バケモノの子Bakemono no Ko © Estudio Chizu

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Roto

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El piso bajo sus pies parecía tambalearse.

Con las falanges prensadas frente a su rostro, se sentía tan perdido como una aguja en un pajar. El suelo que hace unos instantes le hizo sentir mareado, ahora se tornaba lejano y difuso. Fue cuando su mirada se dirigió hacia las juiciosas estrellas que sintió que ya no le quedaba más en la vida. Había deshonrado a Iōzen, lo había defraudado.

«Ahora se porque nunca fui, ni seré como tu, padre»

Ahora comprendía porque no le crecieron colmillos ni pelaje, y porque toda su vida sintió esa punzada de inconformidad que evidenciaba lo impío de su espíritu. No es una bestia, eso estaba más claro que agua quieta. Y aunque la genética lo afirmara, tampoco era humano. No. Ichirōhiko estaba seguro que solo podía ser un monstruo, ni más ni menos.

Sentía tanta ira como horror de sus propios matices, cada pigmento de su ser lo hacía sentir tan aterrado hasta un punto de quiebre que le evocaba el simple deseo de desvanecerse. Su estómago se revolvió al recordar lo dicho cuando emergió de su letargo, lo que sus padres le revelaron con un timbre de duda en sus voces. Habían tratado de aminorar el impacto con palabras encubiertas, a medias. Después sus rostros solo reflejaron compasión y preocupación. Sin embargo, nada había podido detener la oleada del maremoto.

«Atacaste una de las más grandes metrópolis humanas y casi destruiste Jūtengai»

El violento retorcer de sus entrañas lo impulso hacía adelante con gesto nauseabundo. Nada regresó por su boca. La profundidad de la pena en los ojos de Jiromaru le atravesó punzocortante el pecho. En ese momento utilizó como excusa su malestar para correr hacia el exterior, y refugiándose en la soledad que le brindaba el techo de su casa; una sonrisa amarga se estiró en el rostro de facciones perfectas, al pensar que todavía tenía el orgullo suficiente para no querer que su hermano pequeño lo viera llorar.

¿En qué momento se volvió tan patético?

Estaba a punto de desmoronarse, pero reprimió el impulso al sentir una presencia aterrizar hábilmente sobre el techo a sus espaldas. Con la respiración errática, tembló y cerro los ojos: creía haberle advertido a Jiromaru que no lo molestara. Después de todo, estuvo a punto de cegar miles de vidas, así que en realidad, solo estaba cosechando lo que sembró. Lágrimas silenciosas se deslizaron por sus mejillas, brillando a contraluz de las estrellas que aún lo juzgaban desde su promontorio helado. Un sollozo escapó desde su garganta. Mudo. Sofocante.

──¡Con que aquí estás! ──gritó una voz detrás de él. Excepto que no era de su hermano. Se tensó tan abruptamente, que se soltó aquel nudo enredado debajo de la laringe, en una mezcla de grito de sorpresa y gemido. Sus manos llenas de polvo presionaron contra su boca pero el daño ya estaba hecho.

¿En qué momento se volvió tan… roto?

──Pero Kyūta, tú… ──comenzó pero se detuvo. Unas horas antes había atravesado a Kumatetsu —su maestro, su padre— con la espada de Iōzen. Probablemente el chico venía a darle fin a lo que había comenzado en Shibuya. Se encontró pensando permitirle a Kyūta completar su venganza, sería lo más justo y sencillo después de todo, no obstante lo único que percibió fue el movimiento de las ropas del chico al sentarse a su lado.
──Vine a ver cómo seguías. Me preocupaba haber tocado algún punto vital, pero parece que estás bien ──Ichirōhiko se desconcertó tanto que si no hubiera estado sentado se habría ido de espaldas.
──Sigo sin comprender como puedes ser así Kyūta ──La afirmación los tomó a ambos por sorpresa.
──No se de qué hablas.
──¡Y un carajo! ¿Cómo pretendes venir hasta aquí y fingir que nada a pasado? Soy perfectamente consciente del daño que he causado y se que no merezco perdón ──Las palabras rasgaban su garganta como papel de lija, instándolo a cerrar la boca. Sentía ascender la hiel amarga, pero se la tragó para terminar──. ¿Porqué estás aquí?

Kyūta suspiró.

──Vaya, que ingrato, todavía de que me tomo la molestia de preguntarle a Jiromaru dónde estabas y venir a hacerte compañía. De hecho creo que ya te he perdonado. Vamos hombre, yo también lo siento ──sonrió.

Un silencio extraño se cernió entre ellos, en un contrapunto de terror y asombro Ichirōhiko levantó la mano, lentamente, y abofeteó a Kyūta. Fuerte.

──¡OUCH! ¡¿Qué carajos ocurre contigo?!
──¡Esa pregunta va más bien para ti idiota! ──respondió el otro, después su semblante cambió a uno más serio──. Soy un peligro, un ser resquebrajado e indigno ¿Y me darás la satisfacción de irme así como así? No me interesa tu perdón Kyūta ──era tanto su esfuerzo por no temblar que por un segundo casi se perdió el suspiro del otro y su sonrisa mientras se frotaba la mejilla.
──Se que te interesa, aunque lo niegues necio ──declaró Kyūta de repente──. Pero debes empezar por perdonarte a ti mismo primero. ¿A qué le temes Ichirōhiko?
──Yo no tengo miedo ──respondió fijando su mirada ensombrecida hasta su muñeca rodeada por aquel rojo cordón.
──De hecho lo tienes ──refutó Kyūta y comprensivo colocó una mano en el hombro del otro──. Aunque no deberías sabes. También las personas más heridas y rotas, pueden sanar.
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Pues nada. Amo a Ichirōhiko, el es tan perfecto en sus imperfecciones *.*

Supongo que Kyūta no pudo haber dejado para siempre Jūtengai sin antes ver a Ichirohikō y perdonarlo.

Es lo que habría hecho Kumatetsu TT_TT

¡Disculpen los posibles fallos y gracias por leer!

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2021 ⏰

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