Capítulo seis.

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Tres años atrás.

Mamá está vez tenía que podar el césped.

Y yo quería ayudarle. Ella dice que no puede estar inspirada viendo como el jardín es un desastre total, y estoy de acuerdo con ella; mientras ella lo corta, yo me dedico a plantar algunas flores, pero me concentro más en cortar algunas amapolas que están más que preciosas y quedaran aún más hermosas en mi habitación.

—Tu padre es un desastre haciendo esto —mamá se ríe entre dientes—. Jamás lo corta bien.

Le lanzo una mirada por encima del hombro.

—Al menos se esfuerza.

Ella asiente de acuerdo conmigo.

Cuando termino de cortar la última amapola, la junto con las demás, formando un ramo. Me pongo de pie y miro por curiosidad hacia la casa de los Harris. Hace una semana fue mi primer encuentro con Nathaniel y desde entonces no he podido dejar de pensar en él. No sabía si él me gustaba o estaba pasando algo más, pero lo que siento cuando pienso en él o cuando lo veo, es demasiado bonito y real.

Sacudo la cabeza y entro a la casa para dejar el ramo sobre la mesa. Sophia estaba en la sala junto con Aiden, ambos estaban viendo El silencio de los inocentes, una de nuestras películas favoritas. Sophia me voltea a ver y me sonrió.

—¿Quieres quedarte con nosotros? —me preguntó.

Miré a Aiden, quien se veía bastante cómodo con la presencia de mi hermana, así que prefiero no ser un mal tercio y niego.

—La vemos después tú y yo.

Aiden me miró y me guiñó un ojo.

Cuando Sophia se giró una vez más al televisor, le saque el dedo del medio y salí otra vez con mamá. Cuando baje hacia el jardín, sentí que el corazón dejó de latirme cuando vi a Nathaniel junto con mi madre.

Casi suelto un grito al verlo y no me afecta precisamente su presencia, si no lo sexi y guapo que se ve con su uniforme de basquetbol. Su cabello estaba húmedo por el sudor, pero aun así me gustaría ir hasta él y acariciarlo, porque su cabello tenía un aire cool.

Nathaniel desvía sus ojos de mamá hacia mí y me sonrió con naturaleza.

—Hola, Mackenzie. —Dijo él, haciendo un movimiento con la cabeza.

Parpadeé sorprendida. ¡¿Acaso acaba de saludarme?! Y no sólo eso...¡SE SABE MI NOMBRE! ¡Maldición! Estoy más que sorprendida, esto es bastante irreal, pero me gustaba, me gustaba bastante que él estuviera aquí, aunque a decir verdad, mamá está sobrando de más.

—Hey —le digo con nerviosismo y me acerco hasta él y hacia mi mamá.

Mamá me mira por encima del hombro.

—Kenzie, cariño; Nate me estaba diciendo que su mamá también tiene amapolas en su jardín.

Nate...jamás lo he llamado así, porque me parece algo bastante...personal, pero escuchar a mi mamá llamarlo así, me da el empujón para también comenzarlo a llamar así.

—¿En serio? —pregunto, pero no estoy mirando a mamá, si no hacia su dirección.

Lo que me sorprende más es que él también me está mirando.

—Oh, sí —responde él—. Si quieres algún día de estos, puedes venir a casa y verlas, son muy hermosas.

¿Acaso me está invitando a su casa? ¡DIOS MÍO! Creo que estoy soñando, porque realmente parece que esto es un hermoso y fantástico sueño.

El secreto que nos une.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora