Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]

Day 13: "3 am Snowflake" Drabble

13. Confortar

El reloj daba las tres con cuarenta de la mañana cuando el auto último modelo casi invisible por la noche se estacionó frente a la mansión de los guardianes. Elsa bajó del vehículo sin molestarse en asegurarlo, las piedritas del camino a la entrada se movían y traqueteaban bajo la punta de sus tacones y pronto, cuando llegó al pie de las escaleras, la puerta se abrió desde el interior de la casa, iluminando la mitad de su rostro pálido con la luz de adentro.

Gracias a su posición contra luz, la silueta del más robusto y veterano de los guardianes no era más que un borrón oscuro, sin embargo en su voz se notaba la preocupación.

—Qué bueno que viniste... yo... lamento la hora pero—.

Elsa negó con la cabeza. —Descuida, yo no podía conciliar el sueño tampoco, tenía una sensación en el pecho.— suspiró, los orbes azules se le nublaban de angustia. —Supongo que era una señal. ¿Dónde está?

Norte se hizo a un lado, dándole la vía libre dentro de la enorme casa que compartía con los otros cuatro guardianes. Las columnas de mármol se alzaban con orgullo hasta el techo y los yetis estaban acomodados por lo menos de a tres en cada rincón, todos con los semblantes contraídos en preocupación más disimulada, tal parece que la situación había cernido nuevamente una espesa niebla de incertidumbre y desasosiego impropia del lugar. Es decir, aquel era el hogar de los guardianes, seres de esperanza y luz, generalmente el optimismo que había en el aire era casi asfixiante, pero aquella vez no.

—En su cuarto.— negó con la cabeza. —No sale ni deja que nadie entre.

Elsa hizo una mueca con los labios mientras avanzaba junto con Santa a la sala principal.

—¿Ya insistieron con entrar?

—Sí, pero parece que congeló las cerraduras.

En la sala estaban lo otros, Meme, Conejo y Hada. Todos murmurando algún tipo de cháchara de aliento confusa, a penas perceptible por el eco del salón, Conejo se veía especialmente afectado, Jack y él no precisaban de demostrarse convencionalmente su cariño, pero era obvia la amistad y el lazo fuerte que ambos compartían. En cuanto la vieron cruzar el umbral, Hada fue la primera en levantarse, como si una tonelada de peso le hubiese sido relevada de encima.

La tomó en brazos y besó su mejilla. —¿Cómo estás?— el aire en su voz removió algunos cabellos sobre su oreja, con dificultad, por las alas, Elsa correspondió al abrazo.

—Preocupada.

—Todos.— le sonrió a boca cerrada luego de apartarse junto a Meme que a duras penas le saludó, mudo como siempre.

—Hace poco lo escuché gritarle a Pitch, pero no me atreví a subir de nuevo. Ese mocoso es capaz de congelar todo el pasillo.— los ojos de todos inconscientemente se dirigieron a las amplias y lujosas escaleras que llevaban al segundo piso del ala este de la mansión. Elsa asintió con fingida calma a las palabras de Conejo y con familiaridad recorrió el trecho de unos quince metros restantes para llegar a las escaleras, subiendo con cautela cada escalón para terminar por internarse en la inmensidad de los pasillos del lugar.

A pesar de las múltiples habitaciones que hubiesen, unas 12 aproximadamente, sólo eran utilizadas 5, y por lo demás eran solo corredores sin usar que sólo complicaban su tarea de mantenerse calma para llegar sosegada al cuarto de su pareja. Maldijo para sus adentros esa manía de Jack por complicarle las cosas escogiendo la habitación más apartada de todas en su humilde opinión. Sin embargo, fue cuestión de segundos para encontrarse finalmente con la puerta blanca en el fondo del corredor, brillante por la capa de escarcha que hubiese sobre ella con el pomo dorado y frío a la vista. Lo rozó con la yema de sus dedos y confirmó que estaba en lo correcto, era tan frío que quemaba el contacto, no lo suficiente para herir a alguien con sus poderes, pero si era bastante evidente que aquello era obra de Jack.