Jughead sintió el pánico apoderarse del ambiente. El estruendo de gritos y el sonido de más disparos resonaban en el pasillo, y su corazón latía desbocado. Se volvió hacia la chica, que ahora tenía los ojos bien abiertos, llenos de miedo y confusión.
—Escucha, tengo que sacarte de aquí —dijo, tratando de sonar más seguro de lo que se sentía.
Ella asintió, pero seguía temblando, y él sintió un impulso de protegerla. Se levantó y miró hacia la puerta, la preocupación en su pecho se intensificó. Sabía que no podían quedarse ahí, pero tampoco estaba muy seguro de que hacer.
—¿Cómo te llamas? —preguntó, intentando calmarla.
—Elizabeth Cooper—respondió, su voz apenas un susurro.
—Bien, Elizabeth. Vamos a salir de aquí, pero necesito que confíes en mí. ¿Puedes hacerlo?
Ella tragó saliva no muy segura, pero ¿Acaso tenía otra opción?. Tomó un suspiro profundo y luego de unos segundos asintió lentamente.
Con un último vistazo a la habitación, Jughead abrió la puerta con cautela. El caos afuera era palpable; los gritos y el sonido de cristales rompiéndose llenaban el aire. Sin pensarlo, tomó la mano de Elizabeth y la llevó consigo.
—Sigue mis pasos —ordenó, y juntos se deslizaron hacia el pasillo.
Cuando llegaron al final, se encontraron con un grupo de hombres que corrían hacia ellos, algunos con armas en mano. Sin tiempo para pensar, Jughead empujó a la rubia hacia una puerta que daba a una salida trasera, por suerte todos los guardias estaban ocupados y tenían el camino libre.
—¡Rápido! —gritó, y empujó la puerta, sintiendo que su corazón se detenía mientras se aseguraba de que ella estuviera a salvo detrás de él y rogando internamente que su mejor amigo también estuviera bien.
Una vez afuera, se encontraron en un callejón oscuro, el aire fresco contrastando con el calor opresivo del club, ni siquiera había notado el calor del interior hasta que la lluvia comenzó a caer, y la oscuridad era casi total.
—¿Dónde estamos? —preguntó Elizabeth, asustada.
—Un momento, necesito pensar —respondió Jughead, intentando calmarse mientras su mente trabajaba a mil por hora. Recordaba que su coche estaba estacionado a unas cuadras.
—Debemos irnos, antes de que me vean—dijo la chica, su voz temblando.
—Tienes razón. Ven, sígueme —dijo, y comenzaron a correr hacia la salida del callejón.
Cuando llegaron a la calle principal, el bullicio del club quedó atrás, pero el miedo seguía presente. Jughead sacó su teléfono para escribirle un mensaje a Archie, pero el servicio seguía cortado. La policía era su única esperanza pero creía que estaban demasiado ocupados.
—Necesitamos un lugar seguro, una estación de policía o algo —murmuró para sí mismo.
—¿Y si nos encuentran? —preguntó Elizabeth, sus ojos llenos de lágrimas.
Jughead sintió su corazón desgarrarse. No podía dejar que le hicieran daño.
—Elizabeth...Voy a protegerte —le aseguró, aunque las palabras sonaron vacías.
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❈Daddy❈ |EN EDICIÓN|
RomansA veces, el destino nos juega cartas que no podemos ignorar. Jughead trató de reprimir lo que sentía por aquella chica, convencido de que era un error dejarse llevar. Pero en el momento menos esperado, una broma inocente -ella llamándolo "Daddy" en...