se encuentra el detective, poniendo ansioso a este.

Sin cesar, los pasos cada vez se acercan más, estando a casi nada de llegar al marco de la puerta.

«Ya te tengo» piensa, tomando con fuerza su arma, a la vez que inhala y exhala de forma ya nerviosa; preparándose para actuar. «Es ahora o nunca»

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Unos rápidos golpes se hacen presentes en la entrada de la residencia Hamill.

Aún con un fuerte nerviosismo en sí, Lisa se levanta en un santiamén del suelo con cuchillo en mano. «¿Será él otra vez?» piensa, tragando grueso y con sus ojos vidriosos clavados en aquella puerta.

—¿Lisa, estás ahí? Soy tu tío Aaron —avisa desde fuera del hogar el hombre.

Con tan solo oír esas palabras, un gran sentimiento de alivio se crea en la rubia, quien inmediatamente va a abrir la puerta.

—¡Tío Aaron! —lo abraza con desespero, soltando sus lágrimas.

—Lisa, ¿qué pasó? ¿Y por qué cargas un cuchillo?

—Tío... —lo mira— Estuvo aquí.

—¡¿Puzzler?!

—Y mató a Alex. Su cuerpo está ahí—entre llantos, señala dentro de la casa.

«¿Mató a su cómplice?» se cuestiona Aaron, dirigiéndose al sitio señalado.

Al llegar a la sala, se encuentra a sus pies en un charco de sangre el cuerpo del muchacho; con hoyos de bala de escopeta en toda la cabeza.

—Dios —musita, cubriéndose la boca.

—¿Él... sí era su cómplice? —pregunta ella con dificultad.

—Lo lamento tanto, Lisa —abraza fuerte a su desconsolada sobrina— ¿No te hizo daño?

—No, pero casi.

El Caso PuzzlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora