Desde lo ocurrido en el mundo virtual de Noah, Serenity había adquirido un gran interés por aprender a jugar al Duelo de Monstruos, por lo que le había pedido -prácticamente suplicado- a su hermano que la enseñara a jugar. Al no considerarse un buen maestro, Joey le había solicitado su ayuda a Yūgi, quien se mostró dispuesto a ayudarlo. Sin embargo, el mejor amigo de Joey concluyó que el faraón sería el maestro ideal para la hermana del rubio. El antiguo rey egipcio no quiso defraudarlo negándose, aunque tenía cierta reticencia a relacionarse tan directamente con otra persona; mas no contaba con una excusa válida para decir que no, por lo que aceptó la invitación de Serenity de verse en una pequeña cafetería al aire libre ese mismo fin de semana.
El faraón se vistió con el uniforme azul de Yūgi, pero usando la chaqueta como capa sobre los hombros. Cuando llegó al lugar pactado, Serenity llamó su atención alzando el brazo en forma de saludo y sonriéndole con entusiasmo; admiró secretamente su manera de vestir, que consideró muy cool. Él le devolvió el saludo con mucha más formalidad, solo levantando la mano antes de acercarse ella.
-Buenos días... -expresó Serenity. Iba a llamarlo "Yūgi", pero notó algo diferente en él. Entonces, recordó lo que su hermano le había contado acerca de un espíritu que convivía con su pequeño y tímido amigo-.... ¿Faraón?
-Sí. Buenos días, Serenity -correspondió el rey milenario, demostrando un poco de sorpresa.
No era para menos. Nadie nunca había notado su cambio con Yūgi, ni siquiera sus amigos más cercanos.
-Gracias por haber accedido a enseñarme a jugar -continuó la joven con dulzura, haciendo que el faraón tuviese certeza de haber hecho lo correcto.
-No hay de qué. ¿Quieres que comencemos con las clases?
Serenity asintió con alegría, aunque primero se tomó una malteada. El faraón no quiso nada de comer o beber. Luego de que ella terminase su refrigerio, él empezó a explicarle todas las reglas y detalles sobre cómo jugar al Duelo de Monstruos. Serenity lo escuchaba con verdadera atención, siguiendo con tanta precisión el hilo de sus palabras, que el mismo Rey de los Juegos se sorprendía ante sus preguntas y dudas inteligentes. Terminaron por echar un juego, y al faraón le complació el buen desempeño de su joven aprendiz.
-Muy bien, Serenity. Sigue así y pronto lograrás vencer a Joey.
-Yo preferiría vencerte a ti.
-Eso lo dudo.
-Lo sé, solo bromeaba.
La risa de ella le sonó al rey como una campana de cristal. Contagiado con su alegría, se rió como no recordaba haberlo hecho nunca antes. Cuando se despidieron, él percibió cierta tristeza en sus ojos grises; mas esta se disipó con la promesa de él de volver a verla el próximo domingo. El día no había sido nada desagradable y deseaba repetirlo.
En la siguiente salida, el faraón le ofreció consejos para mejorar su baraja y Serenity terminó por arrastrarlo a una sala de cine para ver una película romántica.
Esta rutina se repitió durante los siguientes fines de semana. Serenity lo llevaba a todas partes y él accedía sin protestar. No era como cuando había salido con Tea. Al lado de Serenity, no se sentía ajeno a este mundo ni fuera de lugar. Lo único que le había dado esa sensación de pertenecer a alguna parte antes era jugar Duelo de Monstruos; pero ahora, también estaba ella. Saboreaba con deleite cada segundo en su compañía. Su corazón tamborileaba con fuerza dentro de su pecho al percatarse de que Serenity lo observaba con intensidad cuando creía que él no la miraba. Un sonrojo coloreaba el hermoso rostro de la joven cada vez que hablaban. Podía ver sus ojos iluminarse en cada encuentro que tenían. Últimamente, había estado notando lo bella que era. Serenity poseía una larga cabellera que le recordaba a los colores del ocaso y un par de ojos capaces de hechizarlo con la vivacidad de su brillo único.
Finalmente, llegó el día en el que Serenity logró participar en un pequeño torneo regional de Duelo de Monstruos, donde obtuvo el primer lugar. El faraón se sintió tan orgulloso como un hombre que ha elegido a la compañera ideal para compartir su vida con él, al igual que Joey. El propio rubio afirmaba que su hermana se había vuelto más radiante y segura de sí misma desde que estaba practicando con su mejor amigo.
-Faraón, no sabes cuánto te agradezco todo lo que me has ayudado y ni siquiera sé un nombre por el cual llamarte -le comentó Serenity poco después del torneo.
-No es nada. Puedes decirme Yami; es así como me llama Yūgi -respondió el rey egipcio con una sonrisa amable.
Era la primera vez que le decía a otra persona que podía llamarlo así. Yami era una especie de apodo temporal que Yūgi usaba con él, como un código secreto entre ambos. Pero, con Serenity, sentía que podía compartirlo todo de él. Sentía y quería hacerlo.
Fue tomado por sorpresa cuando notó las suaves y pequeñas manos de ella sobre las de él.
-Escucha, Yami, Joey me lo ha contado todo acerca de ti -Sus ojos grises mostraban ansiedad-. Ha sido muy egoísta de mi parte no dejarte hablar en ningún momento acerca de tus sentimientos. Debes sentirte muy confundido y atrapado luego de estar encerrado y solo durante 5000 años en el Rompecabezas del Milenio.
Un ligero rubor se hizo presente en las mejillas del espíritu antiguo; empero, no tardó en sonreír con su seguridad característica y desviar la mirada.
-No te preocupes, Serenity. Como ya debes saber, no tengo recuerdos, así que no hay mucho que decir sobre mí. Además, ya no estoy solo, Yūgi me lo ha demostrado. Los tengo a él, a mis amigos... y a ti, Serenity.
La oleada de rubor que había acudido al rostro de la chica se intensificó. No obstante, encontró el valor para mirarlo a los ojos. Felicidad en su sonrisa, en su mirada luminosa. Yami sintió la confusión palpitando en su mente. ¿Por qué se había referido a Serenity aparte de su grupo de amigos? Si él la consideraba su amiga. ¿O no? Ya ni tenía control sobre sus propias palabras.
-De eso te quería hablar -Bajó la cabeza y jugueteó con la tela de su pantalón corto-. Yami..., yo..., yo... -Se le estaba dificultando demasiado expresarse. ¡Y ella que creía haberse convertido en una mujer segura! Sin embargo, la verdad era que, un tiempo atrás, ni siquiera se hubiese atrevido a balbucear lo que deseaba confesar-.... ¡Estoy enamorada de ti, Yami! -Lo soltó de sopetón, y él reaccionó como si lo hubiesen golpeado en el rostro. Un largo e incómodo silencio se instaló entre ellos-. Por favor..., di algo.
La misma timidez de antes volvió a invadirla. ¿Y si era rechazada?
Pero el faraón se encontraba en un dilema peor. Cual si su mente hubiera sido iluminada por un inesperado relámpago, supo la razón de todo lo que sentía cuando estaba con Serenity: la amaba. No se trataba de un sentimiento pasajero o un simple capricho. Era algo verdadero y profundo. Pero, ¿era correcto darle rienda suelta a esa pasión? Para empezar, ella era la hermana de su mejor amigo y el interés amoroso de otro de sus fieles compañeros de aventuras; mientras que él era un antiguo rey de 5000 años, un espíritu errante que no pertenecía a ese mundo y pronto tendría que despedirse de él. No tenía sentido ilusionarla con un imposible. Mas su sólidos razonamientos no fueron capaces de vencer a los impulsos de su corazón. Las palabras que dijo a continuación brotaron de él.
-Yo también te amo, Serenity.
Su cuerpo tampoco atendió a razones cuando ella se echó en sus brazos, colmada de dicha. La separó de él con suavidad, le tomó el rostro entre las manos y con sus labios buscó los de ella. La muchacha respondió con la torpeza propia de su inexperiencia, pero eso no le impidió mostrarse apasionada. La necesidad que sintió en ella le dio alas al faraón para intensificar el embate de sus labios sobre los de ella. Serenity aprovechó la pausa en el beso para ocultar su ruborizada faz en el agitado pecho de él, quien sonreía extasiado. Como si hubiera leído sus anteriores pensamientos, Serenity le lanzó una petición a la que él no pudo negarse.
-No importa el tiempo que permanezcas aquí... Solo prométeme que te quedarás conmigo mientras dure.
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Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]
FanficAl jugar, es aconsejable poner el corazón en las cartas. Pero... ¿será lo mismo jugar con los corazones de las personas? El amor es un juego de dos en el que ambos ganarán la partida, ¿o la perderán? A continuación, estas parejas descubrirán cuál de...