El Hombre

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Hace dos semanas falleció mi madre en un accidente de tráfico. No estábamos muy unidas, pero una madre, es una madre. La primera semana desde su muerte casi no hablé con nadie. Era la única família que me quedaba, y como aún no soy mayor de edad, de hecho solo tengo 16 años, no puedo vivir sola así que he tenido que vivir en un orfanato estas semanas a la espera de que alguien me acogiera.

No me gustaba para nada esa idea de la adopción. Y de hecho, sigue sin gustarme. Pero hoy me han dicho que hay alguien interesado en adoptarme. Un hombre. Mañana lo voy a conocer en persona y si creen que es el adecuado para que yo me vaya a vivir con él, lo tendré que hacer.

Estas semanas en el orfanato me las he pasado entre llantos y música. Desde pequeña que toco el piano y por suerte en el orfanato tenían uno. He estado viviendo con monjas y otras huérfanas con las que no he tenido grandes conversaciones la verdad. Tenia una habitación para mí sola, pero era realmente pequeña. De mi antigua casa sólo pude quedarme con mi ropa, que no era demasiada, algunos libros, mis partituras y mi ordenador. A parte de mi móvil claro, aunque solo lo he utilizado para escuchar música.

Mañana tendré que madrugar, como cada día desde que estoy aquí. Así que, después de cenar me preparo para ir a dormir. Me pongo mi pijama y me lavo los dientes mientras me quito el maquillaje.
Intento dormirme pero mi cabeza no para de dar vueltas. Me gustaría que el hombre que me acogiera sea buena persona, que no me sienta incómoda, aunque sé que eso va a pasar. También me gustaría que viva en la misma ciudad donde yo solía vivir con mi madre. Mierda. Empiezo a llorar al pensar en mi madre. Siento un dolor en el pecho muy grande y de repente me viene a la cabeza mi padre. Nos había abandonado cuando yo sólo tenia 2 años. Ya no puedo más. La suma del dolor de las peores cosas que me habían pasado era insufrible. Necesito que no hubiera pasado nada de aquello, pero no es posible. No puedo cambiar el pasado. Así que me agarro a la idea de que este nuevo hombre que me va adoptar haga que cambie mi vida. Y sólo así podré pasar página.

A las 7 suenan las campanas, así que me levanto y voy a la ducha. En salir me hago la cama. Empezaba el invierno así que me pongo unos tejanos, una camiseta de manga larga y enzima una suadera azul turquesa con las letras GAP. Me maquillo como siempre, lápiz y sombra de ojos con un poco de rímel. Suenan las siete i media mientras bajo por la gran escalera hacia el comedor. Cojo una bandeja con un vaso de leche, una tostada con mantequilla y una manzana. Me siento en una mesa vacía y como el almuerzo en silencio. Cuando ya casi estoy terminando se me acerca la monja que lleva el orfanato y me dice:

- Brunette, a las 11 tienes que estar lista y en mi oficina por favor.

Dejo la bandeja en la cocina y voy a mi habitación. Son las 8. Tengo 3 horas y ya estoy nerviosa. Me empiezan a venir imágines a la cabeza sobre ese hombre. Quizás no me trataría bien, quizás no se preocupa por mi, quizás no le gustaré. Espera. Hace menos de un día no quería que me adoptaran y ahora me preocupo por si le gustaré. No me entiendo, tengo que desconnectar. Cojo mi bolsa y saco mi libro favorito, "ALOMA". Me acerco a la mesita de noche donde dejé el móvil y los auriculares, los connecto y pongo una playlist de música de piano relajante. Acerco la silla a la ventana y me siento, abro el libro. Aún que fuera mi favorito hacia un tiempo que no lo leía.

Dejo que me invada el libro y su trama. Esa chica muy joven que se enamora del hermano de su cuñada, varios años mayor que ella. Siempre he creído que es una de las historias de amor más bonitas que hay. Y el libro está claramente escrito de una forma exquisita.

Pasa el tiempo sin darme cuenta y suenan las campanas de las 10 y media. Paro la playlist y dejo el libro en la mesa. Me levanto y me dirijo al baño. En esa pequeña habitación veo mi reflejo en el espejo, veo mis ojos azules, mi piel blanca con pequeñas heridas del invierno. Me humedezco los labios maltratados por el frío. Me cepillo mi pelo castaño oscuro que casi no me llega a los hombros. Me quedo un rato mirándome, reconociendo cada pequeña parte de mi rostro en el espejo. Y aquí inmóvil admirando mi reflejo veo a mi madre, la veo en mí. En mis ojos, en mis pobladas cejas largas que me dan una expresión de tristeza. Mucha gente decía que nos parecíamos, yo no lo veía hasta ahora. Intento retener mis lágrimas pero una decide bajar por mi rostro, respiro profundamente y intento sonreír. Una sonrisa falsa que revela un dolor quebrante. Intento serenarme y salgo del baño.

Suenan las campanas de las 11 y mi corazón da un salto. Estoy demasiado nerviosa. Intento bajar mi ritmo cardíaco reteniendo mi respiración unos segundos. Ayuda pero no alivia todo. Salgo de la habitación y me dirijo a la oficina de la monja. Bajo las escaleras con impaciencia y llego a la puerta. Está cerrada. Hago dos golpes y oigo una voz:

- Adelante.

Abro la puerta y veo una mesa detrás de ella se encuentra la monja y delante un hombre. Este se empieza a girar y me mira. Su ojos marrones me miran, pero no puedo descifrar la emoción que transmite. Tampoc entiendo lo que yo siento al mirarle. Sin romper nuestra mirada oigo la voz de la monja:

- Siéntate Brunette, éste es el señor Jeph Dopnny.

- Encantado de conocerte. - su voz es grave y áspera, pero hay algo en ella diferente, desconocido. Se levanta y me da la mano, donde tiene algunos tatuajes. Debe medir casi 1.80 así que era bastante mas alto que yo, aunque yo mida algo más de 1.70. Al tocarse nuestras manos noto una extraña sensación recorriéndome la columna. Su mano está caliente, o al menos más que la mía. Aunque eso no es muy complicado.

- Igualmente señor Dopnny, me llamo Brunette. - Digo intentando que no notará mis nervios. El me sonrió, su sonrisa no es del todo alegre pero transmite paz, algo que realmente necesitaba en ése momento. Lleva una barba perfectamente recortada, un poco debajo los labios, en la barbilla y un bigote.

- Me ha contado que llevas dos semanas aquí. - Dice y yo asiento con la cabeza, él continúa - Siento mucho lo que le pasó a tu madre, mi pésame. - Por su tono de voz siento que es sincero.

- Gracias, señor Dopnny. - digo mientras nos sentamos.

En la hora que estuvimos allí, hablamos de mi principalmente, de lo que me gustaba hacer, de mis estudios, a qué me quería dedicar (aunque eso no lo tengo claro aún). También hablamos del señor Dopnny. Él vivía en una casa en las afueras de una gran ciudad, era un hombre divorciado y sin hijos. Él tenía 57 años, aunque aparentaba 10 menos. En terminar nos volvimos a dar la manos y con una sonrisa en la cara me dijo:

- Aún no puedo asegurártelo pero hay una grande posibilidad de que te pueda adoptar, ahora todo depende de la dirección del orfanato. - Le dediqué una sonrisa y se lo agradecí, pero por pura educación aún no tenía claro que me parecía ese hombre.

- Brunette espérate aquí, ahora mismo vuelvo. - Dice la monja mientras se levanta para acompañar el hombre a la puerta. - Vuelve al cabo de 2 minutos y se sienta delante mío. - Qué te ha parecido?

- No lo sé. - digo indecisa.

- Tranquila, es normal no saberlo aún. Pero yo creo que es un buen hombre y te quiere dar un hogar. - Yo no sé qué responder. - Vamos ha hacer un trato, vale?

- Qué trato? - Pregunto.

- Qué te parece si te doy 2 días para pensarlo? Después nos volvemos a reunir y decidimos. - No me parece mala idea, al fin y al cabo no puedo estar aquí para siempre.

- Me parece bien. - Me levanto y me dirijo a mi cuarto.

Necesitaba estar sola. Pensar en mi situación y en que me convenía.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2021 ⏰

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