El problema de Elena

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Desperté aturdida. Creo que el dolor de cabeza era causado por la severa confusión en la que me hallaba aquel momento. Llevé mi mano hasta mi frente, quejándome del dolor apenas la rocé con mis dedos. Cielos, el moretón que debería tener.

Lo que sucedió momentos previos atravesó mi mente como una ráfaga, llevándose cualquier dolor físico o confusión con ella. Recordaba todo: desde Harry y Niall tratando de enseñarme a patinar, hasta Elena y yo chocándonos una contra la otra.

Observé alrededor una vez que mis ojos lograron adaptarse a la luz que titilaba en el techo. Estaba en una especie de salita de enfermería, muy precaria y pequeña.

Me senté y, ¡vaya! Mi cabeza sí que dolía. Intenté pararme pero no lo logré sin marearme un poco. Sostenida por una baranda contra la pared, llegué hasta el espejo colgado en un mueble: me veía horrible. Pálida (nada nuevo), despeinada (tampoco es novedad) y una terrible franja roja me cubría desde la cien hasta la mejilla, y otra herida en mi mentón.

¿Elena se habría lastimado tanto cómo yo? Porque me odiaba, y si la había lastimado, me odiaría más.

Debía encontrarla, y aunque mi mejor excusa era saber si se encontraba bien, yo quería hablar con ella, pues, no la veía hace tanto tiempo…

Abrí la puerta de la salita de enfermería para encontrarme con un pequeño pasillo muy tristemente iluminado. Y cuando puse un pie afuera, me llevé el peor susto de la vida: grité como condenada.

Elena se encontraba sentada en el suelo y había saltado cuando me vio, tan asustada como yo. Quería maldecirla, pero no era lo mejor después de todo. Ni siquiera sabía qué decir o cómo actuar ante tan simple susto, en realidad, yo aún no entendía el porqué de su enojo y su distanciamiento. Ella debía explicarse, ella tendría que pedirme perdón y esperar a que yo la perdonara, pero la verdad es que yo no resistiría perderla por más tiempo.

-¿Te encuentras bien?- elegí empezar a hablar yo, aunque no correspondía.

-¿Te refieres a la paliza que nos dimos allá afuera o al susto de recién?

-Me refiero a la paliza, al susto y, básicamente, a todo.

-Oh, ya entiendo. Bueno, supongo que deberemos hablar, ¿no es así? Sí, creo que debo, mm, explicarte. Es algo difícil y bastante complicado, a lo mejor deberíamos buscar un lugar mejor a este horrible pasillo. He estado aquí por quince minutos y creo que los ruidos que escuche precisamente no provenían de allí dentro. Creo que aquí hay ratas…

-Está bien, podemos ir a casa. Necesito recostarme. Pero, ¿me dirías que me sucedió?

-Oh, cierto.

“Bueno, nos caímos pero mientras yo me golpeé el brazo- mostró una raspadura feroz en su hombro-, tú te golpeaste la cabeza. Liam mandó a Louis por ayuda, pero Louis no hizo más que inspeccionarte cómo si fuera doctor y dándote por muerta. Muy gracioso, tal vez, pero realmente estabas algo así como inconsciente.”

Elena colocó mi brazo sobre su hombro sano y me ayudó a caminar hacia la salida. Mientras tanto, relataba la historia con tal emoción propia de ella, y yo la escuchaba con toda la atención que podía prestarle.

“Pasó todo muy rápido, Zayn buscó ayuda y Harry y Niall continuaban discutiendo sobre quien tuvo la culpa por nuestro, eh, accidente. Hasta que llegó el sujeto que entrega los zapatos. Todos estuvimos de acuerdo a que un sujeto que busca por tu talla de patines y los lustra no era un buen doctor, pero por suerte, una mujer que estaba en la pista era enfermero. Te trajimos con una camilla hasta esta sala y te revisó. A mí me revisaron también, pero te llevaste la peor parte. Dijo que fue el golpe, que quizás te habías desmayado, que despertarías en unos minutos y aquí estás. Por otra parte, el que trabaja entregando zapatos, muy lindo pero muy imbécil, también es hijo del dueño del lugar, asique nos recomendó esperar a que despiertes y no muy amablemente, que luego nos largáramos. Supongo que ver gente lastimada e inconsciente en el lugar no ayuda con el negocio. Oh, mira, ahí está nuestro amigo encuentra-mi-talla-de-patines, imbécil.” Elena terminó, mostrándole el dedo al mismo chico que me había dado mis patines, y al mismo al que Harry le enseñó que yo iba acompañada. Sonreí más divertida que avergonzada, realmente, no me importaba el chico, ni Harry, ni mis raspones que aún dolían. Todo lo que protagonizaba el momento era ese pequeño instante, increíble y memorable, en el que yo iba colgada del hombro de Elena mientras procuraba no caer desmayada. Estaba con mi mejor amiga de siempre.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2015 ⏰

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