Kyungsoo era un omega destinado a pertenecer en una familia adinerada, dónde lo llenarian de amor y le darían lo que necesitara. En su niñez y adolescencia solo habría felicidad. Porque así estaba escrito su destino.
Sus padres se amaban, la llegada de un pequeño les traería más felicidad a su corazón. La afortunada pareja se enteró de la llegada de su primogénito y la omega lloró por la felicidad. Meses después Kyungsoo nació.
Pero solo un año después, el destino escrito se borró.
Las moirasasustadas miraron el papel, era de las pocas veces que el mismo destino iba en su contra. Aterradas con la idea de qué sucediera como en las pocas veces que el destino se borró. Siglos desde que no ocurría.
Un nuevo destino estaba escrito. Las moiras no pudieron hacer nada. Un tanto aliviadas, pues solo era un mal juego del destino. “Encontras la paz, conocerás tú felicidad” eran las últimas letras escritas en un extenso papel.
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A sus dos años, Kyungsoo vió morir a su madre por el abandono de su alfa.
La omega que estuvo días retorciéndose en cama por un dolor intenso había dejado de sufrir. Kyungsoo vió como su madre después de soltar un desgarrador grito, paraba de moverse. En la habitación donde anteriormente había dos aromas perdió uno.
Un pequeño Kyungsoo se acercó a su madre, pensando que tal vez cayó dormida, se recostó acurrucándose contra ella, olfateando el cuello con su pequeña nariz, buscando su olor para que él también pudiera dormir.
Cansado de buscar, besó cada ojo de su madre los cuales estaban un poco mojados por las lágrimas. Se fue a dormir susurrando un —Te amo mami— abrazando más a su madre.
A la mañana siguiente, su abuelo lo abrazaba mientras le estaba pidiendo perdón. Kyungsoo no entendía. — Mamá fue a trabajar lejos, te quedarás con nosotros pequeño— dijo su abuelo. Kyungsoo asintió a lo dicho por su abuelo, él solo quería que su mamá estuviera bien.
El pequeño omega vivió engañado por casi once años, dónde sus abuelos le hicieron creer que su madre estaba en un país lejano trabajando como doctora.
Un día encontró a su abuela llorando con una foto de su mamá en la mano. —Él es un gran niño, te ama tanto— su abuela continúo llorando.
— Abuela...— susurró el omega— ¿Mamá no vendrá mañana a mi cumpleaños tampoco verdad?.
— Me temo que no cariño, pero sabes que ella te ama— Kyungsoo asintió, su mamá lo amaba y él lo sabía.
— ¿Porque no me dices la verdad?— susurró Kyungsoo. — Ella no está aquí, ni en ningún país, ella murió.
La abuela miro a su nieto, tanto tiempo mintiendo pero él ya lo sabía.
— No me den explicaciones, creo que ya las sé— hablo el omega cuando vió que su abuela estaba a punto de llorar.— Gracias... Gracias por cuidarme, muchas gracias por intentar salvarla también...
