Capítulo 8: Rumores y cenas familiares

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Deberían contratarme como detective

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Deberían contratarme como detective. Resulta que fue Summer quien le dio mi número a Reese, porque, citando sus palabras: "Él está interesado en ti y quería ayudarlo".

Madre Santa. Apenas interactuamos y ella ya creó toda una historia de amor.

Lo peor de todo, me lo confesó días después. No es como si tuviera una larga lista de sospechosos, de hecho, Summer era la única. Nadie más podría darle mi número sin cuestionar nada. Solo ella.

Ahora voy de camino a la cafetería con mi amiga para almorzar. Al cruzar la puerta, diviso a unas chicas de mi clase reunidas en una mesa y decido acercarme a ellas. Lucen agradables y no vendría mal hacer más amigas.

—Hola —canturreo, agitando una mano. Se voltean, pero sus miradas caen primero en Summer. La observan de arriba abajo con gesto de fastidio, lanzando miradas despectivas.

Oh, no. Mala idea.

¿Ahora qué hago? Temo que, si abro la boca, las moleste y me miren de la misma forma. Una mano me toma del brazo y me saca de ahí, arrastrándome por el pasillo hasta salir por una puerta y llegar al patio.

—¡Sum! ¡Sum! —la llamo esperando que se detenga y me explique por qué huimos.

Se gira y la imagen frente a mí me deja sin habla. Sus preciosos ojos azules están llenos de lágrimas, la nariz roja y el labio inferior le tiembla.

Mi corazón se rompe.

Antes que pueda hablar, ella se lanza a mis brazos abrazándome por el cuello, a la vez que hunde su cabeza para llorar. Ligeros sollozos de dolor y tristeza escapan de su garganta. Con sumo cuidado, rodeo su espalda, frotándola en un intento por consolarla. Me convierto en su fuerte, ese hombro que necesita para desahogarse. Su cuerpo se sacude en espasmos acompañados de lágrimas que mojan mi suéter. Levanto una mano y acaricio gentilmente su cabello, inclinando mi cabeza para apoyarla en la suya.

¿Esto significa acompañar a tus amigos en sus peores momentos? ¿Tener que verlos derrumbarse y sentirse impotentes por no saber aliviar su dolor?

Jamás hice esto antes. Jamás tuve una amiga que se mostrara frágil ante mí.

Lo único que hago es quedarme con ella, brindándole cariño. Minutos después su respiración se normaliza, el llanto cesa y se aparta de mí. Desvía la mirada, avergonzada. Deduzco que Summer no es del tipo que llora frente a los demás. Mas bien del tipo que se guarda todo para sí misma y crea una armadura de hierro impenetrable.

La cual deshizo conmigo.

La guío a una banca que está cerca y nos sentamos. Sigue sin mirarme. No la presiono, dejo que se tome su tiempo. Sé lo difícil que es abrirse a alguien más. Es un proceso largo, pero tiene sus frutos.

Las tragedias compartidas duelen menos.

Summer carraspea a mi lado, apartando algunos mechones de su cara y limpiando su nariz. Eleva la vista, su rostro atento a mí. Sonrío, una pequeña sonrisa que le hace saber que todo está bien.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora