•Capitulo 1•

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El pelinegro se encontraba junto a sus amigos, era su cumpleaños número veinticinco y su mejor amigo lo había forzado a ir al club más famoso de todo Nueva York, era solo para gente con una cantidad ridícula de ceros en sus cuentas bancarias o una colección absurda de vehículos. Para ingresar por primera vez tenías que ser recomendado por algún cliente recurrente e ir acompañado por este, no querían que cualquier persona dañara su reputación.

Archie, el mejor amigo de Jughead, tenía un socio que visitaba con bastante frecuencia el lugar, así que estaban con él y algunos amigos de este. Sin embargo,Jughead no sabía por qué era un lugar tan prestigioso y exclusivo, además de la decoración no tenía nada de diferente a un bar cualquiera de la ciudad.

Estaba considerando seriamente tomar su coche e irse. Habían demasiadas luces de todos los colores, el sonido tan alto de la música se estaba volviendo casi insoportable y lo único que podía sentir era el comienzo de una terrible migraña. Se puso de pie y de repente todas las luces se apagaron al igual que la música, él frunce su ceño y en acto reflejo mira a su amigo quien luce igual de confundido cuando un reflector ilumina a una mujer con un micrófono en medio del lugar. Pensó que tocarían música en vivo y se sentó nuevamente, tal vez el lugar era tan exclusivo por la música.

La mujer miró a su alrededor antes de sonreír, se presentó ante todos y sonrió aún más al ver el lugar tan lleno, todo parecía normal hasta que volvió a hablar. La mandíbula de Jughead casi cae al suelo ¿Había escuchado bien? No, no podía ser jodidamente cierto. No, definitivamente había escuchado mal por su dolor de cabeza.

Lo que sus ojos estaban presenciado debía ser una jodida alucinación, porque aquella mujer dijo que la subasta iba a dar inicio, habían hombres gritando cantidades exorbitantes de dinero cuando chicas más jóvenes se paraban junto a la mujer mayor.

Estaban subastado chicas

¿Qué?

—¡¿Archie me estás jodiendo?! —preguntó alarmado el pelinegro y algo desesperado—¿Qué significa todo esto? ¿Donde me has traído?

—Relájate, sólo son chicas. —respondió pacíficamente el socio de su mejor amigo, Steve Braun—compra una para que te diviertas.

—¡Por Dios! —lo miro atónito—¡Son mujeres, seres vivos, mejor dicho, son personas! Esto no... No puedo... Es ridículo  —pasó las manos por su cara, estaba horrorizado y muy probablemente a punto de tener un ataque nervioso— ¿Te has puesto a pensar en que tal vez están aquí en contra de su voluntad?

Su mejor amigo no había mencionado palabra alguna, estaba igual o más escandalizado que el pelinegro ¿Con qué clase de persona había construido su empresa? ¿El dinero que entraba a su cuenta era limpio? ¿Cuántas veces su amigo había comprado mujeres? ¿Que hacía con ellas después? ¿Debía llamar a la policía ya o denunciar de camino a casa? Sentía que se iba a desmayar.

—No le des más vueltas al asunto— dijo ya un poco enojado por la actitud de este.

—¡Esto es ilegal!—habló por fin Archie, se levantó de su silla con el celular en la mano y el corazón a punto de salirse de su pecho— ¡Voy a llamar a la policía!

—Si dices una palabra de esto, vas a meterte en muchos problemas, amigo —lo miro por unos segundos y suspiró—Si no vas a comprar nada, está bien, sólo no digas ni una palabra de esto.

❈Daddy❈ |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora