꧁Prólogo꧂

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Todos observaban atónicos la reacción del dios Everette ante el castigo que me estaba otorgando, mis hermanos me querían matar podía notarlo en sus miradas y podía sentir la furia de cada uno, la diosa Evangeline estaba avergonzada de mi actitud, mi familia quería mi muerte.

Me costaba respirar debido a los golpes que recibí en el calabozo, las cadenas que se encontraban en mis muñecas estaban llenas de sangre por la presión y la cadena que se encontraba en mi cuello me quitaba el poco aliento que me quedaba. La mesa ya había otorgado la justicia que el pueblo exigía, pero no era suficiente para mis padres, ellos querían mi muerte.

—Padre... debes... escucharme —escupí la sangre que se acumulaba en mi boca— me engañaron...yo... jamás... mataría.

—Eres una vergüenza para nosotros, no quiero verte en mis tierras porque juro que te mataré quiero matarte —mi padre brama desde el trono donde está sentado.

—No.. Fue... mi... culpa — tomé una pausa para tomar un poco de aire— mis hermanos... lo vieron... Tristán... tú lo... conociste.

—¡CÁLLATE! —se levantó de su trono enojado— no vuelvas a ensuciar mi nombre con tu asquerosa boca, deseo que te mueras con todas mis fuerzas.

—Padre, deberíamos matarla —se acerca Max al lado de mi padre el cual no me quita su mirada de odio— lo que hizo es algo imperdonable y ningún castigo será más justo que la muerte.

—Por... favor... — intente moverme, pero un guardia real me dio una patada en la espalda dejándome contra el suelo.

—Una muerte sería lo justo Max, pero es el camino fácil y ella merece de los peores —mi madre se levanta y camina manteniendo su distancia de mi cuerpo.

—Entonces, hijos míos, elijan el castigo que le otorgarán a este demonio que hace poco conocíamos como un miembro de nuestra familia —mi padre se pone de pie para acercarse a mi pobre cuerpo.

—Yo escojo la muerte —Max se coloca a su lado derecho.

—Yo también, Ethan merece justicia por lo que hizo la rata —Tristán se coloca al lado de Max.

—Muerte con muerte es lo que se nos ha enseñado, sin importar cuál sea nuestra posición se debe cumplir —Antígona se coloca al lado izquierdo de mi padre.

—Todos queremos lo mismo padre, que la muerte se haga cargo de este demonio —Adelaide confirma los deseos de mis hermanos quienes asienten al mismo tiempo.

—Si así ustedes lo otorgan, quienes serán los próximos dioses a cargo de nuestras tierras —mi padre levanta la espada el cual lo carga el mayor jerarca— por el poder obtenido por el universo, yo condeno a...

—No —mi madre los interrumpe provocando la atención del público— la muerte no es suficiente para el dolor que nos causó.

—¿Entonces cuál será su peor castigo? —mi padre la observa intrigado.

—Lo que hiciste Nadia es imperdonable nos dejaste un vacío demasiado enorme, fuiste criada para proteger a tu gente y a tu familia, pero nos traicionaste —mi madre se acerca manteniendo su postura recta— la muerte sería una escapatoria fácil así que yo propongo que sea expulsada de nuestras tierras y que sea el infierno su nuevo hogar como el demonio que es, que su don sea retirado y que todo aquel que se sienta atraído hacía ella que muera a los cinco días.

—Que nunca sea amada —continúa Max.

—Que la atormente todas las muertes que realice —sigue Antígona.

—Que nunca vea la luz del sol —Tristán se señala.

—Que jamás tenga paz a donde quiera se dirija —concluye Adelaide.

—Que desciende al infierno y que los demonios se encarguen de ella, sin poder no eres nada y ahí te quedaras hasta que mueras —mi padre levanta la espada dorada donde anuncia mi sentencia en todo el reino.

Siento como algo dentro de mí se rompe, como mi propia familia me traiciono, como permitieron que la mentira fuera la verdad porque nunca quisieron buscar el verdadero culpable. Fui sentenciada injustamente, pero ese mismo instante juré vengarme de todos ellos, siempre supieron la verdad, pero prefirieron el camino fácil, ellos nunca me quisieron nunca fui parte de su familia.

Un traidor entró a nuestro reino, a nuestra familia para que su plan fuera llevado a cabo y que yo quedara como culpable. Me engañaron desde el primer día, pero jamás me di cuenta, siempre vi lo bueno de las personas y eso me termino matando, he aquí mi propio castigo.

Creer en las almas dañadas...

—Juro... vengarme... escucharan nuevamente de mí... y será su... fin los... maldigo eternamente... —digo mientras mi cara sigue pegada al suelo observando como mi padre me señala con la espada dorada mientras suelto mis últimos suspiros de vida.

—Créeme, que si llegas a sobrevivir yo seré quien te mate Nadia, eres un demonio infiltrado en mi familia y donde sea que estés, te encontraré y te mataré —con eso último lanza su poder cegándome y siento el castigo impuesto.

"Oh créeme, padre, que nos encontraremos, pero yo seré quien te mate..."

"

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