Capítulo 1

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Una joven mujer rubia guardaba ropa en un bolso de manera apresurada. Daba vueltas alrededor, quitándose nerviosa el cabello del rostro. Brusca tomó un cintillo y se ató de forma improvisada el pelo. Estaba vestida con jeans y remera, que encontró nuevos doblados en el fondo de un cajón.
- Zapatillas, ¿dónde hay zapatillas? ¿Por qué tiene solo zapatos de tacón? ¿Acaso se cree manequin?... ¡Bien! Unas botas, al menos con esto puedo correr.
Se colocó el bolso de viaje al hombro, entreabrió la puerta y salió al saber el camino despejado. Rápido llegó a la puerta de entrada y salió casi huyendo sin mirar atrás.

Un rato después, caminaba hacía un área verde que notó a poca distancia, quería sentarse y pensar nuevamente todo en general.
- ¿Por qué Petunia? ¿Qué hice mal? Si iban a colocar mi alma en un personaje de ficción, ¿acaso no podía haber transmigrado a una princesa, una duquesa, o alguna mujer con poder y riqueza? No pido mucho, al menos una persona normal...
La mujer de 20 años murmuraba para sí sus quejas.
- Qué mal agradecida son ciertos humanos. Y yo que me esforcé por complacerle - dijo una figura humanoide, cuyo rostro era indefinido.

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Eleanor no recordaba con certeza cómo salió de su cuerpo y tenía lagunas de su vida, sin embargo, tenía bien en claro las novelas que leyó en su vida, tal vez porque pasaba más tiempo en su imaginación que interactuando con otros. No era antisocial simplemente selectiva, y no era la primera vez que pasaba algo así. Entre sus memorias mezcladas, sabía que vivió cómo artesana en el medievo y la quemaron por insultar a un panzón que quiso aprovecharse de su "pureza", sin importar la época una persona mala con poder no necesita justificarse para "vengar su honor", entonces la acusaron de bruja por poseer individualidad y negarse a ser sumisa.

Cuándo reencarnó luego de ser rostizada, lo hizo en una familia de clase media del siglo XX, desde bebé hasta adulta tuvo una buena vida, con sus particularidades ¿pero quién no las tiene?, sobrevivió a una fiesta loca para el cambio de milenio, todos decian que iba ser el fin del mundo, entonces no quería estar consciente pero la resaca de su primera borrachera con bebidas más fuertes que vino o cerveza, fue mortal para su ánimo, estuvo de mal humor por 2 días.
No entendía qué pasó, ¿murió?, ¿está en un sueño vivido?, ¿se volvió loca?, ¿por qué despertar cómo una adolescente en una historia literaria?, y no cualquiera sino en el lugar de la pedante de Petunia Dursley o Evans todavía.

Esa mañana cuándo se movió en la cama se encontró desorientada, chocó con una mesita de luz que antes no estaba y sin pared en ninguno de los costados. Eleonor sin querer despertar aún, percibió que algo no estaba bien, tenía su cama contra una pared en su lado izquierdo y ninguna mesita de luz con la cuál tropezar, ella abrió los ojos lentamente y se asustó al verse en un lugar desconocido, además tenía el cabello rubio y largo, su manos y resto del cuerpo era delgado, siendo Eleanor de cabello castaño y un poco gordita. Buscó signos típicos de los sueños, especialmente incongruencias en el entorno y en primera instancia se encontraba en un lugar en el que nunca había estado. Pasó unos minutos quieta esperando lograr procesar su entorno: una habitación desconocida, aromas desconocidos y un cuerpo diferente. ¿Sueño o secuestro alienígena?

Ya con más valor se levantó de la cama para investigar, tenía puesto un camisón siendo que ella usaba pijamas. Buscó el baño y lo consiguió, luego de abrir una puerta por segunda vez, pues en la primera que abrió vió a una pareja durmiendo profundamente.
El interruptor de la luz funcionaba correctamente. Ante el espejo del baño hizo un "análisis de reconocimiento", no era fea pero tampoco hermosa cómo antes, no era una persona vanidosa o narcisista pero le gustaba cómo se veía su yo real. Estuvo un rato mirando las manos y la cara del reflejo, no era imagen deformada sino desconocida. Tenía los 5 dedos y no podía atravesar la palma de la mano con un dedo, aún así todavia no estaba convencida de no estar soñando. Su corte de pelo era irreconocible, pero el reflejo se mantenía estable, aunque las facciones y la edad fueran distintas a la real.
Se tapó la nariz, es decir, presionó con sus dedos apretando su nariz para no respirar, pues en los sueños prácticamente siempre se puede respirar aunque se tenga la nariz tapada, se esté en el agua o se dé cualquier otra circunstancia que debería impedir inspirar adecuadamente, entonces comenzó a ahogarse y tuvo que dejar de presionar.
Procedió a higienizarse luego de leer con claridad las etiquetas del shampoo, otro indicio que tal vez no era un sueño, porque pudo ver perfectamente sin la sensación de borrosidad propia del mundo onírico. En los sueños, cuando se lee un texto, se aparta la vista y se vuelve a mirar, lo más habitual es que haya cambiado, que las letras floten o que estén distorsionadas, cómo nada de esto pasó, la teoría latente de transmigración cobraba fuerza.

Vida en caleidoscopio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora