Raquel, mía, mi Raquel, amada mía, Raquel....
Como puedo estar tranquilo si te has ido, mis noches son oscuras y tu fantasma me atormenta, día y noche me visita, los ojos que una vez fueron de un dulce color miel ahora son blanquecinos con las pupilas grises y opacas, tu cabellera rojiza tan larga y rizada ahora de un tono agrisado, manchado.
Todo sucedió tan rápido....
Recuerdo aquel día casi como si hubiese sido ayer...
Mire por la ventana, una niebla intensa opacaba las calles, a veces culpo a la espesa neblina por no permitirle a aquel chofer darse cuenta que iba a una velocidad peligrosamente indecente, y lo más importante...
Que tú estabas ahí... en medio del camino
El semáforo estaba en rojo cuando cruzaste por el pavimento hacia el otro extremo de la banqueta, yo me adelante, pues llevábamos a mi perrita al veterinario y justo al cruzar la carretera salto de mis brazos y tuve que alcanzarlo, justo cuando mire a tu dirección vi tu silueta ser secuestrada por una enorme sombra y casi de manera momentánea escuche un estruendoso sonido de choque, me acerque lentamente y cuando pude ver con nitidez la escena me aterrorice...
Tu cuerpo se encontraba aplastado y machacado en medio de un automóvil y una pared, vidrios rotos que atravesaron tu rostro escurriendo líquido vital, tu ojo izquierdo ya no estaba, en su lugar había un cristal afilado dentro del agujero donde este debía hallarse.
Espere en la sala del hospital, dos largas y angustiosas horas, desde que vi la mirada del doctor que salía de aquella puerta solo esperaba que al menos siguieses viva, incluso si perdieses el ojo o dejaras de caminar por el resto de tu vida yo me hubiese quedado a tu lado en lo bueno y en lo malo, porque mi amor por ti no es superficial, pero lamentablemente pereciste, un nudo en la garganta me impidió respirar y hablar, sentí mi corazón agrietarse y quebrarse como vidrio al impactar con el suelo y sacar volando sus fragmentos, mis pies temblorosos se rindieron y caí al suelo de rodillas.
Llore noche tras noche por tu ausencia, dieran las doce o la una, las dos o las tres mi llanto no cesaba, lloraba hasta caer rendido en el sueño, hasta que mis ojos se secaban y me quedaba sin lagrima alguna que los lubricase e incluso después de gastar todas mis lágrimas mi llanto continuaba a lagrima seca, pasaron días, pasaron semanas y mi llanto nocturno no cesaba.
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EL FANTASMA DE RAQUEL
Short StoryRaquel, una bella chica que tras un accidente de gravedad se fue de este mundo, hará que su amado tenga las horas contadas