Capítulo dos.

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Cinco años atrás.

Odiaba los lunes. Todo el mundo odio los lunes y quien me diga lo contrario, pues allá ellos.

Odiaba tener que ir a la escuela y odiaba aún más que mi madre me haya despertado media hora antes para tener que tomar el autobús; me desperté de mala gana y fui hacia el baño para cepillarme los dientes y enjuagarme la cara.

—¡Kenzie, se hará tarde! —mamá gritó desde afuera de mi habitación.

Pongo los ojos en blanco.

—¡Lo que sea! —exclamé irritada y salí del baño.

Me puse el horrendo uniforme y me hice un moño bajo en el cabello. Mamá entró una vez más a mi habitación y al verme sonrió.

—Cariño, es hora.

Tomé mi mochila y me la colgué en los hombros mientras abandonaba mi habitación. Mientras bajábamos las escaleras, vi a papá sentado en el sofá tomando café y a Sophia vestida de enfermera. Estaba haciendo sus prácticas en un hospital cercano al próximo pueblo.

—No entiendo porque si pueden llevar a Sophia y a mí no —dije y me crucé de brazos.

Sophia se río y se acercó a mí.

—Ya, enana. —Dice ella—. Dentro de cinco años tendré un auto y podré llevarte a donde quieras.

—Todavía falta mucho para eso.

—Cinco años se pasan volando. —Mamá murmura a nuestras espaldas.

Mamá se acercó a papá y besó sus labios. Tanto Sophia como yo, arrugamos la frente e hicimos una mueca de asco.

—Así te besas tú con Aiden.

Sophia se puso roja al escucharme decir eso y papá se partió de la risa. Fue inevitable que no nos riamos sobre eso. Apenas Sophia estaba comenzando su relación con Aiden y es un chico bastante agradable; ella se me acercó y me dio un beso en la mejilla.

—¡Qué asco, aléjate de mí! —Le doy un codazo, pero me gano más besos de su parte—. ¡Mami, ayúdame!

Mamá se estaba riendo.

—¡Mamá! —grité—. Ya, que asco.

Sophia finalmente se aparta de mí y me saca la lengua.

—Vámonos.



Actualidad.

Odiaba los sábados.

Quizás todo el mundo los amé, pero yo no. No me gustaban los fines de semanas por una razón en específica: Sophia pasa los fines de semana con papá y conmigo. Aunque esta vez vendrá Aiden con ella, es probable que Sophia me haga vivir un infierno estos dos días.

Me desperté muy temprano y cuando bajé a la sala, ella ya había llegado junto con Aiden, quien se encontraba sentado en el sofá. No pude quitar mi cara de perro al verlos, quizá Aiden me agrade, pero no puedo decir lo mismo de mi supuesta hermana.

—Kenzie, buenos días —Aiden me saluda, dedicándome una pequeña sonrisa.

Le regreso la sonrisa, pero esta no dura mucho cuando los ojos color zafiro de mi hermana me miran. La manera en la que me mira me provoca escalofríos, me miraba con odio y yo también la miraba así. No entiendo como antes podíamos tolerarnos, ahora ni siquiera podemos vernos en pintura.

—Mackenzie. —Dice ella, mirándome de pies a cabeza—. Pensé que seguirías dormida.

—Pues no —digo yo, caminando hacia dirección de la cocina.

El secreto que nos une.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora