29. ¿Viva o Muerta?

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Fue la mejor siesta de mi vida, ¿o mi muerte?

Lo pensé unos segundos y luego me empecé a separar.

No fue buena idea ser tan cariñosa, mi ropa esta arruinada.

Miré mi vestido roto y suspiré mientras me levantaba.

Miré a Saki en la cama abrazando la almohada que estaba usando, ¡es muy lindo!

Subí las escaleras sonriendo para ir a buscar la máquina de coser.

Tal vez pueda remendarlo, o hacer uno nuevo también.

Empecé a buscar entre las telas y encontré una amarilla preciosa.

Primero volví a coser mi vestido, no fue muy difícil.

Luego empecé a coser uno nuevo.

Una vez terminé me lo probé

Se estira bien, es fácil moverse, es perfecto. Al menos para mi lo es.

Me puse los zapatos y salí de la habitación.

Miré a Saki acomodándose en el sofá con esfuerzo, se lo que se siente.

-Voy a hacer algo, luego vuelvo- miré el piso sucio y luego la escoba.

Tendré que limpiar más tarde.

Salí en calma dejando la llave en la puerta por si quería salir también.

Miré a Flint en el suelo dormido, es muy tierno.

-Adiós pequeño, cuida la casa- acaricié su cabeza con suavidad y me empecé a ir.

Se quedó viendo la puerta esperando a que le abra Saki. Espero lo haga, me gustaría que se hicieran muy amigables.

Caminé en silencio y miré la pareja de ancianos tomando una siesta en la puerta, abrazados.

Toqué mi pecho con ternura.

¿Saki y yo seremos así algún día?

Trate de recordar la dirección. Miré la tarjeta.

¿Calle Espectro 216?
Supongo que iré aprendiendo las calles poco a poco.

Empecé a caminar con más calma, aunque no sabía muy bien cómo llegar, aunque volver nunca se me complica.

Toque un pequeño bolsillo para tocar la tarjeta verde. Tal vez debería comprar comestibles. Ya que estoy aquí.

Seguí caminando hasta llegar a lo que supuse que era el centro.

Le pregunté a algunas personas cómo llegar.

Pasaron varios minutos hasta que logré encontrar el lugar, hay un enorme ventanal con hermosas ropas.

Espero poder hacer algo así.

Entré en silencio y pude ver que era la fábrica, allí no vendían solamente.

Habían varias mujeres mayores cosiendo en calma mientras hablaban.

La que parecía ser la supervisora, una mujer de unos 30 años. Caminó hacia mi para verme.

-Buenos tardes jovencita, ¿a qué vienes?- dijo con una sonrisa amable.

-Vengo por el trabajo, dijeron que necesitaban ayuda para coser- me mantuve en calma.

-Ah que bueno, nos hacen falta manos- Ella me miró unos segundos desde abajo.
-¿Que tanto sueles coser? Tenemos mucha gente con necesidades especiales- dijo con una sonrisa.

Pescando el Amor [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora