•Capitulo 4•

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La atmósfera en el departamento era acogedora; el calor de la calefacción contrastaba con el frío exterior, y las luces tenues creaban un ambiente perfecto para una tarde de películas. Desde aquella pequeña charla que habían tenido, su amistad se había fortalecido, a pesar de que Betty seguía siendo algo tímida le contaba de su día y de las cosas que Mary le enseñaba, como el pie de cereza de la semana pasada o como Mary había peleado con la cajera del supermercado porque no le estaba cobrando el precio que decía en los estantes. A él le gustaba el ambiente que se estaba formando, comenzaba a parecer un hogar.

Betty estaba en su habitación, sumida en la lectura de un libro que Mary le había regalado, cuando escuchó el sonido de los pasos de Jughead acercándose. Había algo reconfortante en su compañía, y la idea de pasar la tarde juntos le parecía la mejor forma de distrae. La lluvia, aunque hermosa, parecía traer consigo un aura de melancolía.

—¡Hey, Betty! —Saludó con una amplia sonrisa—¿Te gustaría ver una película de terror?— su voz llena de entusiasmo.

—¡Oh por Dios! Yo amo las películas de terror—respondió ella, dejando el libro a un lado y levantándose de la cama.

Jughead había preparado el sofá, cubriéndolo con mantas y almohadas, creando un ambiente acogedor. Al entrar a la sala, Betty sonrió al ver el esfuerzo que había puesto.

—Vaya, esto se ve profesional. ¿Qué película escogiste?

—Un clásico de terror de los años 80. Espero que estés lista para morir del susto —dijo él, mientras se acomodaba en el sofá y le hacía espacio a su lado.

La lluvia seguía cayendo con fuerza, y mientras la película comenzaba, Betty sintió que la tensión que no sabía que tenía acumulada se desvanecía. Compartieron palomitas, y entre risas y gritos de sorpresa, se dejaron llevar por la trama. La química que habían desarrollado era palpable y la complicidad que habían cultivado era suficiente.

Con cada escena escalofriante, Jughead notó cómo Betty se acurrucaba más cerca de él, buscando consuelo en su presencia, había algo en el ambiente que lo hacía sentir increíblemente cómodo. La rubia hizo su mayor esfuerzo por mantenerse despierto, pero el cansancio pudo más que su determinación. Sin poder evitarlo, su cabeza comienza a sentirse más pesada y sus ojos comienzan a cerrarse e inevitablemente, se inclinó lentamente hacia un lado antes de caer sobre el hombro del ojiazul.

Él se tensó ante el contacto inesperado. Su mirada estaba fija en la pantalla, pero su mente no podía concentrarse en otra cosa que no fuera el peso ligero de la cabeza de la rubia sobre su hombro. Sabía que no era más que un gesto o  una manifestación de la confianza que había crecido entre ellos. Miró hacia abajo, viendo su expresión serena, y sintió una mezcla de ternura y satisfacción. No había necesidad de hacer nada más; simplemente estar ahí para ella era suficiente. Con cuidado, pausó la película, asegurándose de no perturbar su sueño.

Mientras la lluvia seguía su melodía suave y constante, Jughead se permitió unos momentos de profunda reflexión. La amistad que estaba formando con Betty se sentía especial, casi mágica. Pensó en cómo ambos habían lidiado con sus propios demonios internos, en sus luchas personales y en las cicatrices que llevaban ocultas. Con cada conversación y cada risa compartida, se dieron cuenta de que estaban construyendo algo más sólido. Día tras día, se sentían cada vez más como un equipo, como si sus almas se entrelazaran en un vínculo que desafiaba la soledad y la tristeza, convirtiendo las tormentas de sus vidas en un refugio mutuo.

Al cabo de un rato, Betty despertó lentamente, parpadeando varias veces mientras trataba de despejar la bruma del sueño que aún nublaba su mente. Al abrir los ojos, se dio cuenta, con un ligero sobresalto, de que había estado dormida en el hombro de Jughead. La calidez de su cercanía y la suave tranquilidad del momento la envolvieron, pero al percatarse de su posición, un profundo sonrojo se apoderó de sus mejillas. Se sintió un tanto avergonzada, preguntándose cuánto tiempo había estado allí y si él se había dado cuenta de su estado de somnolencia. La mezcla de sorpresa y un ligero rubor la hizo sonreír nerviosamente mientras se enderezaba.

—Lo siento, me quedé dormida—dijo, estirándose mientras trataba de procesar sus pensamientos.

—No hay problema— respondió él, riendo suavemente—La película es bastante larga, y parece que la lluvia tiene un efecto relajante.

Betty sonrió mostrando uno de los hoyuelos en su mejilla, el pelinegro se cuestionó por qué no los había notado antes —¿Me perdí de mucho?

—Solo un par de sustos—bromeó él —Pero si quieres, puedo resumirlo.

Mientras Jughead le contaba lo que había sucedido en la película, Betty se acomodó mejor en el sofá, disfrutando de la calidez del chico a su lado. Se rieron juntos, y en ese momento de complicidad, se dieron cuenta de que lo que estaban formando era algo único, sin embargo, ninguno mencionó algo al respecto.

Con cada risa compartida, la conexión entre ellos se volvía más fuerte. La tarde lluviosa, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en un telón de fondo perfecto para construir recuerdos. Era un refugio de risas y sustos, donde podían ser auténticos.

A medida que la película llegaba a su fin, con los últimos acordes de la banda sonora resonando suavemente en la sala oscura, Jughead sintió algo extraño en el pecho, como un presentimiento inquietante que le daba vueltas en la cabeza. No era una sensación fácil de definir; un torbellino de emociones que parecía entrelazarse con la historia que acababa de ver. Se preguntaba si este presentimiento era el preludio de algo bueno, tal vez una nueva oportunidad, o si, por el contrario, era un presagio de problemas inminentes.

Mientras se perdía en esos pensamientos, la luz de la pantalla se desvaneció y la sala se iluminó gradualmente, revelando el rostro de Betty, aún concentrada en la pantalla. Sin embargo, su propia inquietud se intensificó, y antes de que pudiera procesar lo que estaba sintiendo, la respuesta llegó más pronto de lo que había anticipado, interrumpiendo su tren de pensamientos. Un sonido de notificación del teléfono rompió el silencio, y su corazón se hundió un poco al ver quién era.

"El juicio será el próximo jueves. ¿Paso mañana a tu oficina para repasar la declaración?"

El mensaje de su abogado apareció en la pantalla, y de repente, toda la atmósfera de la tarde se volvió opresiva. La expectativa que había sentido al principio se disipó rápidamente, dejando un vacío en su pecho que le hizo sentir como si la tarde se hubiera arruinado por completo. No solo era la preocupación por lo que estaba por venir, sino también el peso del estrés acumulado, que parecía desplomarse sobre él en ese momento.

Miró a Betty, que aún parecía sumida en sus pensamientos, y se preguntó si ella se daría cuenta de lo que estaba sucediendo en su mente. La conversación ligera y divertida que habían tenido momentos antes se desvaneció, reemplazada por la cruda realidad que lo aguardaba. Sin poder evitarlo, sintió que la ansiedad comenzaba a apoderarse de él, recordándole que, a pesar de los momentos felices, había problemas que no podía ignorar.

“Te espero al medio día "

—¿Estás bien? —al notar la ligera tensión que se formó en el ambiente, ella se preocupó. Tal vez a pesar que lo negó, ella si cruzó un límite no establecido al quedarse dormida sobre su hombro.

Él por su parte, dejó su celular a un lado y fingió una sonrisa.

—Estoy bien ¿Quieres ver otra película?

No quería arruinar también la tarde de Betty, tal vez mañana se lo diría.


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3/3

Me disculpo, sinceramente pensé que había publicado este capítulo el miércoles.

También quería informarles que voy a estar actualizando día de por medio, es decir, un día si y un día no.

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