—Lo siento, no fue mi intención ocultártelo, bueno si lo fue, no quería que te preocuparas.— se excusó Ta-ki.
—No me has protegido, solo me has hecho más daño.— le respondió el que alguna vez había sido su novio.
Sentados a mitad del patio, se encontraban los dos pequeños japoneses con algunos de sus allegados. Ni-ki tenía el apoyo de Jay que sostenía su mano con firmeza mientras que Ta-ki tenía a Kyungmin y K, Seon y Sunoo se mostraban neutrales en aquella discusión.
Por mucho que se quisieran o al menos lo hubieran hecho, aquello les distanció, una fuerza se había opuesto a ellos haciendo que todos sus recuerdos acabaran reducidos a cenizas, alguien había querido separarles y lo había conseguido de una forma que mientras que los ojos de Ta-ki brillaban con arrepentimiento y amor, los ojos de Ni-ki lo hacían con ira y resentimiento. Los trozos de sus corazones rotos se los había llevado el viento y ese amor que fue, nunca podría volver a ser lo mismo, lo sabían pero mientras que la preocupación del castaño era su novio, para el contrario era esa persona que había llegado a sus vidas para hacerles daño, no sabía con que intención pero ahí estaba, robando parte de sus almas y dañándolos de todas las formas que quisiera y pudiera.
—Pulpito... Yo no sabía nada de esto.— murmuró dolido Sunoo a la vez que le miraba con ojos tristes. —Es tan horrible, debiste de pasar tanto miedo.
Kyungmin le detuvo en seco, si seguía de esa forma haría que todos los recuerdos inundaran la mente del pequeño una vez y eso no sería nada bonito, porque después de explicarlo, su mirada siempre se volvía más oscura y vacía, tiritaba levemente y un sudor frío empezaba a recorrer su cuerpo mostrando el claro miedo que sentía respecto a ese día.
—Debí contártelo antes, lo sé y lo siento, pero no me des la espalda.
—Tú fuiste el que me dio la espalda en primer lugar, ¿cuándo ocurrió? ¿El día que te llamaba y no cogías las llamadas? Sigues ocultándome cosas y esto harto de esto Ta-ki, estoy harto de ti y de tus mentiras.— soltó de golpe sin reparar en lo que sus palabras podrían hacer en su ex novio.
Jay apretó la mano de Ni-ki haciéndole saber que se había pasado pero este sólo se levantó y dejó el lugar sin decir ni una palabra más respecto al tema.
—Nishimura Riki. ¡Nishimura Riki!— gritó K. —¡Ven y discúlpate!
—Déjalo ir, hyung, nunca comprenderá lo que pasó.— le dijo Seon acariciando su espalda.
Los días pasaron sin que ninguno de los dos chicos volviera a hablarle al otro, miradas perdidas volaban sin llegar a tener una correspondencia y solo hacían más grande el vacío en el interior del mayor de ambos, cada día se le hacía más duro ver a la persona que amaba de esa forma, si bien siempre le querría de la misma manera y con la misma fuerza, sabía que para él posiblemente ya no significara nada, que solamente fuera un capítulo acabado con un punto y final al final de la página de un libro que no volvería a abrir nunca y el cual estaría castigado en los rincones de su memoria a un olvido permanente.
Con el tiempo, durante esos dos meses que había tenido para pensar en el ataque se puso a plantearse cuál había sido la motivación del acosador para atacarle a él, muchas hipótesis cruzaban su cabeza porque algunas cosas no tenían sentido. ¿Por qué quería que dejara a Ni-ki? ¿Por qué tuvo que hacerlo antes de I-Land? ¿Acaso quería algo de él?
La cara de Ta-ki se iluminó por un momento siendo consciente de lo que pasaba y corrió hacia el pasillo de las habitaciones corriendo buscando la habitación te Jay y Taeyong, su hyung ahora estaba en peligro, alguien quería hacerle daño para estar con Ni-ki y él no permitiría que le pasara lo mismo a otra persona, no toleraría que alguien más tuviera que pasar por aquél infierno psicológico. Atravesó el pasillo como una flecha de luz sin pararse a leer las placas en las que estaban escritos los nombres de los ocupantes de cada habitación y se dirigió directamente a la habitación de su hyung. Cuando llegó allí tocó la puerta y entró, rezando porque estuviera Jay solo, sin Ni-ki.
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La promesa fue el cielo [En Edición]
FanfictionDespués de todo Ni-ki siempre supo que hay promesas que no duran y después de entrar a I-Land Ta-ki se lo confirmó. Quizás incluso con solo dos horas podía comprobar que las estrellas en el cielo no brillaban de la misma forma sin él, puede que nunc...