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Había voces... y me molestaban demasiado.
   Siempre le rogué a Itachi que me pusiera en un sueño profundo, uno donde fuera un futuro alterno, uno donde todos hubiésemos sido felices, jamás logré convencerlo.
    Me decía que jamás había tal acto cruel, el vivir en un sueño feliz aún que siquiera fuera momentáneo, era más devastador que el enfrentar la realidad. Con eso, me decía que jamás me haría fuerte ante las situaciones fatídicas de la realidad, la cruel realidad. Porque, no podría enfrentar el involucrar lo imaginativo con la realidad; me volvería loca.

Pero en este momento, me permití dejarme llevar por un sueño, ese con el que tanto había rezando por que se manifestara.
Ahora solo quedaría en lo que es... un sueño.

   Eramos mi hermano Sasuke y yo, estábamos en casa y haríamos una cena de cumpleaños.
Todos estaban ahí, nuestros Sensei, mis amigos que eran los mimos que Sasuke, y Gaara.
Itachi me había obsequiado una traje de Kunoichi negro con detalles morados y la banda de Shinobi bordada al frente; era hermoso. Gaara, un ramo enrome de rosas y una sombrilla nueva que se convertida en una Katana increíble, la ame.
Comimos pastel hasta reventar, y Mamá me tarareaba una nana para dormir, a pesar de haber sido nuestro cumpleaños diecisiete.  Sasuke se sostenía su estómago con sus manos por la risa, pues su mejor amigo había tirado el pastel sobre su sensei. Itachi servia los refrescos con una amígale sonrisa, cuando veo a verme, su semblante cambio... estaba triste de pronto.
No podía quedarme...

Y desperté. Y todo desapareció.

Me movía con dificultad y por alguna razón no podía abrir mis ojos por completo.
Algo me cubría.

— Al fin despiertas, creíamos que sería otra semana de cuidados intensivos.

¿Creíamos?

— ¿En donde está Sasuke? - dije levitándome con cuidado, no podía ver nada — ¿Por qué tengo esto en los ojos?

Quise quitármelo, pero sentí dos manos  grandes cubrirme.

— Shh... - es Sasuke — Quédate quieta.

— Me duele... - lleve mis manos sobre las suyas, apreté un poco. — Me duele demasiado...

— Despertaste el Mangekyō... - pasó su dedo pulgar sobre la palma de mi mano— El plan funcionó...

Susurro él pero, había algo distinto.
No sonaba convencido ni mucho menos feliz por la noticia de tener mis ojos.
¿O acaso ya los tiene?

— ¿Tu ya tienes mis oj...

— Ya lo sé todo...

Separé mis manos como si fueran de fuego.
Quería ver sus ojos, ver qué tan destruídos estaban. Su voz era quebradiza...
Si sabía todo, debe estar odiándome.

— Kiyomi, puedes ir quitando la venda.

Tobi...
No mejor, "Madara"
Si es así como debería llamarlo...
No dije nada, solo comencé a quitar la venda con rapidez mientras Sasuke seguía decidiéndome "hazlo lento te vas a lastimar"
Una vez que la quite, abrí los ojos. Grande error, pues estos se cerraron en seguida por un ardor intenso.

— Te lo dije, necia...

suspire  ahogando el llanto de dolor, era peor que un golpe directo en las costillas rotas.
Había visto poco la ubicación del cuerpo de Tobi, señale aguándolo mientras gritaba cubriendo mi dolor con insultos.

𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂: 𝑯𝑰𝑫𝑬𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora