Niñero Por Una Noche

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—No. Definitivamente no lo haré, New. No cuidaré de tu noviecito.—negué al chico, ignorando su desesperación.

El joven pareció no escucharme pues el tipo estaba a punto de caerse al suelo.

—¡Por favor Gun, eres el único que puede ayudarme!—rogó de nuevo.

Volví a pensármelo, o más bien, volví a mirar al hombre que mi amigo casi llevaba en hombros. No podía ver su rostro, sin embargo el panorama era tentador. Tenía la cabeza baja, permitiendo que sus rebeldes cabellos negros cayeran y relucieran ante la poca luz que había en el recibidor. Parecía alto, de complexión atlética, y gracias a la vista que daba esa camisa desabotonada, pude notar que tenía el cuerpo más escultural que había visto en toda mi miserable vida. Sus pectorales, el torso semidesnudo, parecían de otro mundo, perfectos en si. Su piel era blanca, con una textura que incluso a la distancia en que yo me encontraba, parecía más suave que el terciopelo.

¿Dónde se había conseguido New a semejante ejemplar de hombre? Aunque fuese mi amigo, no pude evitar sentir algo de envidia. El era siempre el chico al que todos los hombres volteaban a ver, el chavo lleno de energía, quien hacía cualquier tipo de locura, el que llamaba la atención de todos y por si fuera poco, el más lindo. Pero tenía ese otro lado que me hacía superar ese extraño sentimiento de parecer estar siempre un peldaño debajo de el. Era un buen amigo, siempre había estado ahí junto a mí en las buenas y en las malas. Era amable, inmensurablemente honesto, bueno en su trabajo, me comprendía y sin el, seguramente nunca hubiese sobrevivido a una que otra depresión anímica.

Tomé aire, más por el acaloramiento que el chico me había producido que por lo que estaba a punto de contestar.

—Está bien, mételo.—me hice a un lado para dejarlo pasar a mi departamento.

—¿Y si me ayudas?—preguntó con dificultad.

Al instante que toqué el brazo del chico, mis hormonas salieron disparadas.

Ese hombre tenía un aroma que mezcla virilidad con una especie de sensualidad, algo desconocido y lo que era obvio, mucho alcohol.

—¿Cuánto ha bebido?—pregunté tras dejarlo en el sofá de la sala y tratando de recuperar el aliento.

—Muchísimo. Aún no sé porque no ha devuelto. Cuida que no se vaya a ahogar, y por la mañana dale algo para el increíble dolor de cabeza que le llegará.

—Esto es una locura New, no puedo cuidar a tu noviecito en este estado.

—¡Te lo agradeceré toda la vida si lo haces!—sacó su celular y consultó algo.—Ahora, tengo que irme, te llamaré temprano.

Tomó su bolso y salió corriendo rumbo a la salida.

—¿Y cuando despierte, qué le digo? ¿Qué tú me nombraste su niñero y qué después le llamas? Además, ¿por qué no lo llevas mejor a su casa?

—Vive algo lejos de la ciudad, no puedo llevarlo ahora. Cuando despierte, simplemente dile que me espere, yo vendré aquí más tarde.

Suspiré al mismo tiempo que veía la hora en el reloj. Eran las dos de la mañana.

—¿Y de pura casualidad puedo saber quien es el hombre que esta balbuceando incoherencias, ahogado en alcohol y sin camisa en mi sofá?—pregunté.

—Jumpol Adulkittiporn, también conocido como Off ¿verdad que está genial?—se burló antes de desaparecer.

¿Cómo le explicaba a New que ese chico era algo más que genial? Era...superior.

Cerré la puerta para dejar mi frente descansar en ella. ¿Qué estaba haciendo mi amigo? Cambiaba de novio como de calcetines. Era el típico chico que podía irse de fiesta a un bar estando soltero, y cuando salía ya tenía nuevo acompañante. Todos esos años había sido testigo de sus insensateces, pero la que estaba apunto de suceder esa madrugada era la más extrema de todas.

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