Capítulo 5 - Incentivo

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Llego lo más rápido que los trancones de la ciudad en hora pico me permiten, al entrar a la oficina de mi padre lo encuentro sentado en su escritorio muy serio, y frente a él, está sentado mi madre.

—Aquí estoy —aviso haciendo notar mi presencia—, ¿qué es lo que sucede padre? —pregunto capturando su mirada.

—Toma asiento Dilan —pide, lo miro y no entiendo a qué se debe tanta seriedad, pero hago caso, sentándome frente a él—, imagínate que nos ha llegado una demanda por explotación laboral y otros cargos —¿Qué mierda? ¿Cómo así?, frunzo el ceño—, como sabrás que una demanda de ese tipo no es nada fácil, nuestro buen nombre no puede verse involucrado... no quiero imaginar lo que harán los medios a penas se enteren de esto; puede convertirse en una locura.

—¿Quién mierda nos está demandando con tal difamación? —Pregunto más seco de lo que querría hacerlo—, nunca nos hemos excedido en las cargas laborales con ningún personal, al igual que no permitimos que se lleven trabajo para sus casas y cuando pasa, siempre ha sido remunerado.

—Pero quién nos está demandando no es ningún personal de las oficinas —dice mi padre y ahora sí que estoy más que confundido.

—Entonces ¿Quién mierda es que nos está demandando? —Alzo un poco la voz—, los únicos que trabajan hasta tarde son el personal de oficinas —Estoy alterado, cuando siento la mano de mi madre en mi hombro, me volteo y la miro con repudio—, haz el favor de no volver a tocarme —Ella me mira y sonríe.

—Por favor, no estamos aquí para discutir entre nosotros —pide mi padre—, cálmate Dilan, te necesito completamente tranquilo; recuerda tú eres mejor con la cabeza fría y sé que lo que te voy a decir no te va agradar, pero te necesito tranquilo para que hagas polvo al maldito por abuso de confianza y te encargues de que en su puta vida lo vuelvan a contratar, así se vaya a vivir al fin del mundo —pronuncia y asiento.

—Dime de una maldita vez quien mierda se le ocurrió demandarnos

—Will Thomson, alega que trabaja más de lo que le pagamos —Abro los ojos, no puedo creer lo que estoy escuchando.

¡Dios!

Le he ayudado en todo a ese imbécil para lanzarlo al estrellato y ¿de esta manera me va a pagar?

—Pero ¿qué le pasa a ese maldito imbécil? —hablo al procesar la información que me acaba de soltar mi padre.

—Ya lo ves, tanto que lo has apoyado, pero dicen que así le paga el diablo a quien bien le sirve —habla mi madre y eso me pone los pelos de puntas, sé que ella nunca ha gustado de Will.

A este cuento le hace falta un pedazo y lo voy a averiguar

Will nunca ha sido una mala persona, él e Isabel son los únicos que saben la verdadera razón de la cancelación de mi compromiso. No puede ser coincidencia que Katiana se incorpora a la compañía y mágicamente Will se le da por demandarnos de esta manera tan absurda.

Sin decir una palabra más, me colocó en pie y camino a la salida de la oficina.

—¿A dónde vas Dilan? —pregunta mi padre con el rostro contrariado.

—A justificar mi sueldo padre, y no te preocupes, yo me hago cargo del asunto de la demanda y que nadie más se entere, esto queda entre los tres —ordeno y salgo de la oficina.

Entro a la mía y llamo a Richard después de dos repiques, me responde

—Dígame señor

—Richard necesito que busques a Will donde sea que esté y que le digas que hablaremos a las once de la noche en P and P, como si fuera a beber normal entonces que llegue una hora antes y me espere ahí.

Frenesí en la Perla IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora