~°único°~

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4 a.m. y él seguía bailando borracho en medio de cuerpos semi desnudos desconocidos, gritaba con fuerza sin sentido alguno, disfrutando de la música que retumbaba dentro de aquel lugar. No era muy consciente de lo que hacía, se había pasado excesivamente con la cantidad de copas de alcohol.

Su cuerpo se movía al ritmo de una canción que no podía reconocer, hasta que siente como alguien tira de su brazo fuertemente sin cuidado alguno. Trató de enfocar su mirada en quien o que es lo que lo arrastra hacia lo que supone que es la salida, pero al alcohol no hacía más que nublar su vista, y hacer que sus pasos sean torpes, haciéndolo casi caer más de una vez durante el recorrido.

Llega el momento en donde por fin siente el aire fresco de la calle. Se suelta como puede del agarre del sujeto, y se da el tiempo de tomar una bocanada grande de aire, para tratar de que sus pensamientos se aclaren.

Después de unos minutos, recuerda lo sucedido y busca con la mirada el causante de que saliera de aquel bar. Se encuentra con una cara de enfado. Una gran cara de enfado. ¿Conway? ¿Qué mierda hace él aquí?

— ¿Qué coño haces aquí? — Le pregunta con el tono más desagradable que se le fue posible.

— ¿Cómo qué que hago aquí, subnormal? Tú mismo me llamaste, gilipollas.

La mente de Volkov se volvió confusa sin recordar haber hecho eso, y se preguntaba para si mismo si aquel hombre no le estaría mintiendo.

— ¿Enserio? Dios mío que puta vergüenza... — susurró para sus adentros lamentándose.

— Pues vaya que sí ¿se puede saber para qué cojones me llamas a las putas 4 de la madrugada?

— ¿No crees que si lo supiera no estaría rojo de la puta vergüenza?

Escuchó la suave risa del otro, haciéndole recordar cómo antes podía ser testigo de esta a diario, y como pudo perderlo tan rápido.

— ¿Qué miras tanto? ¿Acaso te he vuelto a enamorar como la primera vez?

Sin darse cuenta, se había quedado embobado mirándolo fijamente mientras este se reía. Si antes estaba sonrojado, ahora su cara iba a explotar

— Yo… lo siento ¿sí? Es el alcohol…

Claro que no lo era.

— Aja, el alcohol… ¿estás seguro, Volkov? ¿estas completamente seguro de que es por el alcohol?

— Claro que sí.

Claro que no.

¿En qué momento se habían acercado tanto? no podía dejar de pensar la mente de volkov algo torpe, por la tran cantidad de alcohol que tenía en su sangre, pero siempre había sido bueno disimulando su ebriedad.

Estaba seguro de poder sentir su respiración y de que él otro podía sentir su aroma al alcohol y humo de cigarrillo que inundaba el lugar en donde antes se encontraba.

Su mirada que de por sí, estaba un poco hacia arriba, ya que el otro era algunos centímetros más altos que él, pasó a sus labios. Aquellos finos pero apetecibles labios.

¿Realmente iba a besar a su ex pareja?

La respuesta estaba clara.

Sin más, tomó su cuello con sus manos, y lo acercó para juntar sus labios en un beso algo desesperado, con sabor a alcohol de por medio. Notó como el otro correspondía el beso, tomándolo de la cintura y apoyándole en la pared más cercana, que probablemente sería la del bar, ya que, no se habían movido de ahí desde que salieron.

Las manos del mayor empezaron a meterse debajo de la camiseta del otro con un poco de sigilo, tocando todo lo que ya había tocado hace algunos meses. Pasaba de sus caderas, a su cintura, y espalda baja, para volver al inicio. Volkov pasó sus manos por detrás de la nuca contraria, acariciándole el cabello y dando pequeños tirones al mismo tiempo.

Sin querer un pequeño gemido salió de la boca del menor cuando el contrario le dio un fuerte agarrón en el culo.

— ¿Qué haces?

— ¿Vamos a mi departamento o qué, muñeca?

Sin pensarlo dos veces, asintió. Lo tomó de la mano y lo arrastró hasta su auto. Entraron con rapidez, ansiosos de llegar pronto al departamento de Conway.

Una de las manos de Volkov fue a para a las piernas del otro, tocando todo su muslo, desde la rodilla hasta llegar a su miembro. Con experiencia desabrochó su pantalón, y empezó a sobar lentamente el bulto ajeno. Dirigió su mirada hacia el rostro del Jack, y pudo ver como estaba tenso, seguramente tratando de no soltar un gemido y seguir pendiente de la carretera.

— Vamos, Conway, relájese.

El mayor trataba de ordenar sus pensamientos mientras conducía teniendo la mano del otro frotando su mano desesperadamente contra su miembro.

¿No sería aprovecharse de él sabiendo en la situación en la que estaba?

Era obvio, Volkov no estaba consiente en ese momento y el alcohol que había ingerido era el dueño de cada acción que hacía.

Debía controlarse, por el bien de ambos.

— Volkov para — Trató de decir con la voz más firme que pudo al estar siendo estimulado constantemente.

El ruso levantó la mirada solo unos segundos para volverla a bajar, ignorando completamente las palabras del mayor.

— ¡Viktor, dije que pares! — Gritó con la respiración acelerada, como si esa fuera la única forma de que el placer no le ganara.

El más alto se sorprendió y quitó su mano en un gesto brusco, asustado por el gran estruendo que causaba la voz del otro dentro del pequeño auto.

En ese incómodo silencio que se formó durante lo que quedaba del trayecto, Jack podía oír los leves sollozos que el ruso emitía y trataba de ocultar tapando inútilmente su boca con ambas manos.

Apenas al llegar a la residencia del mayor, estacionó el auto, lo apagó y se volteó en dirección el peligris. Como acto seguido, tomó una de sus manos para empezar a darle leves caricias en esta, tratando de que el otro se calmara.

— Hey, chiquitín, estás borracho, no eres consciente de lo que estás haciendo ¿si? no quiero que mañana pienses que me aproveché de ti, o que te arrepientes de lo que pudo haber pasado.

Con su mano libre tocó la mejilla del ruso, recorriendo con suma delicadeza esta, como si en cualquier momento se pudiera romper.

El que hace unos minutos se encontraba sollozando volteó lentamente la cabeza hacia el mayor, mirándole con sus ojos cristalizados fijamente.

— ¿Puedes besarme y solo llevarme a dormir, por favor?

Sin esperar más, juntaron nuevamente sus labios esa noche, pero ahora era un beso dulce, salado y amargo. Una mezcla de todos aquellos sentimientos que habían estado guardados después de que su relación terminara.

Lo dulce del reencuentro de sus almas que se habían separado, que no sabían como sobrevivir así.

Lo salado de las lagrimas, que ahora, una que otra también era derramada por el mayor.

Y lo amargo de todos esos sentimientos que quedaron guardados en lo profundo de sus corazones al terminar su relación de hace unos meses.

— Anda, vamos adentro, muñeca.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2020 ⏰

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